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Los Zigarros (2023) WiZink Center. Madrid

Crónicas
Mi patria en mis Zigarros

«Mi patria en mis zapatos, mis manos son mi ejército», canta Manolo García en semejante temazo de El Último de la Fila: «Lucharé y conquistaré si en verdad queda algo por conquistar». Mi patria en mis Zigarros, afirmo yo porque sí. Porque, por algún motivo indescifrablemente telúrico siento que la mañana después de un concierto de Los Zigarros siempre hay cierto reordenamiento de nuestros órganos internos. Es tal el meneo sísmico que las resacas no hablan de tigres y ratones, sino de la mismísima falla de San Andrés reclamando su espacio. Mi patria es la enésima resaca después de ver a Los Zigarros.

Las fotos son de Ricardo Rubio.

¿Seguirá mi cartera en el bolsillo del pantalón tirado en el suelo del salón? ¿Dónde mierdas está el teléfono? ¿Quién pagó la última ronda? De hecho, ¿dónde fue la última ronda? Porque yo diría que el concierto fue para 5.000 personas en el WiZink Center, pero tengo la sensación de que anoche estuve en todos mis garitos de rock favoritos de Madrid, esos que poco a poco van cerrando y cada vez menos interesando. El Rock Star Legend de Opañel, donde Rosendo era uno más; el Lemmy y el Orion de Argüelles; el Rainbow de Cuatro Caminos; El Refugio de Conde Duque. El Kalkos de mi barrio, de aquí, del corazón de Carabanchel. Mi patria son Los Zigarros porque convierten en garitos de rock cualquier lugar por donde pasan.

Todas las fotos son de Ricardo Rubio

Desde el epicentro del rocanrol, sin más aspavientos que las guitarras bien afiladas y las melodías perfectamente acorazadas, Los Zigarros son más que una banda: son un momento en el tiempo que se está difuminando. Cuando las ciudades estaban pobladas de bares de rock, había tiendas de discos e incluso cines como paisaje habitual de las calles. ¡Hasta comprábamos VHS de conciertos de Led Zeppelin! Soy perfectamente capaz de llegar a reivindicar a Los Zigarros como arma arrojadiza necesaria contra la gentrificación, la gilipollez y las tiendas de ropa de mierda. Pero es que: «No soporto esta resaca, no sé si podré aguantar. Creo que me estoy muriendo y tengo insegurdad. Lo que siento ahora mismo tiene una explicación: ¡Anoche era un tigre hoy soy un ratón!»

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Cambia la temperatura de la habitación, en este caso inmensa, cuando el riff de guitarra de Álvaro en ‘Espinas’, totalmente AC/DC, nos pone a todos mirando a Cuenca. Entendiendo Cuenca como el escenario bien follado, sí, así es. La letra que canta Ovidi sigue la estela: «Abrí la puerta y comencé a morir en tu mundo». Me gusta pensar que habla del mismísimo rocanrol. Hace un frío tan frío que por mucha cerveza que se mueva entre la concurrencia no termina de generarse calor. Hay que subir el volumen, claramente. Si hay que hacerlo, se hace. Y se hace. porque uno siempre se encabrona de la hostia cuando se hace las preguntas importantes: ‘¿Qué harás amor?’ A su vez, esa pregunta lleva al trasiego de líquido elemento espirituoso como tonta escapatoria contra el muro de la mañana siguiente. Pero aceleramos como si no lo supiéramos. Los Zigarros son mi patria porque es saludable ser inconsciente, un ratito, por lo general, casi siempre.

Cumplen diez años Los Zigarros y lo sé perfectamente porque antes eran Los Perros del Booggie. Molaban igual y con ese nombre telonearon a AC/DC en Sevilla en 2010. Años más tarde, en 2016, ya un poco consolidados como Los Zigarros, telonearon a los Rolling Stones. No hay nadie, es que no lo hay, que haya hecho eso en el rock en español. De manera que es una alegría y una reivindicación de toda una generación. Mi patria es mis Zigarros porque son de los nuestros. Son nuestros. No hay fisuras, tampoco imposturas, solo rocanrol. El escenario tiene luces porque tiene que tenerlas. Podría no ser así. El alarde de las pantallas laterales es cosa del propio WiZink. Aquí hemos venido a meternos rocanrol en vena, a tomar unas cervezas y a hacer un poco el tolai. Mi patria es mis Zigarros porque, de su mano, sigo siendo un joven airado.

QUÉ DEMONIOS HAGO YO AQUÍ

Revienta el rock mientras se nos cae encima el gotelé del piso. ‘Apaga la radio’, descorcha las paredes. ‘Voy hacia el mar’. ‘Queda muy poco de mí’. ‘No obstante lo cual’ me representa a pies juntillas pues, como juntaletras, no tengo del todo una vida normal. Es un temazo ‘No obstante lo cual’, quiero dejarlo muy por escrito, en negrita, con ese riff que sabe tocar hasta mi hijo de cinco años con la guitarra eléctrica, pero que, a su vez, transmite todo. «Es increíble que nos paguen por esto», brama Ovidi. Pues poco me parece. La libertad bien entendida cuesta apenas 30 pavos y suena a Dick Dale. Y a Burning, y a Tequila. A rock de guitarras básico pero perfecto. Es la sorpresa de la sencillez de los tres acordes y la verdad.

‘Dispárame’. ‘Cayendo por el agujero’. ‘Odiar me gusta’. Sería divertido que viérais mis notas en el teléfono porque son un género literario en sí mismo. Pero no, solo lo digo por fardar y ‘Hablar, hablar y hablar’ y no decir nada. ‘Desde que ya no eres mía’. ‘A todo que sí’ es mi estado de Whatsapp y me declaración de intenciones ante cualquiera. Tocan ‘You really got me’, que es de los Kinks, pero es que yo soy tan de Van Halen que miro al techo sabiendo que Eddie vive, la lucha sigue. ‘Great balls of fire’ recordando que hubo un momento en que no tenían repertorio. Tampoco es que tengan muchísimo, son tres discos en diez años, ni U2, pero no hace falta más porque la esencia está concentrada. Hay que cuidar los repertorios y no defenestrarlos con los años, no hay prisa. Es solo rocanrol y nos gusta.

Cuando uno vive el presente no se da cuenta de cuanto crecen las canciones entre la gente. Los Zigarros son una banda de garito tocando para mucha gente por derecho y por suerte para ellos y para nosotros. Pero no te das cuenta de que ‘Dentro de la ley’ significa cosas. Y no te das nada de cuenta de que ‘Qué demonios hago yo aquí’ es un himno del rock en español. De que lo significa todo. De que el rocanrol canta cosas sencillas a la gente sencilla. ‘Si solo quiero estar junto a ti y lo demás me da igual’, ¿qué demonios hago yo aquí? Pues de la misma manera que otros hacen yoga, crossfit o van a misa, yo estoy aquí porque Los Zigarros cuidan mi salud mental. Y aquí hay trescientas personas enajenadas a las que no les importa el hoy, imagínate el mañana: ¡nada! Es la magia del rocanrol. Mi patria es Los Zigarros porque nada importa más que el momento presente. No hay ayer, ni tampoco mañana. Tampoco hace falta.

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