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Bienvenidos a la jungla: Appetite for Destruction de Guns n’ Roses

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Parece increíble que, después de tantos años de sedienta travesía del desierto, Axl Rose sea ahora, otra vez, la estrella del rock más grande del planeta. Cuando nadie lo esperaba, allá por 2016, se reunió con Slash y Duff en Guns n’ Roses y se puso fugazmente a cantar en AC/DC. Desde entonces, la máquina registradora de las pistolas y las rosas no ha parado de sonar (pandemia mediante). Y ahora toca recordar ‘Appetite for destruction’, su glorioso debut.

Fue allá por el segundo lustro de los emblemáticos años ochenta cuando hicieron saltar la banca del rock con la publicación de su primer disco. El debut más vendido en toda la historia del rock con más de 32 millones de copias despachadas desde el 21 de julio de 1987.

Tantos lustros después, los fans tienen lo que esperaban, que básicamente era ver de nuevo a Axl cantando Welcome to the Jungle y Sweet child o’ mine con Slash a su vera. Ya hasta nos hemos vuelto a acostumbrar, como si no hubieran estado veinte años peleados. Porque de la fusión de ambos talentos, convenientemente apuntalados por el resto del grupo, surgió Appetite for Destruction, uno de los debuts más laureados de la historia del rock en particular y de la música en general.

SALVAJES EN L.A.

La historia de Guns n’ Roses es de esas que cuesta creerse, pues parte de la azarosa reunión de cinco muchachos inadaptados de diversas procedencias que un buen día coincidieron en la escena musical de West Hollywood, absolutamente efervescente a mitad de la década de los ochenta del siglo pasado, con el Sunset Strip como columna vertebral de un movimiento, el hair rock, que terminaría conquistando el mundo.

Fueron años locos en los que la música era el único asidero vital posible. Convertidos en auténticos rockeros salvajes ya antes de publicar su debut, vivieron en tugurios de mierda, rodeados de mugre, discos, instrumentos, chicas, bebida, drogas, algo de pizza y, claro, policía. Este desmesurado descontrol está profusamente documentado en las memorias de Slash, quien, en cualquier caso, recalca que lo importante fueron siempre las canciones.

Efectivamente, las canciones mandaban. Más que nada porque o salían adelante con ellas o mejor era ir buscándose un nicho. Pero ellos estaban seguros de su potencial porque ya eran celebridades ‘en su barrio’ después de haberse pateado todos los garitos, ganando acólitos noche tras noche con sus incendiarios recitales de indómito, selvático y sudoroso rock con ramalazo punk. Y al final, Geffen Records terminó fichándoles.

32 MILLONES DE COPIAS

Inicialmente se pensó en Paul Stanley de Kiss y en John Mutt Lange para producir el disco, pero o querían cambiar algunas canciones o pedían demasiado dinero, por lo que el afortunado terminó siendo Mike Clink. Con un presupuesto de algo menos de 400.000 dólares, la grabación se desarrolló desde enero de 1987 en diversos estudios californianos.

Appetite for Destruction quedó integrado por una docena de temas, algunos tan antiguos como Anything goes, compuesto por Axl e Izzy allá por 1981 para su grupo Hollywood Rose, que terminaría fusionándose con L.A. Guns en 1985 y dando como resultado Guns n’ Roses. El compendio final muestra la diversidad reinante en el seno del grupo, pues todos participaron en distintos grados en su creación (It’s so easy, por ejemplo, es del bajista Duff).

Por aquel entonces, el torrente creativo de Axl Rose mostraba un ímpetu tan talentoso como imparable, pues en el álbum podrían haber entrado también temas que luego serían clásicos de la banda como November Rain, Don’t cry o You could be mine (que terminó en la banda sonora de Terminator 2 en 1991). Pero no encontraron su sitio en el momento adecuado, como tampoco encajó Back off bitch.

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Sí entró, claro, Welcome to the jungle, un tema de Axl que entre todos finiquitaron en menos de tres horas, según Slash. «Escribí la canción mirándome a mi mismo. Si alguien llega a Los Angeles y quiere encontrar algo, ellos pueden encontrarte cualquier cosa que quieras», declaró el vocalista, a quien precisamente vemos en el videoclip de Welcome to the Jungle llegando a la ciudad en autobús con una maleta, alucinando con todo lo que ve ante él.

Otro tema esencial del disco es Sweet child o’ mine, culpable de que no entrara el posterior clásico November rain básicamente porque no querían meter dos baladas. Nació por pura casualidad un día que Axl tropezó mientras Slash afinaba su guitarra y aprovechó el momento para hacer música circense a modo de burla. Lejos de enfadarse, el vocalista se quedó con el riff y compuso la canción, cuya letra era un poema a su entonces novia y luego esposa Erin Everly.

CENSURA Y ÉXITO PLANETARIO

A nivel global, Appetite for Destruction encierra el espíritu de Guns n’ Roses en 1987, con cinco veinteañeros viviendo su sueño rockero repleto de todo tipo de excesos, por lo que también hay referencias a sus amigas de la época en temas como Rocket Queen o My Michelle, así como a las drogas en otros como Think about you y Mr Brownstone. Incluso el vino barato tiene su oda en Nightrain. Una vida frenética plasmada en surcos profundos que nunca dejan de girar.

El 21 de julio de 1987 el disco llegó a las tiendas con un éxito razonable, envuelto en gran polémica por la portada original, en la que aparece una chica violada por un robot. Incluso la MTV se negaba a emitir vídeos del grupo, por lo que se impuso la cordura y se dio con otra portada, más legenaria aún, con una gran cruz adornada con las cinco calaveras de los músicos. Tan icónica es que la lleva Axl tatuada en su antebrazo derecho desde entonces.

En Geffen Records estaban tan contentos que, una vez alcanzadas las 200.000 copias vendidas, quisieron que el grupo entrara rápidamente al estudio para grabar otro álbum, pero los chicos prefirieron seguir en la carretera. En su primer año, Appetite for Destruction despachó 500.000 copias, lo cual estaba genial, pero la explosión estaba por llegar.

El éxito descomunal llegó porque el grupo no dejó de tocar y finalmente los vídeos de Welcome to the Jungle, Sweet child o’ mine y Paradise city entraron en el bucle de la MTV mientras sonaban incesantemente en las emisoras de radio, en el momento cumbre del rock angelino. Así, Appetite llegó al número 1 en Estados Unidos el 6 de agosto de 1988, más de un año después de su lanzamiento, desencadenando los acontecimientos.

Convertidos en el fenómeno del momento, las ventas se dispararon hasta acumular hoy 18 millones solo en Estados Unidos y más de 32 millones en todo el mundo. Es, sin duda, el éxito caiga quien caiga de la perseverancia, de la personalidad y del talento efervescente captado en un momento irrepetible. Para cuando los Rolling Stones les eligieron como sus teloneros en 1989, Guns n’ Roses ya eran el último gran mastodonte del rock. Con la bendición del mismísimo Mick Jagger.

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