Topo (2013) Fiestas de Lavapiés. Madrid

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Una cuestión de justicia

Lugar: Fiestas de Lavapiés. Madrid
Fecha: 10 de agosto de 2013
Asistencia: 3.000 personas
Precio: Gratis
Artistas Invitados: Stafas

Lele Laina (guitarra y voz) y José Luis Jiménez (bajista y voz) son historia viva del rock español. Ese rock urbano, madrileño, callejero y sentido que a finales de los setenta y principios de los ochenta ponía banda sonora a las aspiraciones de toda una generación de chavales que luchaban por un presente y un futuro con mil incógnitas en una ciudad hostil por definición anárquica y descontrolada.

Topo surgió en aquellos años de la escisión de Asfalto tras un primer disco plagado de clásicos. Laina y Jiménez cogieron los bártulos y montaron su propia banda, con la que lograron relevancia y notoriedad durante los ochenta hasta su disolución antes del final de la década. Ya sin la necesaria continuidad y lejos de los grandes medios, la pareja refundó el grupo en 1998 para tocar aquí y allá, llegando incluso a editar un par de álbumes, el último de ellos ‘Prohibido mirar atràs’ en 2010.

Más cercanos al rock progresivo de unos King Crinson que a la rabia punkarra de Leño, y más allá de las consideraciones objetivas sobre el éxito comercial de su propuesta, lo cierto es Laina y Jiménez facturaron algunas canciones fundamentales del rock en español. Por eso no sorprende (o bueno, tal vez un poco sí) que en el año 2013 fueran capaces de congregar a un par de miles de personas para su concierto en la calle Argumosa dentro de las fiestas de San Lorenzo, en el madrileño barrio de Lavapiés.

Muchas melenas de pelo blanco, muchas greñas calvas (esos que se empeñan en llevar el pelo largo a pesar de que sea una idea cuanto menos heróica), muchas camisetas de Leño, de Asfalto, alguna de Topo, y otras tantas de bandas rockeras españolas de brillante solera. No están en su momento de mayor fortuna, pero a la llamada de Topo aún hoy acude la parroquia a pasar una noche de recuerdos gracias a unos músicos que siguen siendo garantía de solvencia escénica (las armonías vocales son especialmente notables).

En este recital sonaron ‘Cantante urbano’, ‘La ciudad de los músicos’, ‘El blues del dandy’, ‘Ser urbano’, la entonces profética ‘Vallecas 1996’, ‘Sueños de rocanrol’ y ‘América’, mientras los lateros pakistaníes se empeñaban en convertirse en lo más molesto de la noche con su insistencia en que el personal les comprara sus dichosas latas. Más molesto incluso que la farola que partía en dos el escenario o las señales de tráfico que poblaban el horizonte y que claramente dificultaban la visión. Aunque en realidad ver a uno de los nombres fundamentales del rock urbano rodeado de señales de tráfico resulta profundamente evocador y el mejor de los decorados posible.

Para la parte final del concierto, los actuales Topo reivindican su legado asfáltico con una triada incontestable: ‘Rocinante’, ‘Días de escuela’ y ‘Capitán Trueno’. Son canciones fácilmente reconocibles para cualquiera que alguna vez haya sentido curiosidad por bucear en el catálogo del rock español más auténtico, y que incluso despistan a no pocos asistentes, que no sabían nada de Topo pero se encuentran cantándolas más interiorizadas de lo que ellos mismos imaginaban. Claaaaro, porque son temas de Asfalto pero, amigos, compuestos por nuestra pareja ganadora de la velada, que no pierde oportunidad de interpretarlas en directo.

Es entonces cuando un escalofrío recorre mi espalda y se me ponen de punta hasta los pelos de las canillas. Súbitamente, inesperadamente. Porque ‘Rocinante’, ‘Días de escuela’ y ‘Capitán Trueno’ son algunos de mis primeros recuerdos musicales, bien de crío, flipando con la colección musical del hermano mayor de turno. Y eso en Carabanchel implicaba escuchar mucho mucho rock, de ese que sonaba en la calle con ‘loros’ a punto de reventar en parques y portales cualesquiera. Cuando el rock era importante porque tenía muchas cosas que contar y la gente necesitaba escucharlo e interiorizarlo.

Y así finaliza una velada evocadora, de esas que al menos durante un instante obligan a reflexionar sobre el paso del tiempo y lo complicado de sobrevivir en el voraz y destructivo mundo de la música. En cualquier caso, parece claro que en las fiestas de Lavapiés los nombres clave del rock español menos mainstream siempre tendrán un hueco, pues en años pasados por aquí también han pasado otros como Burning o Ñu. Imposible no tratar de imaginar al concejal de turno, barrigón, calvo pero con melenita, canoso y organizando las fiestas al grito de «¡Aquí mando yo y viene a tocar quien me da la gana!» Enhorabuena para quien quiera que decida eso y se salga de la porquería habitual de festejos y verbenas. Es una cuestión de justicia para con los inaceptablemente maltratados.

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