second teatro edp madrid

Second (2021) Teatro EDP Gran Vía. Madrid

Crónicas
Un domingo exquisito

El público patalea. El teatro retumba como si lo estuviera atravesando un tren de mercancías. El gentío aúlla, aplaude. Ovación desatada, han cantado bingo. La euforia de un gol victorioso en el descuento. A duras penas logra el personal mantenerse en sus butacas. Es Second en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid.

Todo este despelote generalizado ha sido culpa de ‘Muérdeme‘. Una canción ya de por sí expansiva, que adquiere una nueva dimensión ya prácticamente mística con la aportación del coro góspel Belter Souls. Un punto de inflexión en un recital en el que Second se reinventan con solvencia y eficacia.

Porque esta gira de presentación de ‘Anillos y raíces’ (2018) no iba a ser inicialmente así. Pero la pandemia y el confinamiento lo cambió todo. Ansiosos por volver a la carretera, los murcianos optaron por un formato acústico que pudieran mover con más facilidad en tiempos de dificultosa movilidad.

Así consiguieron salir de casa y regresar a los escenarios en cuanto se levantó el confinamiento más severo. De esta manera lograron que sus canciones siguieran sonando en vivo como vía de escape a liberación en tiempos de desconcierto y desconsuelo. Así sobrevivieron y así han llegado este fin de semana a la Gran Vía madrileña.

De vuelta en la capital, en el Teatro EDP, para despedirse de Madrid por esta gira con un buen doblete. Hasta otra ocasión, que será ya en 2022 con nuevo disco y el formato eléctrico de siempre. Pero esta tarde de domingo, igual que la del sábado, hay la electricidad mínima y necesaria para la amplificación. Sin distorsión.

Se presentan sin apenas artificios, por tanto, Sean Frutos (vocalista, sinte, armónica y guitarra ocasional), Jorge Guirao (guitarra), Nando Robles (bajo) y Fran Guirao (batería, cajón, maracas, teclados, pianos, xilófono y lo que haga falta). Y sin trampa ni cartón, arrancan con ‘Conocerte’ y cogen velocidad con ‘2502’, ‘Nueva sensación’ o ‘Primera vez’.

Tan elegantes como siempre, más delicados que de costumbre. Más detallistas, diríase, cuidando los espacios que deja libre la ausencia de las guitarras eléctricas. Con la voz en primerísimo plano, más que nunca. Con Sean en el epicentro, casi como un crooner. Modulando los tonos y marcando los tiempos, todo expresividad y versatilidad.

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Para dar variedad, Fran pasa varias veces de la batería al cajón flamenco. Por ejemplo en ‘Quien pensaba en eso’. Luego Jorge y Sean solos a guitarra y voz en ‘Invierno dulce’. ‘Nivel inexperto’ obtiene una reacción importante, y ‘Entre versos de placer’ sirve de puente para otro de los momentos destacables, con Sean acompañado por Fran al piano en ‘Teatro infinito’.

Resuena el cantante, que va sobrado y aplasta a los asistentes contra sus asientos. De alguna manera les hipnotiza. Les agarra, les zarandea y les lanza. Tiene sentido que la siguiente sea ‘En otra dimensión’ y que el remate sea ‘Muérdeme‘, que provoca el desvarío colectivo ya comentado. La liberación de las almas en busca de la divinidad: eso es el góspel y en su mezcla son Second eso se consigue a bocaos.

«Tenemos ahora una papeleta importante», bromea Sean ante un teatro que reclama más de eso. Pero el plan es cambiar de tercio. «Second somos así», continúa divertido el cantante, que reconoce entre risas que ‘Tu canción de despedida‘ es un poco «bajona». Bajan las pulsaciones en este tramo con ‘En la cuerda fuerte’ y la recuperada ‘N.A.D.A.’, en tránsito hacia la siguiente eclosión.

Esta llega con ‘Mira a la gente’, canción de las recientes con aroma a clásico y que vuelve a acelerar el pálpito comunal para desembocar en el siempre necesario bis. Oscilando entre el intimismo más puro y la efusión dislocada, Second entonan ‘Más suerte’ y, desde ahí, relanzan al personal con la nueva aparición de Belter Souls.

Es una carta ganadora, un reluciente as en la manga. La conjunción de sus voces eleva el concierto durante ‘Sonará en todas partes’. Y en ‘Todas las cosas’ vuelve el lío serio porque cuando parece que no se puede subir más, suben más. Es ese toquecito en el acelerador que uno sabe que puede dar cuando conduce, ese control total. Conducen bien Second.

ESTA FOTO Y LA PRINCIPAL SON DE EFRÉN BAUTISTA ALONSO

Y ya cuesta abajo y sin frenos ‘Rodamos’ y aporreamos el suelo por enésima vez como manera de expresar júbilo y, de paso, mover un poco las piernas. Porque esto de los conciertos en teatros puede llegar a ser un poco tortura china por no poder moverse como antaño. Son dos horas en las que echamos de menos estar en pie y tocarnos y brindar y todo aquello. Pero, al mismo tiempo, disfrutamos de lo que tenemos, que no es en absoluto poco.

Porque Second en un teatro es un pequeño gran lujo. Siempre lo ha sido pero, después de tantos años y tantos discos, han conjuntado un repertorio que vale para la demencia festivalera y para la quietud y la atención de los bonitos recintos como este EDP Gran Vía. Por encima de modas y etiquetas, Second es una banda ya clásica y eso se nota en el cariño de la gente.

Es un domingo exquisito, en definitiva. Un adjetivo que va a ir siempre de la mando de Second por dos motivos: porque les define y porque su ‘Rincón exquisito’ es su gran donación al mundo. Una de esas canciones que de alguna manera detiene el tiempo, que tiene ese don. Que pone al público, literalmente de todas las edades, por cierto, ya sí en pie en un aplauso recíproco. Podemos ir todos en paz.

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