inhaler madrid

Inhaler (2022) Sala Cats. Madrid

Crónicas

Inhaler somos tú y yo por la noche imaginando el siguiente día

Fue en febrero de 2020 cuando estuvimos con Inhaler en la Shoko. Una noche especial, pero como otra cualquiera porque no sabíamos que íbamos directos al agujero negro. Y hasta que no volvimos a congregarnos anoche, más o menos los mismos, no hemos terminado de creernos que ya estamos fuera de nuevo. ¿Sabes? Somos los mismos y no nos damos explicaciones.

Porque nos conocimos sobre los cimientos de U2, hace ya más de dos décadas. Y somos de Madrid, de Bilbao, de Valencia, de Fuenlabrada. Somos de todas partes pero pertenecemos a un único lugar donde no se pregunta la procedencia. Cohabitamos en cualquier canción. Tampoco nadie te pregunta por qué estás aquí. Eso ya se sabe. Son códigos compartidos.

Y diras, vale, pero háblame de Inhaler. Vale. te hablo de Inhaler. Tienen un directo verdaderamente estupendo y una mezcla loquísima de público. Muchas chicas jóvenes que flipan con Elijah Hewson y, luego, al fondo, más atrás, en la barra, gente que ha visto a padre medio centenar de veces tirando por lo bajo. Y que asiente, cerveza en mano. Algo está pasando.

¿Sabes lo que está pasando? Que hemos envejecido prematuramente al encontrarnos con el hijo de nuestro Bono. Y dirás, pero qué flipao. No sé qué decirte, seguramente sea un fipao. Lo soy, eso ya lo sé. Pero me flipo por los motivos correctos con la misma mierda desde finales de los ochenta y ahora se abre una nueva espita que nos recuerda cierta insolencia juvenil.

Aquella de ‘Out of control’, por qué no. Yo escucho eso en ‘When it breaks’, casi en ‘Cherry up baby’ y también en ‘It won’t always be like this’. Tres temazos como tres soles. Ese espíritu de ‘Boy’ es que algunos percibimos y, a su manera, siente la chavalada que se aprieta en las primeras filas. Es una mezcla muy variopinta de público la que congrega Inhaler por motivos obvios.

Para nosotros es una bendita excusa para acercarnos a las grandes noches del pasado. Las que ya vivimos a conciencia, las que ya sufrimos en la consiguiente mañana, en cualquier habitación de hotel de cualquier país. Irlanda, preferiblemente, varias veces. Inhaler tienen valor por sí mismos, pero para los más viejos del lugar es imposible explicarlo disasociado.

Antes del concierto nos reunimos en un bar aleatorio. Pues bien, resultó que ahí estaba la banda. Y como somos gente que huele la sangre, por ahí comenzaron a aparecer caras familiares de tantas y tantas noches. Somos nosotros. Esta es la tribu. Pasan tantas cosas cuando nos congregamos todos, tan dispersos, siempre los mismos. Y somos muchos. Nos conocemos.

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Paula es la mujer de Pedro. Me dio un ibuprofeno para mi ex en Dublín 2009. Anoche nos tomamos unas cervezas. Y nos gusta Inhaler yo creo que de verdad. Ya. Ya lo sé. ¿Es Inhaler algo más que la banda del hijo de Bono? Para nosotros, por supuesto que sí. Pero una cosa te voy a decir, Elijah Hewson: si eres el hijo de Boniato, eres el hijo de Boniato. Vamos, no me jodas, nano.

‘We have to move on’. ‘Ice cream sundae’ (no es Sunday bloody sunday, no, venga, sal de ahí de tu puta cabeza enferma). Esto es post punk bien guapo. Hay intención. Inhaler es una banda que no pertenece a este tiempo porque, de alguna manera, nació en un presente que todavía estamos aprendiendo a imaginar desde un pasado que ya escribimos. Y nos llevan ahora, inesperada e improbablemente, a nuevos lugares que no existen.

Personalmente, yo tengo a fuego la foto de aquel Elijah canijo en brazos de Bono en el funeral del abuelo Bob. ¿Que por qué conocemos estas cosas? Porque el propio cantante de U2 lo ha contado millones de veces. Pero anoche le decía a Alfredo, tío, es que es muy fuerte porque, no sé, aquella foto, esta noche aquí. Es un matrix de manual. No. Es mejor todavía: es la vida real.

La vida real nos pasa por encima varias veces a la semana, porque así tiene que ser. Somos atropellados al menos dos o tres veces cada siete días. Ver al hijo de padre cantando como padre hace cuarenta años es un atropello. Una tropelía. Pero nos levantamos, nos quitamos el polvo y nos vamos a un pub a cantar ‘Bad’. Somos ese tipo de gente, even better.

Inhaler tiene su propia vida más allá de los fans de U2. Complicadilla, pero la tiene. Mientras tanto, es un ente estrictamente necesario para mantener una serie de lazos que ellos no crearon, pero que indudablemente les han tocado. Su primer disco, que lo estoy escuchando mientras escribo esto, es bastante guay: nos vemos reflejados aquellos de entonces en este ahora. Pero sabes lo que te digo. Aún hoy molamos de la hostia.

Inhaler también, pero esa es otra historia paralela que estamos escribiendo. ¿Cómo será ser fan de Inhaler sin venir de U2? Es algo que me fascinaría comprender y que, sí, ocurre. La chavalada chilla, aúlla, empuja. Y nosotros les parecemos venidos de ultratumba. ¿Cuántos mundos paralelos pueden coexistir en una canción? De momento, ya te lo digo, tú y yo.

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