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Arde Bogotá (2023) Sala Changó. Madrid

Crónicas
Coches en llamas en dirección contraria por la A3

Son las 00:02 del 12 de mayo de 2023 y acabamos de llegar a casa de la presentación para familia de ‘Cowboys de la A3’ de Arde Bogotá en la sala Changó de Madrid. Es una hora extremadamente prudente para un jueves, pero procede: llevamos un niño rubio de cinco años dormido en el maletero. Y todos hemos visto suficientes pelis de Tarantino como para saber que no conviene que ningún agente de la ley vea lo que no espera ver en un vehículo en marcha por una ciudad en llamas.

El eje central del nuevo disco de Arde Bogotá es precisamente ese. Los maleteros, la carretera, los coches, las furgonetas, el asfalto, la libertad, las autovías. De alguna manera, un imaginario trasladado del New Jersey de Bruce Springsteen en los setenta a la Cartagena del siglo XXI donde, por otro lado, se reivindica a las bandas de rock casi como una especie en extinción. Me gusta más Murcia que el lado menos noble del East River, de aquí al sistema solar donde Cartagena volveremos a fundar. Algún día, sin dudar.

Una noche de jueves más en la oficina, en definitiva. Casi contando los minutos para que aparezca por arte de magia el segundo disco de Arde Bogotá en todos nuestros dispositivos llegada la medianoche. Ya está, de hecho. Suena más rotundo, en directo infinitamente más voluminoso que ‘La noche’. Rebosa intención, canciones que buscan su propia generación. Forajidos en dirección contraria por la A3 de una industria musical enajenada por el vil metal (como siempre, ya, pero ahora nos gusta menos lo que manda).

La velada es una cosa organizada por la discográfica para gente de bien. La verdadera gente de bien unida por la música, quiero decir. En la sala Changó. Una decena de canciones en total y una constatación: Arde Bogotá está mutando en una banda de rock aún más voluminoso de lo que en un incio supusimos. Antonio, el cantante, se deja esa melenita que provoca cierta confrontación en la espera y que saca a la palestra nombres importantes: Héroes del Silencio en general y Bunbury en particular. Palabras mayores, vamos todos a calmarnos y a bajar las pipas. Esta noche no.

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La confrontación musical siempre es interesante y se intensifica con la espera a que comparezcan los músicos sobre las tablas. Ocurre, al fin, la banda suelta a ‘Los perros’. Luego tira por ‘Abajo’. Sonido enmarañado y cierta sensación de que estamos de fiesta, lo cual está bien, así que no pasa nada si falla el bajo durante un rato. Es una noche de cumpleaños cero, de nacimiento, de hecho. ‘Besos y animales’, ‘Cowboys de la A3’, ‘Escorpio y sagitario’, ‘La salvación’ y el despiporre energético de ‘Todos mis amigos están tristes’. Esta última canción en particular ya prometía, pero en vivo se desatan las cadenas.

No es lo que toca tonight, pero es que siempre y nunca es buen y mal momento para fundar Cartagena en otro sistema solar. ‘Exoplaneta‘ es uno de tantos himnos predestinados, porque lo de esta banda es purita predestinación hacia donde quiera que estemos mañana. Saberlo no tendría ni la más mínima gracia. Lo que está claro es que, de alguna manera, estamos todos creciendo y, evidentemente, ardiendo. Llamando demasiado la atención. Al final nos enmarrona la poli por el dichoso maletero.

PD: He entrevistado a Arde Bogotá para mi casa en infoLibre.

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