Pepper & The Stringalings (2013) Galileo Galilei. Madrid

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Lugar: Galileo Galilei. Madrid
Fecha: 6 febrero 2013
Asistentes: 200 personas
Artistas Invitados:
Precio: Desde 8 euros
Músicos: Pepa Solana (voz), Javier Alcázar (guitarra), Rodrigo García (bajo), Eduardo Molina (batería, guitarra y voz), Frank Garzón (ingeniero de sonido)

Setlist: Ronky Monkey, Rockabilly McPherson, Baby in Blue, Love Dies Alone, Frenesi, Lose Your Mind, Brighton Solo, Oh Baby!, Please, Layla, Q-Ban Rhapsody, Under Pressure (con Momo), South Frog’s, Ronky Turkey, Guns on Your Soul, Pinstriped Bullet, Shot of Your Love

Pasea el personal tranquilamente una fría noche de miércoles cualquiera por la calle Galileo, saliendo súbitamente de su despiste por el tiroteo sonoro que fluye desde lo más profundo de una caldera a toda máquina. Gente del barrio, acostumbrada a todo tipo de pelaje en torno a esa ya legendaria sala de conciertos por la que han pasado miles de ilustrísimas señorías, altezas y santidades incluso, excelentísimos todos. Un selecto club al que ya pertenecen Pepper & The Stringalings, una joven aunque sobradamente preparada formación madrileña de rock con toques de música negrata que acumulan sobre sus espaldas decenas de conciertos presentando su primer disco, ‘Ronky’

Gente que no puede evitar asomarse, desorientada por la sensación de que les gusta eso desconocido que oyen, por la intuición de que ahí dentro está pasando algo que necesariamente deben presenciar, privados de su voluntad y engatusados en primera estancia por la voz torrencial de Pepa Solana, capaz de provocar decenas de emociones (antagónicas al mismo tiempo incluso) con su inabarcable abanico de registros. Tina Turner, Adele y Aretha Franklin encerradas en un cuerpo blanco que irradia sensualidad e infancia angelical al mismo tiempo, contribuyendo así aún más al desconcierto de la concurrencia. ¿Pero esto cómo puede ser?

Una Pepa perfectamente acompañada por tres muchachos obsesionados con alcanzar la excelencia, melómanos, unidireccionales, musicales hasta cuando duermen. La solidez del bajo, la versatilidad de la batería y la locura sónica de un guitarrista con vocación de héroe de las seis cuerdas que se atreve incluso a clavar como si tal cosa el mítico ‘Brighton Solo’ que tantas veces Brian May hiciera en directo en los conciertos de Queen.

No comenzó la velada todo lo bien que debiera por unos molestos problemas de sonido que poco a poco se fueron solucionando. La banda estaba nerviosa pues se sabía escudriñada por una parte del público acostumbrada a grandes noches (los que ya les conocían), con la otra mitad ya de alguna manera saturada después de no haber escuchado otra cosa que elogios y palabras redondeadas en negrita resaltando la airosa validez de la propuesta.


Y es que según nos contó posteriormente Eduardo, el baterista, efectivamente estaban «algo nerviosos», a pesar de haber tocado ya en lugares como Razzmatazz o Joy Eslava. «Hemos estado muchos veces viendo a gente muy grande en ese escenario, y ahora nos tocaba a nosotros estar encima», admite, justo antes de que le sea revelada la verdad última que todo músico quiere escuchar: al camarero de Galileo Galilei le molasteis que te cagas. Que lo sé, que me lo dijo a mi en una de las tropecientas veces que fui a gastarme el dinero negro (que no, que es azul y rojo) que con tanto sudor gano día a día.

La caldera va cogiendo temperatura y aquellos que pasan por la puerta de la Galileo experimentan repentinos cambios de humor, sienten su vida desperdiciada por no estar ahí dentro, metiendo los dedos mojados en los enchufes, recibiendo su necesaria ración de motivación vital. Las canciones de ‘Ronky’ suenan ya más que rodadas ante un público entusiasta mientras el recital discurre de menos a más, aderezado también, por ejemplo, por la contundente versión del ‘Layla’ de Derek & The Dominos.

Otra sorpresa fue la colaboración de Momo, vocalista sin duda conocido por los que frecuentan los musicales de la Gran Vía, con el que interpretaron una chutante versión del ‘Under Pressure’ de Queen (pasión total por la banda británica sobre las tablas incluso con una réplica de la Red Special de May en manos de Javier).

Pista de baile tomada al asalto en el tramo final, con Pepa bajando a bailar a la primera fila con un conocido fantoche y periodista musical que ocupa su tiempo metido por Musicópolis varias, fan irreductible del grupo y de alguna manera culpable de su progresivo éxito. El camarero de la barra del fondo cada vez está más convencido de que aquí hay chicha, llegando incluso a menear la cabeza con cierta elegancia rítmica… y eso que él ya ha perdido la cuenta de los conciertos que ha visto, eh.


Al final fue hora y media larga de rock, de soul, de ritmos garajeros, de guiños a Jack White y los White Stripes (adorados hasta el paroxismo por el batería del combo), de huracanes vocales capaces de despedazar incluso los hielitos de los cubatas del gentío que, ya sí, aúlla y resopla ante el podería de Pepper & The Stringalings, un combo que insufla vida, que no tiene fans, que tiene rehenes, que tiene un futuro luminoso si no desfallece en el duro esfuerzo diario que supone dedicarse a la música en esta república bananera en la que nos ha tocado jugarnos los cuartos.

«Nos lo pasamos muy muy bien y dijimos todo lo que habíamos ido a decir», afirma Eduardo. «El público se lo pasó muy muy bien y se llevó lo suyo, lo de su prima, lo de su cuñada y lo de la querida», afirmo yo, el que escribe porque quiere, porque así lo siente, porque cree saber diferenciar a los que ponen pasión extrema en lo que hacen del resto de simples mortales. Porque esa es la receta: pasión, pasión y pasión. Hasta la camisa de fuerza si es preciso, sin red, a nicho abierto. Así sea.

PD: estos hacen una gira por Cuenca con Freedonia y se forran.

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2 thoughts on “Pepper & The Stringalings (2013) Galileo Galilei. Madrid

  1. Menudo conciertazo, cómo suenan estos chicos, grandes, muy grandes!!

    Lo has clavado, todo pasión como lo que has escrito, no me hubiera perdonado habérmelo perdido.

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