johnny burning madrid

Johnny Burning (2021) Teatro EDP Gran Vía. Madrid

Crónicas
El chulapazo del rocanrol madrileño, nena

En su día aprendimos que el rock es nocturnidad y alevosía. La música del mal en garitos de suelo pegajoso, cuando no resbaladizo. Y ahora nos vienen con que esos pilares monolíticos sobre los que todo se sustenta ya no valen en 2021. Ahora el rock nos convoca a las 12.30 del mediodía de un sábado en un teatro de la Gran vía.

Por fortuna, hay otra regla básica que lo resume todo: el orden de los factores no altera el producto. Vamos, que ahora vamos de concierto y convertimos los previos en el brindis posterior. Nos han quitado los previos, eso es verdad, salvo que lo tuyo sea desayunar un colacao antes de meterte entre pecho y espalda dos horas con Johnny Burning. No es el caso.

Si lo pensamos así, no es para tanto. ¿Acaso no hay sábados que te levantas, subes la persiana y te pones a todo volumen una canción que te ponga las pilas del tirón? Es una forma infalible de desperezarse cuando te la tocan en vivo como un huracán. Rodeado de tus iguales, que buscan lo mismo, que obtienen lo mismo.

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Esa energía la genera Johnny Burning desde que aparece en escena. ¡Despertad, que es San Isidro! Y resulta que el músico madrileño de 65 años es un patrón en el que creer. Desde luego que sí. Presenta en el Teatro EDP Gran Vía su primer disco en solitario: ‘Hagámoslo’ (2021). Y habrá tiempo para volver a Burning, claro que sí. Suyo es el legado por derecho.

La banda que acompaña a Johnny tiene muchos galones. Y eso suena como tienen que sonar un puñado de hombres haciendo rock. No puedes evitar al verles que el rock no es cosa de niños. Puede que se parezca, pero no es lo mismo. Con Nico Álvarez a la guitarra ejerciendo más que nunca de escudero del líder: casi parecen un dúo, por mucho que el nombre sea el que es. Se salen todos, pero ojo a un clásico de la escena curtido en mil batallas: el bajista Mac Hernández.

JOHNNY BURNING EN MADRID. FOTO: RICARDO RUBIO

Así se marcan todo el ‘Hagámoslo’ de principio a fin. Rotundos y contundentes. Bastante sobrados. Ya no sabe uno qué hora será, ni qué estará haciendo la gente de bien. El público aquí congregado a deshora está entregado a lo que quiera un Johnny totalmente suelto, que habita en el escenario con una naturalidad pasmosa. Que se divierte de la hostia, to chulo él.

Es San Isidro, patrón de Madrid, y afloran los claveles rojos. Los chulapos y las chulapas. Rendiditos todos al chulapo, al chulazo, al chulapazo del rock madrileño, nena. Que a sus 65 palos canta, marca el ritmo, aúlla y comenta divertido la jugada. La gente le grita movidas entre canción y canción y él responde con ocurrencia, siempre divertido. Uno de los nuestros.

Hay un intercambio de energía veraz. El público no aguanta aplastado contra las butacas, se menea, se revuelve, se levanta tímidamente a la mínima, aunque técnicamente no se pueda. La banda tiene incluso sección de vientos de tres piezas y percusión aparte de la batería. Aparece Rubén Pozo para tocarse un par de temas y casi se equivoca por dos veces al decir buenos días en lugar de buenas noches. Jolgorio.

NICO ÁLVAREZ Y JOHNNY BURNING. FOTO: RICARDO RUBIO

Aquí hay sentimiento de pertenencia y militancia. «¡Cómo entra un rocanrolito a las doce de la mañana, eh!», lanza Johnny en uno de sus múltiples discursos entre canción y canción. Con la fuerza de ‘El diablo en el hoyo’ acaba la interpretación total del debut en solitario del sempiterno teclista y cantante de Burning. Emprendiendo camino nuevo a estas alturas, ya ves.

Ha pasado una hora de bolo y queda otra entera con temas de, claro, Burning. Que si ‘Bestia azul’, que si ‘Tú te lo llevas todo’, luego ‘Purasangre’. Se resiste Johnny a tirar de clásicos, pero resistirse a semejante arsenal es irresistible en realidad. Así que caen ‘Qué hace una chica como tú en un sitio como este’ y ‘Mueve tus caderas’ para despelote generalizado.

CONCIERTO DE JOHNNY BURNING EN MADRID. FOTO: RICARDO RUBIO

Hay amago de despedida, pero tiempo aún para ‘Ginebra seca’ y el desenlace con ‘Esto es un atraco’. No se podrá, pero se lleva la banda una ovación en pie con aplausos, silbidos y aullidos de diversa índole. Tan metida en la movida, la gente cree que al salir va a ser noche cerrada, noche de bares de rock, pero resulta que hace un sol de escándalo.

Una vez más, el orden de los factores no altera el producto. Si hay que llevar el rock a los bares ‘normales’, se lleva. El rock es un estado de ánimo dentro de cada cual. De manera que convenientemente inoculados por el germen del rocanrol, todos a la calle y que sea lo que tenga que ser. Es sábado feriado, la ciudad hierve, literalmente, y pronto estará bien cocida. Hagámoslo.

JOHNNY BURNING. FOTO: RICARDO RUBIO

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