Second (2010) Joy Eslava. Madrid

Setlist: Rincón Exquisito, Palabras, Invisible, A las diez, Nuevos secretos, Erased world, Nada te dirige, Rodamos, Conocerte, Different Levels, Horas de Humo, Sin Aliento, Fortune Day, Más suerte
Bis: Algo, Tu Inocencia Intacta, Demasiado Soñadores, En el viaje, Todas las Cosas

Sigue la velada con Palabras, que es la copla esa de ‘si tu no estás conmigo, si tu no estás conmigo, si tu no estás conmigo’ y no se me caen los machos al afirmar que la vida me sonríe por tener a Ana y Paloma ante mi jarreando, conmigo, coño, sí, conmigo, dios las bendiga, la madre que las parió. Invisible es casi mejor, y eso que la descubrí antesdeayer, lo reconozco, pues he estado enfrascado en esa obra magnánima que es Fracciones de un Segundo. Entre nosotros, si Second logran superarla, quedamos una noche, nos ponemos hasta el culo, y decidimos qué hacemos con ellos. Vamos, que ni los Stones en los setenta.

Pero Sean (no Lennon, no Pean) canta, mola, me gusta, se retuerce, entona, se alza, se esfuerza, llega, se supera, con sus pantacas a la Jim Morrison, en cuero imposiblemente encajados. Me gusta la banda. Me gusta cualquier banda que empieza su concierto con dos guitarras, uno con la Fender Telecaster (de Bruce, por derecho) y otro con la Rickenbacker (de Amaral, por las fotos patrias, aunque hay más). Esas doce cuerdas son como los cañones de AC/DC, a ver quien tiene huevos a cuestionarlos. Por cierto, la movida con Alondra Bentley or whatever, puramierda.

Se intercalara cierta moñeria con un poderío funk incuestionable ‘a la We Are Standard pero mejor’. Sí, mejor, porque esta noche están ahí para que les vilipendiemos o les ensalcemos, así que les podemos comparar hasta con El Último Ke Zierre si nos sale de las pelotas. Son rollos que no convergerán nunca, pero eso me pasa a mi con muchas amigas de mi novia y sigo aquí escribiendo verdades a medias sobre el rocanrol como si no fuera conmigo.

‘Rodamos’ petó el lugar de una manera que no imaginaba yo, mucho, muy alto, gracias, no, a ti, pelotas, no, a ti, tu más. Luego anunciaron que iba a salir Javier Ojeda y me jodió que quedara en un iba porque ese tío es de lo mejor que ha paseado culo por los escenarios patrio cantando ‘Sabor de Amor’, pero no estaba. Siempre un placer ver y escuchar cantar al vocalista de los infravalorados Danza Invisible, pero tendrá que ser otra noche. La habrá, por el Honky Tonk.

Llegamos a los bises, que se revelan como un gran pedazo de mierda. Uno, porque lo de tocar en acústico lo inventaron Bono y Edge en 1992 y ya huele; porque invitar a tu hermana a cantar puede molar si la canción acompaña (que no); y porque presentar un nuevo tema mola si mola (que un poco). Luego vale, finiquitamos con dos composiciones considerables y dices aquello de quiero ver todas las cosas, todos los sitios, quiero que tu estés, lo necesito, oooooh ooooh oooooh. Y te vas a casa con la satisfacción del puto deber cumplido.

No, no jodas, a casa no te vas. Enfilas El Templo del Gato buscando al cantante de The Answer, que una vez tuvo, pero esperamos que no retuviera, pues sería dramático. Second sabemos que están en el Independence Club de Santa Engracia pero, oh no, pasamos, no somos tan mitómanos. No esta noche. Aunque el guitarra de la Telecaster, el de la camisa gris y la corbata negra, mereciera un momunento de los que no quita Zapatero. Ni Love will tear us Aznar tampoco lo quitaría aunque pudiera. Es más, lo levantaría, because tramps like us, baby we were born to run.

Pero no se vayan todavía que aún hay más. Te quieres ir a casa a una hora razonable, tu, fan irredento de Bon Jovi, y el taxista que asume tal misión lleva puesto el Lost Highway, sin duda lo más mediocre que Jon y Richie, ese tándem predestinado a ser los nuevos John y Paul, han escrito jamás. Sabes que es basura pero el taxista te busca por el retrovisor con ojos lascivos y te encuentra con la air guitar. Ya está, se acabó, arrópame esta noche en este rincón tan exquisito. Mañana me llamas y hablamos, ¿no?