Ver a Vetusta Morla desde la primera fila del Teatro Romano de Mérida cuesta 95 euros

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VETUSTA MORLA EN CONCIERTO. FOTO: MARÍA MACÍAS

Llegará un momento en el que se rompa la baraja, pero por ahora prosigue la alocada escalada de precios en las entradas para conciertos. Ya lo hemos hablado antes en otras ocasiones, pues es una tendencia que afecta a los grandes conciertos -principalmente internacionales- desde hace ya unas cuantas temporadas.


Y nada, pues que este viernes me he quedado un poco desconcertado cuando alguien comentaba en un chat de Whatsapp que ya tenía entradas para VM por 95 euros. He pensado en un primer momento que debía tratarse de Van Morrison, pero en realidad intuía que estábamos hablando de Vetusta Morla.


Vaya por delante que me parece genial que cada cual se gaste su dinerito en lo que quiera, solo faltaba, pues para eso trabajamos, para sobrevivir y pegarnos los lujillos que nos salgan de lo más profundo del fuego de la caldera -yo mismo cometo excesos de este tipo con las entradas de vez en cuando-. Pero también habrá que decir que esto es un poco dislate.


Estamos hablando, por cierto, del Stone & Music Festival que se celebrará en septiembre en el Teatro Romano de Mérida, y donde los precios para ver a Vetusta Morla van desde los 35 euros del ‘gallinero romano’ hasta los 95 de la ‘primera fila romana‘ que incluye, oh generosidad, un Pack de Merchandising, cocktail desde una hora antes del recital y acceso preferente.


95 euros por ver a Vetusta Morla desde primera fila. Bueno, desde las seis primeras filas en realidad. Y ya están prácticamente agotadas las butacas de esa zona más cercana al escenario, apenas unas horas después de ponerse a la venta. Las de 35 euros sí que están totalmente despachadas, y las siguientes van a ser las de 60 euros de la zona media, que ya están volando. Con algunos amigos tenemos la broma de que todo va a terminar costando 100 euros en lugar de 1 euros y parece que somos más visionarios que cómicos.


¿Es un poco pasada o es solo cosa mía? Vale que el Teatro Romano de Mérida es un sitio precioso y un marco incomparable para asistir a conciertos, pero recordemos que los tickets para su gran recital del pasado junio en La Caja Mágica de Madrid costaban 28 euros más gastos. Del aparcamiento maloliente del sur de la capital a la magia arquitectónica de la ciudad extremeña hay, aparte de 350 kilómetros, un abismo si hablamos del contexto, vale. Pero es que las del 30 de diciembre en el WiZink eran desde 32 euros más gastos (la pista casi 43 euros, una cifra ya ambiciosa, bastante menos de la mitad que en este caso).


Una puta pasada, en definitiva, ponerse como os dé la gana. Esto es lo que pasa cuando las costumbres culturales se convierten en hábitos de consumo, que es básicamente lo que está pasando a todos los niveles en esta sociedad disparatada en la que vivimos, en la que todo se está convirtiendo en un ‘place to be’, en un ‘must’ y gilipolleces similares.


Y lo más chungo es que esto no es especulación, no estamos hablando de las dudosas prácticas de Ticketmaster para literalmente subastar las entradas y obtener así el máximo beneficio posible. Esto es el mercado, amigos. Bienvenidos, porque ahora que hemos entrado, resulta que estamos en una ‘escape room’ en la que en realidad la gracia del juego es que no hay salida.





Este tipo de precios son los habituales del Stone & Music Festival, tampoco es de ahora y no es que me asuste especialmente, pues va un poco del rollo ‘boutique’. Es sencillamente que hay gente que está pagando 95 euros (y 60) por ver a Vetusta Morla en directo y eso me desconcierta, me saca de la carretera y me deja en el arcén. Hablamos de música independiente. Ya puede merecer la pena la ‘experiencia’: Otro gran problema este concepto perversamente utilizado para convencernos de que es justo pagar ese algo más para disfrutar de ese otro algo más que luego no es para tanto.


Las entradas más caras para ver a Raphael en este mismo festi en el Teatro Romano de Mérida cuestan 120 euros, lo mismo que las de Umberto Tozzi. En el caso de Hombres G, se quedan en 100 euros, lo cual es también una sobrada que flipas. Aunque bueno, con el nuevo año y el IPC y toda esa cháchara, en La Riviera los minis de cerveza han pasado a costar 11 euros, de manera que solo se trata de seguir estirando el chicle hasta dejarlo seco y sin sabor.


Está claro que la tendencia es moldear la dichosa curva de la oferta y la demanda para comprobar hasta dónde. Los bebés te desafían constantemente con todo lo que hacen para averiguar a base de ensayo y error dónde tienes el límite. Eso mismo es lo que muchos promotores van a seguir haciendo y, por ahora, parece que les queda margen de dilatación


Porque las entradas para Vetusta Morla -que no deciden el precio en este tipo de festivales, pero aceptan legítimamente las condiciones- en el Teatro Romano de Mérida se van a agotar más pronto que tarde. Y el año que viene, si vuelven, tendréis que pagar los 120 euros que ya cuestan hoy esos otros artistas que hemos mencionado. Porque por ahora no hay línea en el horizonte.

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