The Darkness (2012) La Riviera. Madrid

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Noche loca con The Darkness en Madrid: falsetes castrados y guitarras hormigoneras

Lugar: Sala La Riviera. Madrid
Fecha: 7 octubre 2012
Asistencia: 1.500 personas
Artistas Invitados:
Precio: Desde 28 euros
Músicos: Justin Hawkins, Dan Hawkins, Frankie Poullain y Ed Graham

Setlist: Every Inch of You, Black shuck, Growing on me, She just a girl Eddie, One way ticket to hell… and back, Nothin’s gonna stop us now, Get your hands off my woman, Love is not the answer y Love is only a feelin’, Friday Night, Concrete, Everybody Have a Good Time, Street Spirit (fade out), Givin’ up, Stuck in a rut, I believe in a thing called love, With a woman, Love on the rocks with no ice.

CRÓNICA TAMBIÉN PUBLICADA EN ROLLING STONE.

Nadie parecía capaz de comprender el enorme éxito allá por 2003 de una banda que surgió de la nada desafiando a la modernidad del nuevo siglo con un batiburrillo de influencias en el que destacaban Queen, AC/DC, Thin Lizzy, David Bowie, Boston, Cheap Trick, el glam rock, el hair metal, Spinal Tap… mientras la electrónica se adueñaba de millones de voluntades alrededor del mundo, estos británicos despachaban discos, copaban portadas, vendían entradas para sus conciertos y encadenaban fiestas salvajes como en los mejores tiempos de la industria musical.

Tan bien les iba que a pesar de publicar dos excelentes discos (Permission to land y One way ticket to hell… and back), el alocado frenesí de su día a día terminó por dinamitar a su carismático líder, Justin Hawkins, lo que provocó que todo lo que tan rápido habían conseguido se escapara por el sumidero incluso a mayor velocidad. El fin de la primera etapa de la banda tuvo lugar en 2006, y tras su reunificación el pasado año, se plantaron este domingo en Madrid para presentar su sorprendentemente nuevo gran álbum, Hot cakes, que entronca a la perfección con su material de un lustro atrás.

Siempre horteras en su aspecto, The Darkness están a medio camino entre la parodia y el rock a vida o muerte. Especialmente su líder, un demente de agudos y castrados falsetes imposibles embutido en ropajes aún más inverosímiles. No en vano andan estas semanas teloneando a Lady Gaga (con la que sin duda Justin comparte fondo de armario) en su actual gira europea, como sucedió el pasado sábado en el Palau Sant Jordi de Barcelona ante 18.000 personas. En La Riviera la cosa se quedó en algo más de media entrada, lejos del lleno, pongamos 1.500 siendo generosos.

Millar y medio de incondicionales que desde el primer segundo de Every inch of you olvidan súbitamente que es domingo y que en unas horas comienza otra semana laborable. Las enérgicas guitarras de Justin y su hermano Dan revitalizan instantáneamente gracias a su punción en vena, siempre arropadas por una sencilla pero potente sección rítmica que no deja títere con cabeza gracias a la pegada en la batería de Ed Graham y al bajó trotón del resucitado Phil Lynnot (ah no, que es Frankie Poullain, perdón).

Suenan Black shuck, Growing on me, She just a girl Eddie, One way ticket to hell… and back, Nothin’s gonna stop us now, Get your hands off my woman, Love is not the answer y Love is only a feelin’. En el escenario hay buen rollo, hay risas, hay complicidad. Justin, con su pinta de mosqueperro espadachín fibrado delirante, se empeña en conectar con el público e insiste en enterarse de cómo se dice “I love you” en castellano. Parece sencillo, pero no veáis lo que le costó aprenderse el “te quiero”.

Tras atravesar su propia travesía del desierto, da gusto disfrutar de este Justin recuperado para la causa, que canta y hace guitarra solista, que arenga y hace el pino sobre la batería (abriendo y cerrando las piernas al ritmo de la música pidiendo palmas ante el estupor generalizado). Tanta vitalidad tiene que si te dicen que canta, toca, va a la mesa de mezclas, pone dos cervezas y un poleo menta en la barra de la derecha, puntea, hace veinte flexiones, vuelve a cantar, salta y aplaude en los tres minutos que dura Friday night, sencillamente lo creerías sin rechistar. Parece agotador y, efectivamente, lo es.

A estas alturas el vocalista ya se ha cambiado de ropa y luce un mono gris y negro con escote por debajo del ombligo ciertamente horrible. Pero el caso es que no le queda del todo mal. Suena Concrete y hay problemas técnicos. Tienen que parar el tema mientras el asistente de guitarras trabaja en escena en un interminable minuto en el que Justin habla y habla para evitar que alguien pueda sentir el vértigo del silencio. Aquí los vértigos los deben provocar únicamente sus falsetes al entrar por tu oreja derecha, triturarte lo que te queda de materia gris, y salir por el otro lado de tu cabeza. Pero, eh, después de todo, se trata de que Everybody have a good time, como bien expresa la banda mientras no paran de volar las púas hacia el público.

Suena su famosa versión del Street spirit (fade out) de Radiohead y les queda más trotona que el Run to the hills de Iron Maiden. Ahora es a Thom Yorke a quien le sangran los oídos, donde quiera que se encuentre. Mientras no se detiene el desfile de preciosas guitarras Gibson de todos los colores, turno para Givin’ up, Stuck in a rut y ese clásico llamado I believe in a thing called love, sin duda momento álgido de la velada, recibido con aullidos, saltos, empujones, sonrisas y teléfonos móviles al aire.

Para los bises hay nuevo cambio de indumentario, en esta ocasión un mono azul decorado con palmeritas. Discreto no es, pero ya hay quien incluso opina que no es del todo feo para bajar a comprar el pan un domingo por la mañana. With a woman abre la tanda final, finiquitada por Love on the rocks with no ice y Justin punteando entre el público a hombros de un técnico muy en plan Angus Young. Han pasado noventa minutos y por el escenario han desfilado todos los clichés imaginables del rock más pomposo y de manual, ese que algunos pueden creer desfasado pero que sigue manteniendo intacto su poder para chutar energía en vena y vampirizar voluntades. Más aún con The Darkness, entre la parodia y el rock a vida o muerte.

FOTOS de Jesús Jiménez

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3 thoughts on “The Darkness (2012) La Riviera. Madrid

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