Skunk Anansie (2017) La Riviera. Madrid

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Lugar: Sala La Riviera. Madrid
Fecha: 10 febrero 2017
Asistencia: 1.500 personas
Artistas Invitados:
Precio: 30 euros
Músicos: Deborah Dyer ‘Skin’ (voz), Richard Keith Lewis ‘Cass’ (bajista), Martin Ivor Kent ‘Ace’ (guitarrista), Mark Richardson (baterista)

Furiosa dulzura

Muchas veces cuando voy a La Riviera cuento la misma historia porque me impactó de alguna manera: en 1999 Skin de Skunk Anansie recorrió la barra de la izquierda pegando saltos y patadas a todos los vasos, en un momento de delirio arengado por los propios consumidores que habían abonado la habitualmente sangrante cantidad de dinero por una cerveza a precio de oro. Pero daba igual, era un desfase. Fin (con un intento de crónica AQUÍ).

Anoche, por supuesto, otra vez hubo que relatar la historia de pureta cebolleta minutos antes de empezar el concierto de Skunk Anansie 18 años después en el mismo lugar de los hechos. Es que si no, ¿entonces para qué, entonces cuándo? Y así pasamos el rato mientras esperábamos paciente y dicharacheramente a que llegara la hora señalada. Que no fue tal, pues la cosa arrancó dos minutos antes, a las 20:58. Oye, pues guay, dale tía.

‘And here I stand’, tema de su primer álbum, ‘Paranoid and Sunburn’ (1995) abre las hostilidades con la vocalista Skin ya arrojándose al público. Así de primeras, después hacer un buen reconocimiento del escenario trotando cual potrazo desbocado. Una salida tan apabullante que nos arrojamos a Google para concretar su edad exacta. Que da igual, que es atemporal. Pero algo tiene que poner en su DNI guiri. Y sí, pone que cumple cincuenta en agosto. Guau, estamos ante uno de esos seres atemporales que no envejecen.

En esas andamos, calculando entonces que yo tenía 20 años la primera vez que la vi asolar el local de la dichosa palmera. Y el paso del tiempo sigue siendo un poco el hilo conductor porque la siguiente es ‘Intellectualise my blackness’, también de su disco de debut. Un inicio muy deja-vu que así de primeras mola mucho pero defrauda, ya que su más reciente obra, ‘Archytecture’, es realmente notable. A mi personalmente me ha sorprendido porque supera las expectativas y, de hecho, os lo recomiendo encarecidamente, pues tiene mierda de la buena. Dadle tralla, va.

FOTOS DE HÉCTOR H. PUNTO (@2hphotography)

‘Because of you’, de su grandes éxitos para celebrar su regreso en 2009 tras ocho años de separación cierra la triada inicial con la treinteañería-cuarentona-nostálgica entregada a la causa de su propio revival emocional, apuntalado con las más recientes ‘I will break you’ y ‘I hope you get to meet yor hero’. Ambas últimas de su disco ‘Black traffic’ de 2012, ya más cercano en el tiempo aunque, eh, las cosas como son, en realidad pocos fans nuevos están pillando ahora. Son clásicos a su manera y esa barrera no es fácil de saltar.

Que algunos caerán, claro, si es que además merecen la pena mogollón. Pero por ejemplo este sábado tomando unas cañas en el bar de abajo ha salido el tema de la noche del viernes y la respuesta habitual del personal, ya contrastada, es la de ‘hostias esos molaban mazo, ¿pero siguen?’. Es más una desconexión por su parte como oyentes, sin duda motivada por el paso del tiempo y una edad en la que cada uno se va centrando en otras cosas que llenan su tiempo. Porque el grupo sigue molando mazo y sus discos siguen siendo de notable alto.

En directo siguen siendo, de hecho, una inapelable apisonadora de rock casi metal, funkeros por obra y gracia del bajista Cass, rasta repleto de groove que, junto a Skin, aporta gran parte de la personalidad sonora y presencial a un grupo remachado por el resultón guitarrista Ace y el muy pegón baterista Mark Richardson. Furiosa y variopinta dulzura, constante rabia incendiaria con momentos de delicadeza casi minimalista de pelos de punta. Esa es la inimitable mezcolanza a partir de la cual levanta el vuelo la ‘araña fumeta’, que la lía parda con ‘Twisted (everyday hurts) de su clásico ‘Stoosh’ de 1996.

Foto de David Gallardo

‘My ugly boy’, ‘Weak’ y ‘Hedonism (just because you feel good)’ prosiguen ahondando en los muy gozados y gozosos viejos tiempos hasta que, al fin, suena una canción del nuevo álbum. Bueno, dos, ‘Victim’ y ‘Love someone else’ (con una escenografía con lásers bien pintona y bailona), las que he escuchado en bucle toda la semana mientras me cruzaba contigo en el Metro, en la línea 10, desde Casa de Campo hasta Plaza de Castilla y viceversa en bucle. Igual que ‘I believed in you’ y ‘That sinking felling’.

Tramo central disperso con ‘God only loves you’ antes del desparrame consiguiente al grito de guerra de quién coño te crees que eres (‘We don’t need who you think you are’ en el original en inglés), que precede al momento furiosamente politizado de ‘Yes it’s fucking political’ y ‘Little baby swastikkka’. Con Skin subida prácticamente a la mesa de sonido de la barra central, donde las palmeras. Pareció por un momento que las iba a talar y que habría sido justo y necesario en ese preciso instante. Pero ahí siguen las jodías.

Tiempo para un breve de bis de postureo finalizado con la contundencia de la reciente ‘Beauty is your course’, que también me pone bien arriba, predispuestos para la eclosión de ‘Charlie Big Potato’, interpretada de manera especialmente urgente con su drum & bass embrutecido con la distorsión de las guitarras. Y Skin, que va sobradísima de voz, remacha la faena con su peculiar y adorable furia escénica (lo de la pantera negra está muy visto, pero es tal cual).

Es curioso en este punto cómo parece que realmente están tan bien sobre el escenario que Skin pide incluir en el setlist una no prevista, ‘Get up’, de su primer álbum, reclamada con sonrisas y pulgares arriba entre músicos y técnicos de sonido. ¿Será posible que quede improvisación en el rock? Bueno, ya sabemos que gracias al cielo sigue siendo genuinamente así en alto porcentaje, pero siempre se agradecen estos gestos impetuosos. Más si se trata de arengar a las fieras el viernes en la noche.

Y luego aún otro bis, este ya sí previsto por lo visto en los repertorios previos, con la muy groove ‘100 Ways To Be a Good Girl’ que deja a los 1.500 asistentes con un inoportuno y espontáneo movimiento de cadera y de cuello que se nos va a quitar aproximadamente el viernes que viene. Solo nosotros sabremos la causa y se lo revelaremos con orgullo a los despistados que no comprendan nuestro beat. Venga, pero si es que la estoy escuchando ahora y me voy a subir a la mesa del salón. Tampoco sería un movimiento inédito. Hay fotos pero eso no lo voy a mostrar por ahora, tampoco interesan. Mejor vemos a Skin. Guapísima.

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