Simple Minds (2012) La Riviera. Madrid

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Lugar: Sala La Riviera. Madrid
Fecha: 15 febrero 2012
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados:
Precio: 34,80 euros
Músicos: Jim Kerr (vocalista), Charlie Burchill (guitarrista), Mel Gaynor (baterista y percusionista), Ged Grimes (bajista y coros) y Andy Gillespie (teclados)

Setlist: I Travel, Life in a Day, Today I Died Again, 70 cities as love brings the fall, Hunter and the hunted, Wasteland, This fear of gods, Love song, Pleasantly Disturbed, Room, The American, Calling your name, Sweat in bullet, Changeling, Factory, Premonition, Scar, Promised you a miracle, Someone somewhere in summertime, Theme for great cities, Glittering Prize, Someone, Chelsea Girl, New Gold Dream (81/82/83/84)


Ha llovido mucho en Glasgow desde que el espermatozoide de lo que luego serían Simple Minds protagonizara sus primeras correrías a finales de los setenta. Ha llovido mucho y en Escocia nadie habla de la lluvia en vano. Luego vendrían el éxito masivo de los últimos ochenta y los primeros noventa, seguido de un bajón progresivo en lo comercial, si bien no necesariamente en lo creativo. En estas estaban, definitivamente pasados de moda (tristemente) para el público masivo, Jim Kerr y Charlie Burchill, auténtico corazón bipolar del combo, cuando publicaron en 2009 su notable decimoquinto disco de estudio, ‘Graffity Soul’.

Tal vez fue su intento de reverdecer viejos laureles lo que les llevó a emprender la gira motivo de su nueva visita a Madrid, en la que interpretan exclusivamente, para fervor de sus más acérrimos, canciones de sus cinco primeros discos de estudio: ‘Life in a Day’ (1979), ‘Reel to Real Cacophony’ (1979), ‘Empires and Dance’ (1980), ‘Sons and Fascination / Sister Feelings Call’ (1981) y ‘New Gold Dream 81/82/83/84’ (1982). Claro que en realidad esta selección, aún incluyendo ya algunos buenos pelotazos, deja fuera los temas que les hicieron definitivamente grandes, de manera que tampoco se les puede acusar de buscar el camino fácil para hacer caja con una gira de grandes éxitos. Nos conformaremos con tildarles de adorables nostálgicos reivindicando un legado que es suyo.

Se trata del repertorio que Simple Minds consiguió amasar entre 1979 y 1982, tres años altamente creativos donde la banda de Glasgow irrumpió en la escena británica desde la new wave (‘Life In A Day’) surgida a raíz del punk pero en los que también trabajó estilos más oscuros (‘Reel Too Real Cacophony’), música experimental con influencia alemana y de artistas como Peter Gabriel o el Bowie más berlinés (‘Empires and Dance’), rock progresivo y electrónica (‘Sons and Fascination/Sister Feelings Call’) y el rollo New Romantic (‘New Gold Dream (81/82/83/84)’).

El de La Riviera fue, pues, un arriesgado viaje en el tiempo, pues no es esta tampoco una jugada claramente ganadora, había que currárselo, debido a que los más reconocidos álbumes de la banda llegaron después de 1982. Ochenterismo ilustrado escandalosamente vigente a través de una formación que suena compacta, con gran protagonismo de los teclados que, lamentablemente, tapan por momentos la labor de Burchill a la guitarra. Incluso la voz necesitó un puntito más de volumen en deterinados pasajes, algo perdonable siempre en cualquier caso.

Porque Jim Kerr se lo sigue montando bien sobre las tablas, como siempre. No en vano, se puede decir que fue un modelo estético, vocal y bailón para Bono de U2, cuando a mediados de los ochenta Simple Minds estaban en lo más alto, y la banda irlandesa comenzaba a despuntar, allá por 1984. El por qué les superaron tan ampliamente y ahora, más de veinte años después unos siguen llenando estadios mientras otros tocan en salas (aunque de amplio aforo) es otra historia que no viene al caso.

El vocalista se entrega, se desgañita, posa para los fotógrafos del foso durante las primeras canciones, conoce su oficio y ofrece lo máximo, baila un poco como el inefable Leonardo Dantés, pero es que su ritmo es ochentero, y esta noche con más motivo que nunca. Los juegos con el cable del micrófono le siguen saliendo de maravilla: lo tira al aire, abre los brazos, el cable cae sobre sus hombros y el micro queda balanceándose en su espalda. Una pena que en los tiempos que corren los inalámbricos estén tan extendidos, porque no dan tanto juego.

El público, básicamente talludito, aprovecha la visita de los escoceses para salir de marcha, para tomarse unas cervezas, unas copas, siempre sin perder la compostura, pero paladeándolo. Aprovechan las canciones menos conocidas para tratar de recordar el año exacto en el que vieron por primera vez a Simple Minds -«fue aquella noche tal cual, ¿te acuerdas? no tío, te equivocas, eso fue cuando vimos a Police, que noooo, en fin, flashback batiburrillo»-, pero mientras lo discuten, suenan ‘I Travel’, ‘Life in a Day’, la aplaudidísima ‘Love Song’, ‘The American’ o ‘Premonition’, y es entonces cuando el viaje en el tiempo es completo y fluye con pasmosa naturalidad.

Bueno, en realidad sí hay quienes pierden un poco los papeles, como ese tipo con pinta de director ejecutivo o consejero de algo bailando ‘Love Song’ con dos mecheros haciendo de pezones. On fire, por supuesto, hostias. Porque quien tuvo retuvo y no me refiero a Simple Minds, porque eso es una obscena obviedad, sino a este público de camisa, corbata y visa candente. Público adorable que pretende elegir ginebra en mitad del concierto y solicita cubatas en copones de esos tan majos. Saben lo que es bueno, pero La Riviera no la visitan mucho, parece.

Pero bien, volviendo al asunto, ya antes de empezar una voz sin identificar avisó por megafonía de que en la noche faltarían muchas canciones esperadas por todos. A pesar de eso, en el tramo final suena ‘Promised you a miracle’, una de los primeros videos musicales que grabé de niño en unas cintas vhs que aún conservo. Le sigue ‘Someone somewhere in summertine’, como siempre evocadora como hasta donde cada uno pueda sentirse protegido de la hostilidad imperante que todo lo desafía ahí fuera. Potentísima cae la instrumental ‘Theme for great cities’, y ‘Glittering Prize’, ‘Chelsea Girl’ y ‘New Gold Dream (81/82/83/84)’ para poner broche final a una noche nostálgica pero que también ayudó a recordar por qué Simple Minds siguen en la brecha. Porque a veces para seguir avanzando es necesario echar la vista atrás.

Y es que mirad, hay días que son un verdadero pedazo de mierda maloliente, en los que todo lo que tocas se rompe, en los que la solución no la vislumbran allá a lo lejos ni los más optimistas pero, ay tu, resulta que se mezclan tremendas tristezas con un halo de esperanza y de ilusión en forma de canciones treinteañeras pero revisitadas con una frescura fuera de toda duda. Cada uno que lo busque donde pueda pero tengan ustedes claro que no hay otra opción que levantarse y caminar. Días que se salvan cuando Jim Kerr te promete un milagro y tu alzas la mirada y le crees. Por algún motivo le crees y alzas los brazos. Y nunca los bajas.

[Fotos de Pablo Nicenboim]



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3 thoughts on “Simple Minds (2012) La Riviera. Madrid

  1. El mejor concierto de Simple Minds en años. El más fresco y desconcertante. Tras dos décadas de discos pesados y plomizos (con alguna gota de creatividad)con giras correctas por su repertorio, verles anoche interpretando "otros" Simple Minds fue revitalizante.
    Grandes.

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