Seguridad Social: «No es la mejor época para ganar dinero con la música»

– Bueno, antes de nada, ¿qué tal?
Pues con mucha ilusión. Tenemos un disco nuevo pero estamos en una gira continua que nunca hemos parado, y siempre componiendo además. Es una gira sin fin como la de Bob Dylan, al modo de los bluesmen antiguos que tratan de tocar todos los fines de semana, aunque a veces cueste un poco.

– Con un disco que se llama ‘El mundo al día en 80 vueltas’. Soy incapaz de recordarlo correctamente…
Pues ya verás ahora. Se basa en Julio Verne pero también en el libro de Cortázar ‘La Vuelta al Día en 80 Mundos’, con lo cual ya te lías del todo. Me gustó mucho esa combinación de palabras y vi que el título sonaba muy actual por este período de transformación y cambios en el que estamos.

– ¿Qué aporta a vuestra ya larga trayectoria? Suena muy reconocible, hay rock, hay sonidos acústicos, hay ritmos más bailables… incluso un corrido mexicano…
Hay muchas influencias, sobre todo americanas porque el rocanrol es de allí. Pero yo este disco lo veo como más maduro, con más medios tiempos que me permiten cantar de otra manera y buscar nuevos registros. Además predominan las acústicas y me gusta ese camino, pero haciendo cosas nuevas como el tex-mex, por ejemplo. Pero de primeras ya se nota que es un disco de Seguridad Social, y es el resultado del trabajo de dos años.

– ¿Es un disco optimista para tiempos de crisis?
Es un poco la intención, sí. Comienza desde una crisis inminente que no eres aún capaz de aceptar, pero luego pasa por una trama de tíovivos emocionales y teoremas inconclusos, para acabar con un final feliz.

– ¿Qué aporta la música en estos tiempos oscuros?
Desgraciadamente estamos perdiendo un poquito la sensación de la música porque todo va tan rápido que en muchas ocasiones no somos capaces de distinguir bien el grano de la paja, y estamos un poco aturdidos y perdemos el valor de la música como una terapia impresionante, tanto para momentos de crisis como de alegría. Tenemos que buscar otra vez el fuego lento de escuchar un disco y no que todo pase tan rápidamente, no tanta ‘fast music’ demasiado basura. Tenemos que darnos tiempo para componer y para escuchar las canciones.

– ¿Qué ha cambiado en vosotros y en la música y en la industria desde los tiempos de Furia Latina, allá por 1993? ¿Cómo ves la música española? ¿Ha cambiado tanto el público?
Ha cambiado mucho porque tenemos mucha información, sobre todo a través de internet. Tenemos unos canales y una libertad que no teníamos antes y que hay que aprovechar.

– ¿Es peor el pop rock español ahora que hace treinta años?
No diría eso. Ahora hay cosas interesantes, no me atrevería a tanto, es simplemente otro tiempo. La creatividad y el abanico de posibilidades que había en los ochenta ahora no lo veo tanto, pero la gente que está más preparada musicalmente ahora. Nosotros cuando empezábamos teníamos muchas ganas pero poco más. Ahora hay grupos extraordinarios también. Pero una diferencia es que si un grupo no triunfa instantáneamente, desaparece, y eso no pasaba antes y nos habría dejado sin Sabina, sin Manolo García, sin Bunbury y sin casi ninguno de los que sobrevivimos estaríamos aquí.

– ¿Entonces de qué viven los músicos jóvenes?
Pasa igual ahora que antes. Yo estuve con la banda y seis años trabajando en la panadería con mi padre. Nunca me planteé esto como un modelo de vida por dinero, sino porque lo amaba profundamente, y ese es el planteamiento que tienen que tener los músicos nuevos. Querer hacer algo, y si tienen la suerte de convertirse en profesional, será fantástico, y si no, nadie te quitará la bailao y lo cantao. El que se mete a esto para ser famoso o ganar dinero, no está en la mejor época.

– ¿Cómo de difícil es mantenerse casi treinta años?
Hemos vivido muy al día y he disfrutado mucho de todos los momentos y procesos por los que hemos pasado. No sé la fórmula, pero sí sé que seguimos investigando y aprendiendo, buscando alternativas y nuevos ritmos, sin dejar de volver a veces a la raíz, al blues primigéneo. Ese sería el secreto, si acaso lo hubiera. Seguimos haciendo canciones que creo que son muy válidas, tenemos cosas que decir y vamos a seguir en esa dinámica.

– Cómo están los planes de directo? Se dice que es lo que salva a los músicos, pero también que han bajado las galas y la gente se baja el caché…
Ha habido unas bajadas de caché impresionantes. Hemos dependido mucho de los ayuntamientos, y si ahora no tienen dinero, cada vez hay menos conciertos. Hasta hace bien poco eran la salvación por las bajas ventas de discos, pero no auguro a medio plazo una situación muy positiva para la música en general y para la música en vivo en particular. Pero curiosamente estamos escuchando más música que antes, y en tiempos de crisis hay que ser optimista y sacar lo mejor de uno.

– Pero si se escucha más música, afectará positivamente a los conciertos…
Tenemos muchas posibilidades y muchos grupos buenos a los que escuchar, pero va a haber una criba también muy interesante y si no tienes un directo potente mejor dedícate a otra cosa.

– Tras tantos años tenéis un repertorio muy de éxitos para el directo. ¿Os gusta eso o preferís defender material nuevo?
Nos gusta crear un ambiente del que todo el mundo forme parte. Nos gusta tocar canciones nuevas, pero no vamos a dejar de tocar los clásicos porque tengamos un disco nuevo.

– ¿Tenéis muchas galas para verano?
No está mal, tenemos unas treinta para estos meses en los que se concentra todo más. Pero no vamos a parar y luego si tenemos en salas vamos a seguir haciendo conciertos.

– ¿De quien es la culpa de que seas músico?
¡Buah, de tanta gente! De los Beatles, de los Rolling Stones, de Elvis Presley, Buddy Holly o Little Richard. De hecho, Little Richard es el genuino rey del rocanrol, todos se han basado en él.

– ¿Te gustan las redes sociales?
Me gustan pero no soy de decir ahora voy a tomarme un café o voy a cagar al báter, prefiero guardar un poco mi intimidad. Sí lo uso para anunciar conciertos y discos e invitar a mis seguidores a que nos vean. Sigo muy de cerca todos los perfiles oficiales y me gusta esa interacción brutal y esa cercanía con la gente, y siente procuro contestar los comentarios.

– Tengo que preguntarte por la SGAE, entidad de la que eres socio.
No sé exactamente lo que ha pasado, espero que todo se aclare, pero si alguien ha metido mano ahí tiene que pagarlo. Es una sociedad que estaba muy vilipendiada y que estaba sufriendo un acoso y derribo desde algunos sectores. La SGAE es de todos los autores, no de cuatro, y en todos los cestos hay manzanas podridas. Si hay una manzana podrida, hay que quitarla. Es muy triste que la gente se alegre porque no hemos sabido los autores dar una imagen positivas, teniendo cosas tan extraordinarias como es un montepío que ayuda a los autores desfavorecidos y a sus familias. Y Teddy hizo un gran trabajo cuando entró y lo transformó todo. Me duele muchísimo porque es una sociedad muy seria de todos los autores, no de cuatro. Es paradójico lo que ha pasado y sólo nos falta tirarnos piedras a nuestro propio tejado con la que está cayendo.