Scorpions (2016) BarclayCard Center. Madrid

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Lugar: BarclayCard Center. Madrid
Fecha: 3 julio 2016
Asistencia: 15.000 personas
Artistas Invitados: Sabaton
Músicos: Klaus Meine (vocalista), Rudolf Schenker (guitarras), Matthias Jabs (guitarras), Mikkey Dee (baterista), Pawl Maciwoda (bajista)

Un huracán sin fecha de caducidad

Nos decía días atrás en charla telefónica el guitarrista Rudolf Schenker que había sido un error hacer una gira de despedida porque ahora, seis años después, siguen sintiéndose en plena forma. Además, planteaba que su continuidad se ha convertido en «una misión», pues sienten que deben seguir «ondeando la bandera» de toda una generación de rockeros clásicos que paulatinamente va menguando por culpa del inevitable paso del tiempo.

Y no miente el músico germano de 66 años, pues ciertamente Scorpions todavía son más que capaces de poner en pie un espectáculo de rock pétreo y musculoso a la par que emotivo y melódico. Porque fue apagarse las luces, encenderse el escenario y comenzar a atronar ‘Going out with a bang’ y, efectivamente, como una explosión rugen las 15.000 personas congregadas en el BarclayCard Center de Madrid, en un ambiente total y absolutamente festivo.

El sonido es sobresaliente, los músicos le ponen ganas y Klaus Meine canta más de lo que yo personalmente esperaba tras haber visto algunos videos recientes en YouTube. Y así se suceden ‘Make it real’, ‘The zoo’, ‘Coast to coast’ y ese medley añejo que encadena ‘Top of the bill’, ‘Steamrock fever’, ‘Speedy’s coming’ y ‘Catch your train’. El gentío, por lo general talludito, está de celebración disfrutando a tope de gasolina con canciones esenciales en la historia del rock duro.

El ambiente es de especial camaradería cuando suena la más reciente ‘We built this house’ (muy en plan Bon Jovi esta), antes de volver al pasado con ‘Delicate dance’ y otro medley con ‘Always somewhere’, ‘Eye of the storm’ y el karaoke colectivo de ese baladón que es ‘Send me an angel’, que nos recuerda que los chicos duros también tienen su corazoncito. Y justo después empieza el silbido de ‘Wind of change’ y el pabellón canta a pleno pulmón por un mundo en hermandad, con un océano de teléfonos tratando de captar el momento.

Tiempo luego para ‘Rock n roll band’, ‘Dynamite’ e ‘In the line of fire’, antes del solo de batería de Mikkey Dee (sí, ese, el que fuera aporreador de Motörhead hasta el fin del grupo con la muerte de Lemmy en diciembre, ahora en Scorpions reemplazando a James Kottak). Mikkey, por cierto, se lo pasa en grande, se le ve disfrutando como un enano y perfectamente ensamblado en un grupo que transmite jovialidad constante desde las tablas y que encadena en la parte final del concierto un quinteto de temas absolutamente imbatibles.

Porque son palabras muy mayores ‘Blackout’, ‘No one like you’, ‘Big city nights’, ‘Still loving you’ y ‘Rock you like a hurricane’. Hay muy pocos grupos que puedan encadenar así, pim pam pum, semejante tonelaje de clásicos de la música del siglo XX. La victoria, por tanto, es a estas alturas una realidad que se convierte en una larga ovación mientras el quinteto agradece desde el centro del escenario. Por un momento incluso parece que puede haber algo más, pero en realidad está todo tan tasado que probablemente esta opción nunca estuviera sobre la mesa. Pero lo pareció de verdad y esa es la magia.

Para cuando salimos a la noche con la satisfacción del deber cumplido, vemos un tumulto en la calle Jorge Juan esquina con Fuente del Berro. Y sí, por allí van saliendo los músicos uno a uno, saludando y regalando sonrisas. Son Rudolf y Klaus los que más se enrollan, haciéndose fotos y firmando de todo entre chillidos dignos de los mejores años de la ‘scorpionsmania’. Llega incluso Rudolf ha cruzar la calle y se nos planta delante tan de sorpresa que no tenemos ni fotos, pero pudimos gritarle en la cara, como procede.

Y agradecerle que recapacitaran y decidieran no retirarse. Puede incluso que nunca lo pensaran realmente, vale, que todo fuera un giro de mercadeo, pero si una cosa tiene el público del rock y del heavy es su lealtad absoluta. Y si Scorpions ahora resulta que quieren seguir, a todos nos va a parecer estupendo (aunque se hayan despedido ya de nosotros varias veces y eso, bueno, cause un poco de risa ya). Sobre todo porque son historia y porque siguen estando a gran nivel, con una producción a la altura de su leyenda. Porque aunque hayan pasado ya 51 años desde su fundación en Hannover, Scorpions todavía están muy por encima de la media. Porque son, en definitiva, un huracán sin fecha de caducidad.

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