Rosendo (2015) Las Vistillas. Madrid

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Lugar: Las Vistillas. Madrid
Fecha: 16 agosto 2015
Asistencia: 5.000 personas
Artistas Invitados:

El único patrón de Madrid en el que creer

Desconozco por qué nuestros políticos se empeñan en acercarse a visitar a la Virgen de la Paloma para hacerse la foto de rigor, cuando en realidad con quien debieran inmortalizarse es con Rosendo Mercado, auténtica deidad de carne y hueso con infinita más influencia sobre los miles de madrileños que pasan el mes de agosto de verbena en verbena disfrutando de una ciudad que, al menos durante la diáspora estival, sí que pareciera que nos pertenece.

Porque reconozcámoslo, el gentío que abarrotó los Jardines de Las Vistillas la noche de este domingo 16 de agosto de 2015 no tenía pinta de haber madrugado para pasarse por misa. Muy al contrario, llegaron perfectamente preparados para otro tipo de ceremoniosa eucaristía oficiada por el sempiternamente melenudo rockero carabanchelero quien, jugando en casa en los límites de sus dominios, otorgó a la muchedumbre el siempre rejuvenecedor sacramento de la confesión comunal repasando temas de todas sus épocas para fervor de los presentes.

Y es que hay por ahí unos cuantos miles de personas que, en lugar de peregrinar hasta La Meca, se citan al menos una vez al año con Rosendo para echar cuentas, hacer repaso de la situación y constatar cómo va el asunto. Y el asunto en cuestión va bien, pues Rosendo sigue ofreciendo unos recitales pétreos, infalibles y calculadamente emocionantes de menos a más, como siempre respaldado por sus fieles escuderos Rafa J. Vegas al bajo y Mariano Montero a la batería.

FOTO DE JERO ROMERO

El trío apareció en escena con puntualidad carabanchelera a las 23:00 y golpeó con una primera acometida con ‘Mala vida’, ‘Lo malo es ni darse cuenta’, ‘De qué vas?’, ‘Quincalla o no!’, ‘Corazón’ y ‘Date por disimulao’, regalando a las más de 5.000 personas que abarrotaban el lugar (en ocasiones no pasa nada chungo porque no tiene que pasar, pero Las Vistillas eran una maldita olla a presión con gente encaramada a los árboles, a las estatuas y a todo tipo de vallas) un repertorio solo para muy iniciados, bien diferente al de la celebración de su 40 aniversario de trayectoria el pasado septiembre en Las Ventas.

Como rejuvenecido por aquel baño de masas para el recuerdo en el mítico coso taurino, pareciera que Rosendo mantiene en 2015 un tirón popular aún mayor que un par de lustros atrás, recogiendo los frutos de una siembra constante en la que no ha hecho otra cosa que sumar generaciones a su propuesta, que esta noche continúa con ‘Cuando’, ‘Amaina tempestad’ y esa ‘Muela a muela’ con el mantra «y si duele que duela, viva la revolución» que tanto incita al personal a levantar los puños rebosantes de furia, a la que sigue la nada habitual ‘Menú de la cuneta’ (liberado de ataduras, siempre a lo suyo, Rosendo puede tocar cualquier canción de su discografía sin que parezca de relleno).

Tan cómodo se siente el MC Rosendo que, tras preguntar aquello de cómo va la feria, incluso encadena tres frases seguidas para recordar que en el Ayuntamiento de Madrid ha entrado un soplo de aire fresco para cambiar las cosas (vaticinando incluso cambio de Gobierno inminente en España). Y así, como quien no quiere la cosa, recupera ‘El tren’ de Leño para estupor, alegría y alboroto de un rockerío que la recita como si de unos votos matrimoniales se tratase (puede que lo sean, de hecho), marcando el punto de inflexión de un concierto que ya comienza a escalar en intensidad con ‘Hasta de perfil’, ‘Vergüenza torera’, ‘Por meter entre mis cosas la nariz’, ‘Sufrido’, ‘El ganador’ y ‘Masculino singular’.

Entre el público es complicado moverse un centímetro e incluso hay conatos de pelea entre un tipo algo bebido que exige su espacio para contonearse patosamente y un señor algo más elegante y tranquilo que confluyen en este espacio y en este momento justo cuando arranca el riff de ‘Flojos de pantalón’ y ya nada importa porque todo se detiene en una mezcla de devoción, recogimiento, exaltación, ardor y fogosidad a duras penas contenida. Y que, de hecho, estalla cuando Rosendo acomete el que es el mejor solo de guitarra del rock español, con sus dos partes coreadas de pé a pá por los integrantes de la secta.

La noche se ha partido en dos y la gente aúlla en los balcones de los edificios colindantes mientras más y más personas se acercan como moscas a la miel para intentar presenciar la actuación incluso desde detrás del escenario, generando el lógico nerviosismo entre los encargados de la seguridad. La marea es incontenible pues fluye sobre el estruendo de ‘Pan de higo’, ‘Agradecido’, ‘…Y dale!’, ‘Maneras de Vivir’ y ‘Navegando’, en un repóker final al que le faltaron los cañonazos de AC/DC para terminar de reventar las costuras de esta tranquila plaza del centro de la ciudad que, por una noche, rindió sincera y vehemente pleitesía al único patrón de Madrid en el que se puede creer, porque se le puede tocar y se le puede sentir. ¡Rosendo presidente!

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