– Riders on the Storm (2006). La Riviera. Madrid

Crónicas

Lugar: Sala La Riviera. Madrid

Fecha: 20 abril 2006
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados:
Precio: 37,30 euros
Músicos: Ian Astbury (vocalista), Ray Manzarek (teclista), Robby Krieger (guitarrista y coros), Ty Dennis (baterista), Phill Chen (bajista)

Setlist: Roadhouse Blues, Break on through (to the other side), Love me two times, When the music’s over, Band intro, Alabama song, Backdoor man, Five to one, Spanish caravan, Peace frog, 21st century fox, Moonlight drive, Wild child, Forever, Touch me, L.A. woman
Bises: Riders on the storm, Light my fire, Soul kitchen

Puesto de peyote hasta las cejas, sudoroso, polvoriento, sediento, arrastrando los pies y escaso de fuerzas, esquivando a los lagartos que me hablaban en tono amenazador y que me miraban con ojos saltones y amenazantes, bajé por la calle Segovia, atravesé el parque de Atenas y me planté en La Riviera en busca de un poco de redención tras una dura jornada de trabajo. No tenía mucha fe. De hecho, no tenía ninguna fe.

Pero no, no era un espejismo. El ambiente era excepcional, con decenas de camisetas con la imagen de Jim Morrison, los bares cercanos colapsados, largas colas de gente feliz con ganas de trasladarse por unas horas hasta las cálidas playas de California, Venice concretamente. Yo acababa de atravesar en solitario un largo desierto plagado de peligros y había llegado hasta ellos por casualidad, sólo guiado por un congénito espíritu de supervivencia gps, ese que ilumina el camino de todos los que no son conscientes de sus movimientos.

Emocionalmente sometido, aunque no hundido, sabía que una de mis últimas oportunidades era confiar. Confiar en Manzarek, Krieger, mi admirado Astbury y los otros músicos cuyos nombres casi nadie conocía, pero fundamentales también (incluso un bajista, no habitual en los shows de los Doors originales, aunque sí en sus discos). Subí los pocos escalones que conducen al interior de la sala, luego volví a bajar otros tantos hasta la pista de baile. Me pareció irónico ver en esta ocasión las palmeras que decoran el lugar, cuando fuera no había más que polvo, grúas, socavones, cemento y una ciudad hostil como el más caluroso de los desiertos.

Mientras intentaba centrar mi cabeza se apagaron las luces. La histeria que se propagó entre todos los asistentes como un reguero de gasolina incenciado por una cerilla me sobrecogió y me puso en alerta. El riff de guitarra de Roadhouse Blues me abofeteó, me agarró de la pechera y me lanzó por los aires. La imagen de Astbury sobre el escenario imponía y su voz, uf su voz, me hizo perder el conocimiento dentro de la marabunta.

Volví en mi apenas unos segundos después, ayudado por unas chicas patinadoras de esas que son la imagen de la sunny California, ligeras de ropa, quienes me invitaron a sentarme en la arena con ellas y sus amigos. No recuerdo si era Venice o Santa Mónica, pero lo cierto es que dejé de sentirme abatido para pasar a ser un feliz más, saltarín, chamánico, entregado a una causa que convence por derecho.

Break on Through, Love me two times, When the music’s over, Alabama song, Touch me, L.A. Woman, Riders on the storm y Light my fire siguieron zarandeándome durante más de dos horas, pero yo seguía sin querer salir del agua, a pesar de tener ya los dedos tan mojados como pasas. Acabó, sin embargo. Los amigos californianos de nueva generación nos despedimos y yo me dispuse a una larga travesía de vuelta al inicio a través de mi conocido desierto, lo cual no me asustaba demasiado puesto que de noche el camino es mucho más llevadero.

Pero no, no había desierto. Había puestos ambulantes de bocadillos de panceta, un montón de gente vendiendo camisetas de los Doors y otro montón comprándolas a diez euros, y había, sobre todo, de nuevo, felicidad. El circo de lo que fueron los Doors había pasado por nosotros y nosotros por él, con un Ian Astbury sorprendente en su papel de mimético homenaje-imitación-adoración de Jim Morrison. Musicalmente, Manzarek sostuvo un show en el que también Krieger se llevó una gran porción del pastel del cariño. Yo me lleve mi parte y me dispuse a, una vez aprendida la lección, disfrutar de una noche primaveral en Madrid, lejos de desoladores desiertos o estimulantes playas.
No eran los Doors, vale. Puede ser considerado casi una herejía, vale. No tenía ninguna fe en ellos, vale. Sustituir a Morrison es imposible, vale. Pero que son mejores de lo que esperaba, desde luego. Que son mejores que muchas bandas que retornan sólo con el cantante original y músicos mercenarios, desde luego. Que intento ser objetivo porque los Doors nunca fueron el grupo de mi vida, quede claro.
Crónicas:
Indy Rock (buenas fotos)

Enlaces interesantes:
Comparte
Tagged

2 thoughts on “– Riders on the Storm (2006). La Riviera. Madrid

  1. Ya han pasado casi dos años desde este concierto pero es imposible que me olvide de él. Durante 2 horas estuve ante mi banda favorita (o lo que queda de ella). Nunca había imaginado poder ver a los Doors en directo, y esto es lo mas cerca que voy a estar de poder verlos, aunque no sean los Doors originales.

    No has mencionado en la crónica el memorable inicio, con ese Carmina Burana sonando mientras se les presentaba como siempre se les había presentado «ladies and gentleman, from Los Angeles, California… The Doors!!» (aunque lo de The Doors no lo dijeron)

    Roadhouse Blues fue una locura. Yo viví el concierto practicamente en primera fila y disfruté como un enano (dos de los videos que pusiste son míos, jeje). Impagable el teatrillo que hizo Ian Astbury con los seguratas como homenaje a las movidas que tuvo Morrison con los policías en prácticamente todos sus conciertos. Astbury salió al escenario perfectamente caracterizado como Jim Morrison, y el parecido era increible, sobre todo antes de quitarse las gafas de sol.

    Si Astbury hubiese cantado un poco peor yo creo que hubiese dado el pego. Morrison no tenía tan buena voz como Astbury, jeje.

    Tanto Manzarek como Krieguer estuvieron inmensos. Manzarek fue el lider de la banda en todo momento, y Krieguer se hizo unos solos de guitarra brutales. Quien lo diría, con 60 y pico años a sus espaldas.

    Fue una noche mágica. Despues de haber visto a los casi-Doors y a los Stones, solo me falta por ver un concierto de los Guns & Roses con su formación original para poder morir tranquilo 😀

    Hice una crónica de este concierto, te la dejor por si le quieres echar un viztazo:

    http://onlyrocks.creatuforo.com/viewtopic.php?t=591

    Muy bueno el blog.

  2. Bueno, ya han pasado 13 años, yo estuve en ese concierto con mis ya 30 años embarazada sin saberlo, fue inolvidable, me quedaría en bucle allí el resto de mi vida, que suerte tuve de poder verlos y oirlos, que pena que no pude acercarme a ellos y tocarlos porque hubiera visto el cielo, es algo que contaré a mis nietos y nunca olvidaré, por siempre the doors en mi corazón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *