Rick Astley (2015) La Riviera. Madrid

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Lugar: La Riviera. Madrid
Fecha: 17 septiembre 2015
Asistencia: 1.500 personas
Artistas Invitados: Cirilo

Elegante y parrandero: cantante de soul por encima de todo

Es la primavera de 1991 y permanezco en pie en el centro de la tienda de discos Shout de Zarzaquemada (Leganés, Madrid), con el ‘Supernova’ de Duncan Dhu en una mano y el ‘Free’ de Rick Astley en la otra. Desde fuera pareciera una escena intrascendentemente cotidiana, pero en mi interior estaba viviendo uno de esos dilemas existenciales que marcan el camino a seguir en función de la decisión tomada.

«Venga, ¿qué más da? Coge uno cualquiera», me espeta mi hermana, sacándome abruptamente de la interminable diatriba que en mi mente estaba formulándome a mi mismo con los pros y los contras de escoger a Duncan Dhu y con los contras y los pros de escoger a Rick Astley. Demasiado para un chaval de 12 años con dinero ahorrado solo para comprar uno de los dos vinilos.

Con la tienda a punto de cerrar no hubo más remedio que escoger cerrando los ojos, como sabiendo que te estás equivocando pero haciéndolo de todos modos. Ese día la balanza se decantó del lado de Mikel Erentxun y Diego Vasallo, pero este 17 de septiembre de 2015, algo más de 24 años después, el guiri pelirrojo con pinta de simpático niño bueno se cobró la dilatada venganza en forma de distendido concierto en La Riviera madrileña. Como si me estuviera diciendo, ‘eh, elegiste mal aquel día, pero no te guardo rencor, no me sale’.

La velada, aparentemente festiva y poco más, venía cargada con cierto peso emotivo no solo para el que esto escribe mientras mira la portada del disco de Duncan Dhu colgada de la pared de la habitación. El de los 1.500 asistentes también tenía sus propios motivos para acudir a la cita y ajustar cuentas con su propio pasado, cada uno con sus recuerdos personales relacionados con las canciones de Rick Astley que arrasaron con todo a finales de los ochenta y principios de los noventa.

Pero los que ya en su momento nos quedamos prendados de su voz de bajo-barítono sabíamos que Rick es mucho más que los divertidos éxitos pop que le convirtieron (injustamente) en cierto tipo de icono freak. Él siempre quiso ser un cantante de soul y fue un cantante de soul hasta que se retiró en 1993 para llevar una vida familiar. Y siguió siendo un cantante de soul cuando regresó con el cambio de siglo convertido en una estrella viral gracias al Rickrolling, una recurrente broma (que saltó de internet al ‘mundo real’) consistente en la aparición inesperada de Astley cantando ‘Never gonna give you up’ en momentos insospechados.

Sea como fuere, este celebérrimo tema le proporcionó pingües beneficios para vivir con libertad total y hacer lo que le viniera en gana, que ahora, felizmente para el resto de mortales, es montar una solvente banda de soul y salir de gira a entonar unas cuantas canciones cada noche con sincero deleite y entrega de sus fieles, que ahí siguen a pesar de los dolores y que se dejaron la garganta (especialmente ellas) al apagarse las luces de la sala, encenderse los focos del escenario y comenzar a sonar ‘Together forever’, a la que siguió la también muy coreada ‘She wants to dance with me’. Y así, de primeras, se constata la enorme y distendida capacidad de un Rick que dirige la noche cómo y donde quiere y que tiene al público comiendo de su mano en dos minutos. ¿Hubiera sido referente del soul ‘respetable’ si le hubiera dado la gana? Parece claro.

Puede que el sonido no fuera especialmente brillante y que la banda sea sencillamente solvente, pero sin grandes alardes arropan suavemente a un Rick que derrocha carisma, simpatía y manejo de las tablas, destilando una profesionalidad que ya quisieran para sí otros como, qué sé yo, ese Sam Smith que nos dejó tirados en el reciente DCode Festival tres horas antes de la hora señalada porque le dolía la garganta (y que cantó como si nada la siguiente noche en Berlín). No es una comparación baladí, pues donde está Sam Smith, más o menos, quizás más arriba aunque no cantara para James Bond, estuvo en su momento Rick Astley lustros atrás.

Desde esa plena confianza en sí mismo, repasa el inglés su repertorio con baladones recientes como ‘Superman’ y se atreve a cantar ‘Happy’ de Pharrell Williams en un momento entretenido pero que pudo tener su peligrosa referencia a una orquesta cualquiera de bodas y cruceros. Un poquito de eso puede haber en algún momento, como cuando Rick se sienta en la batería haciendo los cuernos para aporrear los tambores y cantar una versión no demasiado enérgica del ‘Highway to Hell’ de AC/DC que, las cosas como son, tampoco fue demasiado del agrado de su público.

Y hace bromas constantemente sobre sus viejas canciones y pregunta al personal cuantas conocen de las que están tocando. Y toca unos segundos del ‘There she goes’ de Sixpence non the richer. Y se marca el ‘Uptown funk’ de Mark Ronson y Bruno Mars como quien no quiere la cosa, antes de acercarse al gospel con ‘Cry for help’, una de las canciones pertenecientes al dichoso disco ‘Free’ con el que empezaba esta historia, para luego regresar a la gramola de éxitos encadenando ‘Whenever you need somebody’ y liarla parda, claro, con ese ‘Never gonna give you up’ que quita súbitamente de encima varios kilos de años a todos los presentes, ya a estas alturas irreparablemente talluditos. Es el baile tonturrón y el karaoke desvergonzado por el que nadie pide explicaciones ni sesudas reflexiones.

Le quedan al cantante y los suyos todavía ganitas de un poquito más y se arrojan a un despiporre final al ritmo del ‘Get lucky’ de Daft Punk, sin duda una canción que bien podría haber sido un regreso por la puerta grande al éxito de Rick Astley (si fuera actor, Quentin Tarantino le habría buscado sin descanso hasta resucitarle a lo grande). Y tanto es así que aunque volvamos a tener la sensación intrascendente de la verbena de pueblo, al mismo tiempo disfrutamos del vozarrón perfectamente domado y aún más que saludable del otrora ídolo juvenil ochentero. Conservado en formol y claramente en paz consigo mismo, lejos de ambiciones de reconocimientos vacuos que sí son de usar y tirar.

Por eso en cierto modo todos queremos ser Rick Astley. Porque se empachó de triunfo y se retiró para vivir plácidamente disfrutando de los impagables placeres cotidianos como disfrutar con tu familia sin preocuparciones económicas. Porque supo volver riéndose de sí mismo ante una generación que le redujo a un divertimento de usar y tirar (mala costumbre recurrente en estos tiempos). Y porque ahora decide volver a los escenarios para ejercer ante los suyos como el elegante cantante de soul que durante demasiado tiempo solo disfrutaron los más cercanos a su intimidad. El éxito es la libertad absoluta y eso este británico de 49 años lo sabe y lo goza desprejuiciado hasta las últimas consecuencias: tan elegante como parrandero.

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4 thoughts on “Rick Astley (2015) La Riviera. Madrid

  1. De dolores, nada. Los cincuentones (me resulta despectivo, pero es mi edad ) que fuimos al concierto y disfrutamos a tope suscribimos tu opinión pero ni tenemos dolores, ni achaques, mi nos dolió la garganta. Te re tamos cuando quieras a que nos sigas la marcha.

  2. totalmente deacuerdo con one man. un abrazo a todos los seguidores de Rick, que no nos importa lo que piensen, nos gusta porque es un caballero, y una buena persona, y buena vibra. abrazos gente y fuck it!!, como dijo Rick, somos grandes ya y hacemos lo que nos da la gana !!!

  3. Hola David, discrepo en algunos puntos de como viste el concierto pero . Yo he ido a ocho de Rick, así que tengo una opinión más que formada de él. Detrás de esos momentos de fiesta y despiporre hay mucho trabajo detrás por parte de él y su banda. Me consta que se deja las manos en la batería, y las tiene llenas de yagas, la versión que dices q es floja de AC/DC, para nada… Le da un aire distinto más Pop, y vi al público muy entusiasmado por lo menos en Barcelona, Benidorm y Mallorca ; ten en cuenta que Rick canta y toca a la vez la batería (es excelente tocando ese instrumento). Los músicos han estado trabajando con los mejores artistas del planeta,son muy buenos y Dawn su corista, tiene una voz increible. Creo que deberías de ir más a conciertos de verbenas de barrio para notar la diferencia, hace pocos días fuí a uno de hecho y pienso ir a más, pues disfruto de la música sea de donde sea pero hay que diferenciar amateurs de profesionales. Para terminar Rick nos regala esos momentos impagables de showman que hace que no te aburras en ningún momento.Se nota que disfruta cantando en directo, está en su salsa y su privilegiada voz no decae. Respecto a como es él ,creo que es la mejor persona que he conocido en mi vida. Agradecido y cercano con los que le siguen. Ojalá muchos artistas fueran como él y para mi merece mejor crítica. P.D: Te recomendaría ir a uno de sus recitales con su banda de The Luddites, son benéficos y me lo pasé en grande…descubrí su lado punk-rockero, canalla, crítico y divertido…hay videos en YouTube esos conciertos. Saludos

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