Reincidentes y Porretas (2010) Parque Aluche. Madrid

Lugar: Parque Aluche. Madrid
Fecha: 5 junio 2010
Asistencia: 5.000 personas
Artistas Invitados: –
Músicos (Reincidentes): Manuel J. Pizarro (baterista), Fernando Madina (bajo y voz), Juan M. Rodríguez (guitarra y voz), Finito de Badajoz (guitarra y voz), Carlos Domínguez Reinhardt (técnico de sonido)
Músicos (Porretas): Rober (voz y guitarra), José Cobela ‘El Bole’ (guitarras), Pajarillo (bajo y voz), Luis (baterista)

Y las fiestas de Aluche llegaron y se marcharon, dejando tras de sí un buen puñado de cadáveres. Días de brindis y camaradería sin fin, montañas de vasos para fregar, noches de verano que pasan en un pis pas, dinero que se nos cae de los bolsillos, resacas colosales e interminables, lunes (y tal vez martes) con ojeras, una muesca más en nuestros revólveres, historias para contar a nuestros nietos.

En este caso la música es una excusa tan válida como cualquier otra. A estas alturas de la película Porretas y Reincidentes no son más que un recuerdo de los años en los que éramos inmortales. Una excusa para berrear, abrazarse, pasar el brazo por los hombros de la gente que quieres y fotografiarte ajeno al ridículo. Una excusa para darles a todos la chapa, por última vez pues ese tren también pasó ya, con Bon Jovi y cantarles estribillos a traición y por la espalda.

No es que estemos muy por la labor de meternos en el meollo, pero comienzan a sonar los Porretas y los pies se nos mueven solos. Machacones como siempre, nada sutiles, pim pam pum. Poco a poco la fórmula va haciendo efecto, rejuvenecemos, nos teletrasportamos al Don Caimán de los bajos de Moncloa en los primeros noventa, y ya se dan los primeros empujones, los primeros aullidos, lolololo, y nos llaman los porre oé los porretas.

La letra de Marihuana siempre nos hizo mucha risa, poco trabajada pero con un mensaje que llega fácil, así que nos reimos. Estamos por la mitad de la explanada pero el pogo nos alcanza. En la parte delantera se están dando pero bien. Nosotros damos buena cuenta de unas cuantas botellas de alcohol duro que tenía por casa y, claro, el concierto cada vez nos gusta más y más y queremos más y más. Pero entonces se acaba. Nos encojemos de hombros y ya nos da igual.

Cada vez llega más y más gente y al final ya no estamos tan espaciados, pero eso también nos da ya igual. Si hay gente que disfruta peleándose por un cachito de playa en Torrevieja no seremos nosotros los que nos quejemos de que Aluche esté ardiendo bajo nuestros pies. Ambiente de gala aunque desprovisto de la emoción que la semana anterior envolvió a Loquillo y sus treinta años de exitazos. Lo de esta noche tiene su gracia, distinta, pero también necesaria.

En esa salen los Reinci y convierten a los Porretas en los Beatles. Ya lo sabíamos, no esperábamos otra cosa, vale, lo reconocemos. Siguen tan malos como siempre y eso nos reconforta en realidad. Suenan a vómito de calimocho chungo, pero la que se monta es descomunal, más que nada porque su rabia enerva a las masas desde el minuto uno. Esta noche va a acabar como el rosario de la aurora por culpa de una música que incita a beber con urgencia. Ver a los Reincidentes sobrio tiene que ser jodido tíos. Muy jodido. Y no pensamos comprobarlo.

«Con la de años que llevan tocando y es que no mejoran una mierda» es el comentario más acertado de la noche. Pero es que quien lo dice de repente se gira y se pone a cantar con descontrolada vehemencia. Reconozco que propongo una huida a tiempo, pero me lo prohiben mis compinches. Ni de coña tío, eso no se hace. Vale, es verdad, pido perdón, pero es que sólo acumulo cuatro horas de sueño de la noche anterior y reivindico mi derecho a flaquear alguna vez. Aunque sea durante tres canciones de los Reinci.

Nunca me han molado mucho, son más de mis colegas que míos, pero suenan Ay Dolores, Grana y oro, Vicio y Jartos d’Aguantar y recuerdo por qué estamos donde estamos. Clásicos del viña rock, sólo estas tónadas justifican una carrera musical. Himnos para hermanar a la muchedumbre, himnos que las nuevas generaciones adoptan con fervor y sin rechistar. Levanto la mirada y delante, a lo lejos, humo, mar de brazos, chavalas a hombros de sus chicos, banderas republicanas ondeando, la masa disfruta.

Acaba el concierto con el personal en la cresta de la ola. Simplemente nos giramos y seguimos a lo nuestro en la caseta del student’s sindicate, sabedores de que ya no hay vuelta atrás, de que todo lo que de noche disfrutamos lo vamos a sufrir de día multiplicado por cuatro. Conocemos las paradas de la noche, manejamos los tiempos, controlamos los trámites. Comenzamos a estar borrosos. Llevamos las fiestas de Aluche tatuadas a fuego en nuestros corazones. Compramos el garito, perdemos la consciencia, dominamos el mundo. Sácame de aquí, no me dejes solo. Tonight Aluche, tomorrow the world.