Red Hot Chili Peppers + Incubus + Gogol Bordello (2012) Rock in Rio Madrid

Sin categoría

Lugar: Ciudad del Rock. Arganda del Rey (Madrid)
Fecha: 7 julio 2012
Asistencia: 55.000 personas
Artistas Invitados: Red Hot Chili Peppers, Incubus, Gogol Bordello, Deadmau5…
Precio: 69 euros (abono)

CRÓNICA TAMBIÉN PUBLICADA EN ROLLING STONE.

Los caminos de Rock in Rio Madrid son inescrutables (capítulo final). Cuarta y última jornada de la edición de este año de un festival marcado por la variedad de su propuesta y la más o menos dolorosa profanación del concepto de rock. Pero más allá de polémicas en las redes sociales creadas por asistentes y ausentes, lo cierto es que la cita se cierra con una concurrencia de 183.000 personas, centenar arriba, decena abajo, balance cualquier cosa menos despreciable, tras el cual están nombres como Lenny Kravitz, Maná, Pitbull, David Guetta, Carl Cox, Swedish Home Mafia y, claro, hoy, Red Hot Chili Peppers, Incubus y Gogol Bordello.

Culpables principales del último arreón de 55.000 personas son justamente Red hot chili peppers, protagonistas de la noche del prostrero sábado. Están a punto de convertirse en una banda treinteañera, con sus tres miembros originales ya cincuentones de facto, pero Anthony Kiedis (49), Flea (49) y Chad Smith (50) siguen mostrando sobre las tablas una insultante vitalidad, convirtiendo sus conciertos en un musculoso y constante desafío al paso del tiempo, un canto a la eterna juventud, partiéndose de risa en la cara de la flacidez, extremo sencillamente impensable para su ideario. Por eso no chirría que su actual guitarrista, Josh Klinghoffer, sume apenas 32 primaveras y por eso conectan tan bien con gentes de generaciones diversas, aunque mayormente muchachada jovenzuela y treinteañeros de testosterona plenos.

Tal vez lo único que denota los años que llevan en esto es cierto grado de acomodo, la ausencia de riesgo musical y la repetición descarada de una fórmula tan exitosa como inofensiva. Más de lo mismo, pero resulta que siempre funciona, aunque la sensación es que está todo férreamente calculado y controlado, dejando poco espacio a la improvisación (salvo en las interminables y desordenadas transiciones entre canciones, donde suena cualquier cosa). Aunque claro, no deja de ser inútil apuntar esto cuando en realidad el público se lo pasa en grande y termina extasiado pues se lleva exactamente lo que desea, gracias a un repertorio que ya en frío se sabe ganador y que una vez plasmado en el directo resulta pétreo y sin fisuras.

Y es que desde hace ya muchos años, desde hace ya muchas giras, hacen conciertos de éxitos para las masas, obviando su más primitivo material y centrándose en sus discos más exitosos. No faltan tampoco, aunque casi por obligación, un puñado de composiciones (cuatro, concretamente) de su última referencia discográfica, el irregular I’m with you, publicado el pasado año y que ya presentaron en pabellones de Madrid y Barcelona el pasado mes de diciembre con sobresaliente éxito. Canción arriba, canción abajo, lo mismo con distinto orden, pero resulta que, de veras, siempre funciona. Se gustan como la banda más ‘mainstream’ del planeta, eso es así, irreprochable.

Pero a ver quien es el valiente que se posiciona en contra de un concierto que arranca con Monarchy of roses, acaba por supuesto con Give it away, y lleva entre medias joyas como Around the world, Snow, Can’t stop, Californication, Look around, Hard to concentrate, Parallel universe, The adventures of Raindance Maggie, Right on time, Throw away your televisión, Factory of faith, Under the bridge o By the way. El público es al fin más rockero y festivalero, ese que calienta motores desde media tarde ya en el aparcamiento y aledaños, definitivamente treinteañero en la jornada realmente rock del festival. [Fotos cortesía de Rock in Rio]

Kiedis dirige sin pausa con sus bailes, piruetas y estribillos esta agotadora gimnástica sesión aeróbica, aunque tiene que compartir buena parte de la atención con el locuelo a la par que castigador bajo de Flea, esa pequeña y simpática máquina zumbona que se empeña en interactuar en castellano con el respestable. Siempre en unión con el bajista, desde el fondo del escenario Chad Smith aporrea como una mala bestia y marca todo tipo de ritmos, demostrando que sería capaz incluso de lograr que la rueda de prensa del Consejo de Ministros resultara trepidante. Y otra cosa, realmente da gusto observar a unos músicos que se miran a los ojos mientras tocan, se escuchan, se buscan, mientras viven. Chad les mira a todos con una atención obsesiva, pues sabe que en última instancia cualquier detalle depende de él.

El complemento final lo pone el guitarrista Josh Klinghoffer, menos preciosista que su antecesor John Frusciante, pero con el que la banda gana en consistencia y concreción. Para completar los (escasitos pero ya tradicionales) 105 minutos de actuación tiran de clasicismo con Suck my kiss y, por supuesto, dios les bendiga, ese amigo que siempre llega tarde pero levanta las fiestas más desesperadas en forma de Give it away. Porque 1991 en realidad no fue hace tanto y porque, venga va, admitidlo, en realidad es lo que estábais deseando. Quizás precisamente por esto aullábais sin descanso constantemente. Sí, de hecho sí.

Antes que Red Hot Chili Peppers fueron los también californianos Incubus quienes mantuvieron entretenido al personal con su rock alternativo y progresivo, liderados por el atractivo magnetismo de su (aún treinteañero, dios mío, quien lo diría) vocalista Brandon Boyd, ahora reconvertido en Jesucristo skater y surfero de las playas angelinas gracias a su generosa melena, y el estilo preciosista de Mike Einziger en las seis cuerdas. Curiosamente, al igual que el cabeza de cartel, también han ido poco a poco domesticando su sonido a lo largo de los años aunque, también al igual que ‘los Red Hot’, tal vez de hecho incluso más, todavía sacan sus afiladas garras cuando les da el punto, no pocas veces este sábado en la noche.

Pero siempre desde esa cosa que llaman (tediosa y elegante) madurez, algo que se nota incluso a la hora de afrontar viejos fogonazos como Privilege en la apertura, después seguidos de otros no menos incendiarios como Megalomaniac, Adolescents, el enorme Pardon me, Circles, Are you in?, el himno Drive, la contundente Anna Molly, Love Hurts, Nice to know you o Sick said little word para finiquitar un ‘set’ contundente que dejó tan satisfechos a músicos como a asistentes, algo no necesariamente habitual, pero que cuando sucede la cosa fluye y se palpa, aunque ya el grupo, todavía sobresaliente, no esté precisamente en sus años más gloriosos.

Pasadas las ocho y media de la tarde fueron los punkarras gitanos Gogol Bordello los encargados de encender la mecha en el Escenario Mundo, siempre con el inclasificable Eugene Hütz al frente y ya al menos 20.000 almas buscando un motivo para arder. Bien, pues con My Conmajnera, We commin’ rougher, Start wearing purple y Pala tute, por citar cuatro más o menos al azar, efectivamente prendieron. Todo gracias a las locas ganas que desde abajo pusieron para empujar a esta en el fondo inclasificable mezcla entre Manu Chao, The Clash y Emir Kusturica, por tratar de concretar lo inconcretable.

Apenas necesitó de una hora la descontrolada charanga eslava para amedrentar a todos los pueblos cercanos a Arganda, sin duda asustados ante la posibilidad de que aquellos apátridas que al atardecer bailaban alrededor de una hoguera, efectivamente terminaran invadiendo sus dominios, saqueando sus pertenencias y apresando a todas las mujeres, corbata fluorescente en la cabeza como definitivo símbolo gremial. La verbena de tu pueblo en llamas y las mozas en el olvido, eso como poco.

Fueron, más o menos, seis horas de música este sábado las que cerraron la edición 2012 de Rock in Rio Madrid. Más allá del eclecticismo del cartel y de que la electrónica se haya apropiado con descaro de la palabra rock durante buena parte del festival, hay que recalcar la innegable comodidad y el buen trato al público: cienes de aseos, decenas de barras, un sonido portentoso, amplias zonas de asueto, llanuras de césped artificial para combatir el calor y un escenario enorme situado en el punto más bajo, facilitando así a la visibilidad de todos los asistentes. Parece lo habitual, pero ni de coña.

Tras el indudable éxito de Red Hot Chili Peppers, fue Deadmau5 el encargado de quemar el último cartucho electrónico, poniendo así a bailar a los más resistentes mientras la mayoría enfilaba ya el camino hacia la salida, con los autobuses perfectamente alineados en el horizonte, preparados para adentrarse en la autovía destino a esa ciudad que espera, hambrienta y con las fauces abiertas, para fagocitar y acto seguido desperdigar a la muchachada hasta otra mejor ocasión. Que la habrá, by the way, independientemente de donde cada cual caiga rendido esta noche.

Comparte
Tagged

3 thoughts on “Red Hot Chili Peppers + Incubus + Gogol Bordello (2012) Rock in Rio Madrid

  1. Sin duda fueron los Red Hot los que a más gente convocaron, pero te aseguro que Incubus también tuvo culpa del número de personas que se agolparon en Arganda. Con esto quiero decir que quizás para algunos Incubus fue un trámite, como tu das a entender, pero para otros muchos fue un concierto igual o más esperado que el de Red Hot… Bajo mi punto de vista el concierto de Red hot fue más flojo que el del Palacio, sobre todo Kiedis y el sonido en algunos temas

  2. Te ha quedado muy bien la crónica, Incubus fue una sorpresa muy grata, con su cantante joven-viejo.
    Me lo pase muy bien con los Red Hot, canté, bailé y me reí, la gente estaba a tope y eso siempre es muy guay, disfruté mucho

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *