¿Por qué la Gira de la Experiencia de U2 es trascendental?

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23:51. Casi lo tengo pero me voy a tomar una cervecita más hasta medianoche. Estoy cerca pero tengo que ver con más claridad por dónde empezar. Aunque habrá que recalcar de primeras que nadie a estas alturas de su peli, con semejante arsenal y estatus, se preocupa tanto de soliviantar al público. Nadie.

00:07. Venga va, tampoco lo posterguemos más, si estoy deseando entrar al bicho aunque no sepa por donde. Pues me parece mal que You’re the best thing about me sea en plan acústico porque joder, para un single con un mínimo de repercusión que tienes en lustros en las radios y las listas, defiéndelo tal cual. ¿No? A veces creo que estamos gilipollitas, pero bueno, qué sabré yo.

¿Y que por qué es trascendental la nueva gira de U2 me preguntáis? (Me echo otra cervecita, sonrío de lado, guiño un ojo aquí y allá, agradezco la pregunta con condescendencia y constato que me han vuelto a dejar solo en el salón de casa). Pues porque aunque moleste muchísimo y aunque tanta gente no lo pille, U2 son irrepetibles y es imposible ajustarles a los baremos tradicionales. U2 son la última gran jodida banda de lo que sea y por eso yo estoy escribiendo estoy y tú lo estás leyendo. Tachán.

Pero no quisiera yo ponerme trascendental tan pronto, aunque precisamente la trascendencia sea lo que diferencia a la banda irlandesa del resto. Esto es solo un juego y se trata de hacer una crónica en la distancia, desde Carabanchel hasta Tulsa. Desde Madrid hasta Oklahoma por la gracia de YouTube y un poquito de Mahou. Se trata de celebrar que es viernes en la noche y que U2 están de vuelta en la carretera con el Experience + Innocence Tour que completa el Innocence + Experience Tour, presentando el disco Songs of Experience (2017) que a su vez completa el Songs of Innocence (2014). Si esto no lo manejas aquí te bajas, lo comprendo, abrazaco.

La cosa es que como continuación de la anterior -obviamos el tour por los 30 años del Joshua Tree, aunque cumple como nexo después de todo y resultó ser bastante bien recibido- lógicamente mantiene algunas partes. Y, de hecho, mantiene el escenario. Algo en lo que me quiero detener un instante porque está aqui todo Yisascrhist flipando con Arcade Fire y, bueno, en fin, ya quisieran los canadienses presentar un concepto tan consistente -aparte de que no consiguieron llenar el WiZink Center, lo cual en la vieja película de quien destronará a U2 les deja, como a todos, fuera de juego-.

Si esta gira es la continuación de la otra que decimos, pues tendrá que ser el mismo escenario. Igual mucho lo de que a veces parecemos gilipollitas, pero es que la peña es idiota. Es ideal que sea así porque el concepto es global. Y en el caso de España tiene todo el sentido porque en 2015 fueron cuatro conciertos en el Palau Sant Jordi de Barcelona y este años tendremos dos en el WiZink Center de Madrid. Vamos, que un grupo puede saber que sus más chiflados les siguen, pero deben pensar en el bien común de los miles que llenan sus pabellones.

En todo caso es eso, una continuación que completa. Pero que no es en absoluto igual. Voy a dar por hecho que si sigues realmente aquí es que sabes lo que pasó en 2015, porque comparar a saco sí que sería un coñazo. Yo básicamente me estoy desahogando ahora. Y me mola el inicio con Love is all we have left porque me fascina esa canción. El otro día alguien me preguntaba -lo juro- cuándo era el momento para esta canción. Creo que dije algo así como ‘imagina llegar a casa muy tarde, al amanecer incluso, cansado de más‘. Cuando estás rendido, en definitiva.



Así se abre este show con Bono en playback dentro de la pantalla por aquello de la realidad aumentada -que me importa una mierda-. Pero resulta emocionante de todos modos, aunque sea un poco como un museo de cera. La chicha llega con The Blackout porque es un inicio muy efectista y cuando pasamos de las sombras a la banda al descubierto, ahí sí. Se discute mucho lo que cuestan las entradas para U2 pero para eso tengo otra frase: «Se trata de estar donde sabes que debes estar en ese momento». Si no sientes que se te parte el corazón por estar en otro lugar, es que no merecías estar allí. A ver si pilla esto el Verified Fan de Ticketmaster para cuando haga falta.

The Blackout inicio impacto. Lights of Home puesta en escena bonita con Bono caminando una cuesta congelada, supongamos que saliendo de la muerte para volver hacia la luz que por ahora encuentra en Beautiful day -aunque en realidad el desenlace de estas dos giras está en 13 (There is a light) cuando vuelve a aparecer la bombilla y deja paso a una casita chiquita que es, de nuevo, la casa de infancia del vocalista en Cedarwood Road en Dublín-. Inexplicable me parece, esto sí, recuperar All because of you, aunque con su aire a The Who siempre funciona bien en directo. Como preludio de la inevitable I will follow -contigo empezó todo- encuentra un lugar con cierto sentido.

The Ocean no deja de ser un interludio que pasará inadvertido para la gran mayoría y que sirve para presentar el tramo ya conocido del Innocence + Experience Tour. Pero yo opino que no por conocido debe ser fusilado. Es más, me parece que efectivamente es el cuore de todo este relato de U2 desde su inocencia hasta ahora que van para la sesentena. En él nos hablan de la madre de Bono, fallecida cuando éste tenía 14 años, de la casa familiar –Cedarwood Road– y del primer y perpetuo amor -Song for Someone, del vocalista para su esposa de siempre, Ali-.



Si vamos a hablar de nosotros y vamos a completar el relato, no podemos eliminar la parte central de la historia porque unos cuantos la hayan visto. En estos tiempos de fugacidad insolente, es muy importante el relato. Y hablaré de mí por un instante: Yo trato de mantener un relato en Facebook, otro en Twitter y otro en Instagram. Con un orden y una historia. Cuando me estudien en los coles dirán esta era su etapa Bono, su estapa Axl, su etapa apátrida. Pero aquí en su estilo vemos tal y cual. Eso sí, el relato siempre lo cuidó y no metió una noticia de los Porretas entre una de U2 y otra de KLF. Con dos cojones defenderé eso.

Sunday bloody sunday, Raised by wolves y Until the end of the world, por cierto, más allá de tanta mierda dicharachera, es una triada fascinante, apuntalada por un montaje audiovisual que te cagas -iba a poner robusto o musculoso, pero luego mis amigos periodistas se mofan de mis palabras-. Me jode, y ya voy degenerando mi discurso a las 00:50 que Hold me, thirll me, kiss me, kill me sea solo una intermission en la pantalla comandada por la voz de Gavin Friday. En su día este tema me impactó y realmente es lo que deseo de U2, esto es, guitarracas y teatralidad con letras consistentes.

Bueno, al menos está ahí presente. La pena es que da paso a Elevation que es un coñazo supino. Aunque al mismo tiempo que digo esto me veo en cada concierto de U2 viniéndome arriba como un crío exactamente en este momento. Es esa dualidad de amor-odio que desde el escenario se interpreta como un win-win de manual. Así que amigos haters, o nos ponemos de acuerdo para ir a miccionar todos a la vez en este preciso instante o Elevation se queda. Como Neymar.

Muy interesante sí me resulta el tiempo en el E Stage -el canijo al otro lado del pabellón-, pues ahí funciona siempre muy bien U2. Tras su concierto el 22 de mayo de 1993 en el Estadio Vicente Calderón de Madrid, fui al kiosko a comprar el periódico y opté por El País. Su crónica destacaba la frase: «U2 mejor en la tierra que en el cielo«. Es lo más acertado y justo que jamás se dirá de la banda, pues en este pequeño escenario, sin pamplinas, es donde rematan la jugada. Los cuatro mirándose y tocando juntos, cosa que no hace casi nadie. De hecho, nadie que empezara su andadura en 1976.



Ahí clavan Vértigo, que aún resobada, es clásica. Mola que vuelva el Hollywood Mix de Desire porque siempre resulta más vacilón que la original. Casa más con el mensaje. Y ejerce de perfecto puente para la gran sorpresa que es la primera interpretación en la historia de U2 de Acrobat, una de las joyas predilectas de cualquiera que haya prestado un mínimo de atención. Ticketmaster, ¿quieres un consejo para tu mierda de Verified Fan? En el caso de U2, pregunta cuál es la canción favorita del comprador. Si dice Acrobat, pasa. Si dice With or without you, que se vuelva a casa.

Ah sí, por cierto, es que U2 se atreve a no tocar ninguna de The Joshua Tree. Estoy muy feliz por eso porque me parece una muestra de coherencia fabulosa. O sea, ya que nadie les pidió una gira treinta aniversario de dicho álbum y lo han petado en 2017 por estadios de todo el planeta, ahora ya no procede. Y es por eso por lo que The Joshua Tree, con su historia del sueño americano, ejerce de perfecto nexo con este Experience + Innocence Tour en el que la idea de la América rota sigue estando tan presente. Joder, como si fuera solo en América. Pero vale.

Acrobat, sí, que se me pira. Salvajada de The Edge. Larry y Adam levantan una canción nada sencilla. Recuerdo esta noche cuando mi hermano me regaló el Achtung Baby en las navidades de 1991. Me costó horrores pillarlo, yo flipaba con el pop fresco de Roxette. Hace tantas vidas, ¿verdad? Pero no me importa, porque lo estamos pasando bien en esta. Odiaba Acrobat entonces y toda la cara-b menos The Fly. La primera del Achtung me entraba a ratos si tenía ganas de guitarras. Cuando empecé a leer las letras traducidas que venían con el vinilo que aún conservo al lado de mi cama fue cuando empecé a comprender.



Pero bien, el conci, sí. Pues que es del género idiota tener un single en radios deseando que pete y luego presentarlo en vivo en acústico. Hablamos de You’re the best thing about me, la canción más radiada de U2 en eones. Pero los chavales son así de caprichosos. Luego llega la gira y dicen pues mejor en acústico, con dos cojones. Sí me gusta muchísimo recuperar Staring at the Sun de su discazo Pop y más aún con imágenes en las pantallas denunciando la sinrazón de este mundo loco -se ve que la banda eligió Tulsa para empezar en un estado republicano que tiene el 65 por ciento de los votos para Trump y hay cierto desafío también en eso-.

Acrobat, por cierto, recupera a MacPhisto para recordar que el KKK está en las calles de Charlottesville -otra provocación en el relato-. Pride, que viene después, también profundiza en la denuncia obvia por su contenido y ampliada de nuevo por las imágenes. Y me gusta porque estoy hasta la polla de ver mierda y un concierto de rock es un lugar tan bueno como otro cualquiera para decir las cosas de mierda que tan pocos quieren decir. Mensaje para los haters acomodados: Aún siendo millonarios pueden defender la justicia social, Dios mío, es increíble que yo, que no pinto nada, haya tenido que escribir semejante mierda obvia.



Mi parrafada no tiene fin porque antes iba a los bares y ahí soltaba mi mierda. Ahora eso no acontece porque para empezar Bruno (Bruce+Bono, recordemos siempre esto), a pesar de que ya tiene siete meses, no cumple las expectativas nocturnas de su padre. O sea las mías. Pasaré por alto semejante agravio y proseguiré comentando que Get out of your own way va a crecer con el tiempo aunque sea copia de Beautiful Day.

Y así enfilamos una parte esencial del dichoso relato con American Soul, que desde luego debiera haber sido el primer y único single de Songs of Experience por mensaje, por pegada, por riff y por todo. ¿Que os recuerda a otras canciones de U2? ¿Acaso no os recordáis vosotros mismos a algo ya pasado? En este caso, en serio y honestamente, me parece que el refrito queda muy bien. Recuerdo, de hecho, pasar esto a otros colegas ajenos a la demencia dublinesa y el guitarreo fue recibido con algarabía. «Ah, ¿de esto van U2 ahora? Un diez para ellos en ese sentido», dijo uno, mientras otra apostilló con elocuencia: «Mis jodidos dieses».

Van 22 canciones si contamos el playback inicial de Love is all we have left y es entonces cuando se retoma otra gran joya udosera del maldito Achtung Baby que nos cambió la vida. Ya estaba bien de tocar otras, caramba, si a todos nos flipan Acrobat -a ver cuanto dura- y Who’s gonna ride your wild horses. ¡Pero cómo cojones no nos van a molar si son dos catedrales! Pues ha costado décadas pero aquí las tenemos. Y suenan tan a gloria que incluso seguir con One resulta que tiene sentido -a ver, es un temón, pero de todo nos cansamos-.

Tal y como se preveía en el fandom, Love is bigger than anything in its way aparece en el tramo final -también se acertó el inicio del show- con toda su egregia grandilocuencia y da gusto, oigan. Aunque ojo, porque ahora mismo sigo anclado en American Soul y verdaderamente creo que es el epicentro de U2 en 2018, al menos en el tramo norteamericano de la gira. Lógicamente, esta parafernalia de la bandera y el discurso perderá sentido en el viejo continente pero, una cosa os tengo que decir: «You and I are rock n roll».





Y otra más: El final me parece precioso, pues no es solo la conclusión de un concierto. Se trata de terminar una gira y de cerrar un círculo cuadrado. Ahí es donde mola 13 (There is a light), continuación de Song for Someone pues si esta última va sobre las hijas de Bono la primera iba sobre su esposa Ali, como ya dijimos. Y la bombilla de la anterior gira Innocence vuelve a aparecer antes de que todo acabe con la casita de Cedarwood Road como perfecto epílogo a un espectáculo que es imposible pillar en su totalidad si vas de casualidad a pillarte el pedo.

La gente que vaya de ese palo, como yo he ido miles de veces, esta vez se van a perder la verdad de la historia, la que la diferencia y trasciende. Esa gente flipará al no escuchar al menos una decena de clásicos y puede que se vuelvan a casa cabreados. Pues bien, ahí está la trascendencia de U2, porque con 42 años de carrera podrían ir ultra a piñón y eso no está en absoluto sucediendo.

Yo veo a U2 en 2018 y el que menos encaja es el David Gallardo de 1991. Pero desde fuera, desde cierta atalaya en absoluto objetiva, percibo claramente el tránsito desde el la prehistoria hasta el futuro, pasando por el pasado más glorioso. Eso ha sido U2 desde el 2015 hasta este 2018 y, mientras me pasan cosas alucinantes o desagradables, sigo aquí con decenas de canciones rebotando en la puta cabeza. Ah y sí, un cero en conducta por no incluir mi canción favorita creo que seguramente de siempre: The little things that give you away. Eso ha sido una putada porque me identifico locamente.

PD: Bruce+Bono is still sleeping but not dreaming out loud. Not tonight. He can’t feel the enemy. Y son ahora mismo las 01:44 horas del sábado 5 de mayo de 2018. A cinco días del cumple de Boniato.

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