Noel Gallagher (2016) La Riviera. Madrid

Crónicas

Lugar: Sala La Riviera. Madrid
Fecha: 8 abril 2016
Asistencia: 2.000 personas (lleno)
Artistas Invitados:
Precio: 50 euros
Músicos:Noel Gallagher (voz y guitarras) y sus colegas

Noel Gallagher en Madrid: el karaoke de las sonrisas

Desde el preciso momento en el que Oasis saltó en pedazos allá por 2009, Noel Gallagher entendió que él sería el encargado de mantener el valioso legado del grupo durante los años venideros. Liam dudó, puesto que su aportación como compositor indudablemente era mucho menor que la de su hermanó, y por eso al principio con sus Beady Eye pasaba de cantar viejos temas, aunque terminó recapacitando y asumiendo la realidad del asunto.

Pero Noel lo tenía claro porque además ‘era su mierda’. Tan simple como eso. Por eso sus conciertos post Oasis siempre han ido entrelazando la nostalgia con nuevos temas de su notable etapa solista, para así poder seguir reivindicándose como compositor. La fórmula se materializó en 2011 con un debut junto a su nueva banda HIgh Flying Birds, con la que el de Manchester va ahora por el mundo presentando su segunda referencia, ‘Chasing yesterday’, editada el pasado año.

Así es como se plantean siempre las ceremonias capitaneadas por Noel en solitario: una razonable y equilibrada mezcla de nuevos temas de su presente lustroso, aderezadas convenientemente con rarezas y clásicos de Oasis para resucitar cada noche un pasado glorioso. Adecuadamente balanceado, esto contenta a todos, pues los músicos disfrutan el presente mientras el gentío recibe su necesaria ración de karaoke generacional.

Y el público (muchísimos ingleses de los que ‘sorprendentemente’ se saben todas las canciones enteras y no solo chapurrean estribillos) responde con ímpetu cantando y desgañitando todo con un adorable puntito hooligan de felicidad descontrolada. Hay un inevitable punto de nostalgia entre una concurrencia en la que cuesta encontrar a alguien menor de treinta y que se pasa media noche abrazándose, pasándose la mano por los hombros, sonriéndose de cerca y queriéndose por los ojos. Ya sabéis, ese punto de eh, te acuerdas lo bien que lo pasábamos, pues mira, seguimos aquí y lo pasamos igual o mejor.

[TODAS LAS FOTOS SON DE ALFREDO RODRÍGUEZ]
La verdad es que la fórmula funciona a la perfección y las musculosas canciones de Noel, auténticos tratados del rock de estadio que a su manera reinventó Oasis en los noventa (copiando mucho a la música de los sesenta, vale), llevan al gentío de la mano en dirección a la tierra prometida. Desde el comienzo con ‘Everybody’s on the run’, ‘Lock all the doors’, ‘In the heat of the moment’ y ‘Riverman’, se siente en La Riviera ese ambiente de noche especial dominada por los aullidos y los vítores al protagonista, que aunque sonriente, tampoco es que estuviera especialmente locuaz (eso lo deja para las entrevistas).

El recital se parte en dos con la primera incursión en el cancioneros de Oasis al recuperar ‘Talk tonight’, una pequeña gran rareza coreada con desesperación por las cerca de 2.000 personas que abarrotaban la sala de las palmeras a la orilla del Manzanares. Y tras ‘The death of you and me’ y la guitarrera ‘You know we can’t go back’, llega otro recuerdo para ‘Champagne supernova’ y ya no hay vuelta atrás, Noel tiene a los suyos donde quería y a partir de ahora va a ir racionando los alimentos poquito a poco.

Racionando intercalando temas nuevos como ‘Ballad of the Mighty I’, ‘The mexican’ y ‘If I had a gun’ con recuerdos a Oasis como ‘Sad song’, ‘D’yer wanna be a spaceman?’, ‘Half the world away’, ‘Listen up’ y la divertidísima ‘Digsy’s Dinner’. Y aunque el público pide en masa que la banda toque ‘Live forever’, Noel se limita a reir y hacer alguna broma para después regalar, eso sí, una interpretación furibunda de ‘The masterplan’ que consigue que los puños se levanten como un resorte y los brazos se abran en busca de camaradería desesperadamente. Porque si algo logran estas canciones es que de alguna extraña manera todos seamos colegas de bar por una noche.

Ha sido alrededor de una hora y cuarto de concierto hasta este punto, con una banda más que solvente y un sonido razonablemente pulcro a la par que potente. Los del escenario sonríen y el público ya estaba disfrutando el viernes antes de que la música empezara a engatusarles. Nada podía salir mal cuando lo que quedaba era por ejemplo ‘Wonderwall’, uno de esos temas que extrañamente incluso los españoles parecen recitar a la perfección. Y aunque la versión de la noche quizás sea un poco desganada (aquí sí que se añora a Liam), da igual, porque es el momento que los asistentes estaban esperando y la excitación está en un punto de ebullición salvajemente idóneo.

[TODAS LAS FOTOS SON DE ALFREDO RODRÍGUEZ]

Hay tiempo todavía para un tema en solitario con aroma a clásico como ‘AKA What a life’ antes del desmadre final con ‘Don’t look back in anger’, cantada con más sentimiento por un Noel que ya se sabe sobradamente victorioso y que levanta la mirada para comprobar cómo toda la sala corea al unísono, abrazada, cervezas en mano, contoneándose solemnemente y otorgando al momento la relevancia que tiene. Porque cada vez que suena ‘Don’t look back in anger’ hay que cuadrarse, llevarse la mano al corazón y mirar al infinito desenfocando todo lo posible. Para vivir en ella.

Y bueno, pues tras poco más de noventa minutos, como si de un partido de su adorado Manchester City se tratase, se acabó lo que se daba. Es fantástico poder sentirse así un viernes en la noche. Con la satisfacción del deber cumplido y de haber degustado a un Noel (con su pelazo y su chupa de cuero varias tallas más pequeña de lo recomendable) que con sus 48 años puede que esté mejor que en otros muchos momentos del pasado. Y se encienden las luces y unas sonrisas buscan a otras. Porque por una noche todos tuvimos un pasado glorioso y tenemos un presente lustroso.

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