Mi algoritmo Muse

Artículos
MUSE EN MADRID EN 2003. FOTO: PABLO NICENBOIM

En el videoclip de ‘Something human’ va Matthew Bellamy a devolver un VHS hasta un videoclub llamado Retrograde Video. No tendría que haberse complicado con tanta persecución con coches depoertivos por autopistas desiertas pues aquí donde me encuentro, en Torrevieja -cuna de la civilización-, hay un videoclip enorme por el que he pasado varias paseando con los críos. Está en el lugar más hiperpoblado del mundo pero está vacío. Sin embargo, sus hileras de carátulas evocan una soledad puramente aspiracional que puede ser real si escoges cualquiera de ellas. Ese es el trato.


Me resulta inspiradora esa retroalimentación constante que proviene desde los ochenta y que Muse abraza como manera de caminar hacia el futuro. Me resulta inspiradora la demencia urbanística de este lugar hostil del Levante. Creo que el vivaracho líder de Muse encontraría aquí todas las respuestas a sus preguntas acerca del devenir de la sociedad occidental. Si quieres ser vintage, si pretendes ir de retro, aquí es ahora.


Que si ‘Stranger things’, que si ‘Regreso al futuro’, que si los ‘Goonies’, que si ‘Algorithm’… mira, que no, Torrevieja. O sea, como si los alienígenas que tanto fascinan a Muse arrancaran Tetuán entero y lo trajeran al borde del mar para comprobar si flota, si alguien sobrevive. Y para rizar el rizo, el último videoclup de, seguramente, toda España.


Me gusta esta intro porque no tengo muy claro donde mierda me puede llevar. Y por ahora la dejo aquí, pues yo venía a hablar del pasado. Como bien sabemos, tenemos cita con Muse este viernes 26 de julio en el puto Wanda Metropolitano de Madrid -que está al borde Coslada como perfectamente podría estar en Torrevieja y tardaríamos todos lo mismo en regresar a casa, quizás menos-. Es una gra cita, en cualquier caso, aunque no estoy especialmente motivado.


Sé que cambiará el ambiente, no tengo que hacer nada salvo aproximarme hacia el lugar de los hechos. Entonces todo fluirá hasta que perdamos los papeles como siempre. Estaba en otra playa imposible, lo recuerdo como si fuera ayer, cuando en Xeraco (Gandía) nos plantamos varios amigos de la facultad de Periodismo en el verano de 2001. En plena resaca apocalíptica -estos términos son los propicios al hablar de esta banda… y me refiero a Muse y a los aspirantes a periodistas-.


Echo un putísima mierda apareció en la tele el videoclip de ‘Bliss’. Aquel tipo de pelo rojo se lanzaba a mi propio abismo de asco y ron. Para cuando llegaba al otro lado, ya estaba yo en pie aplaudiendo apuntando el nombre en cualquier papel. «Estos notas se llaman Muse». Teníamos algo, ahí estaba. Sin solución de continuidad hice mi clásico traslado espaciotemporal en Metro desde Carabanchel hasta Gran Vía por la línea 5 para plantarme en Madrid Rock y adquirir ‘Origin of Symmetry’.


Ese periplo siempre significaba algo porque se hacía por el motivo correcto. Lo he hecho trienios de veces y recuerdo la sensación de victoria cada vez que contemplo los cds en la estantería del salón. No necesito ni ponerlos, sé que están ahí. Y entonces ‘New born’ me voló la cabeza. Y luego ahí estaba ‘Bliss’, tan hipnótica, tan vigorizante. Joder, que me enamoré. ¿Sabes cuando te enamoras y sientes que darías tu vida cuando en realidad ya la estás dando? Eso es ‘Space dementia’ e ‘Hiper music’, ‘Citizen erased’, ‘Micro cuts’ o, por supuesto, ‘Plug in baby’.


Luego llegó ‘Absolution’ y aparte de hacer a mi amigo Nais tirar de freno de mano en la puerta de Madrid Rock para adquirirlo mientras íbamos de noticia en noticia en Europa Press TV. Lo pusimos acto seguido en el coche y el tipo se rindió. Creo que fue ‘Butterflies and hurricanes’ la que nos partió el corazón conduciendo por Madrid. Tanto fue así que el 14 de noviembre de 2003 nos plantamos en La Riviera para constatar uno de esos hechos históricos. Joder, Muse en La Riviera, amiguitos. Las fotos las hizo él y el texto yo. Desde entonces han sido muchas veces y este año se viene otra. Recordemos aquella noche, en la que ya quedó claro que eran banda de rock de estadio y, dicho lo cual, sigamos.


El siguiente paso fue Vistalegre 2004 -del que no tengo crónica porque Mercadeo Pop nació en 2007 y, aunque la idea era recapituarlo todo, en algún momento morí y resucité-. Así que sí tenemos al menos algo que decir de su primer Palacio de los Deportes en 2006, muy muy lejos del lleno pero del que recuerdo el power de sentir por primera vez en vivo ‘Knights of Cydonia’. Aparte de eso, aquí ya sí que llegué en el comeback a contar algo.


Y luego ya el acabose del Palacio de los Deportes en 2009, uno de esos conciertos generacionales en el que éramos como cien repartidos por la pista regalándonos cervezas. No tengo duda alguna al afirmar que esa fue una de esas noches que nos cambian el rumbo. Con Muse sobre sus tres torres, sonando impolutos, ambiciosos, teniendo ya clarísimo que ese lugar se les quedaba canijo. Y debajo, nosotros entregados a una de esas noches que no tienen película blockbuster en el videclub de Torrevieja porque no teniamos nadie que nos filmara entonces. Cada vez que entro a la pista del Palacio miro al suelo y observo las huellas de mis propios derrapes, como el perito que analiza los indicios de un accidente. Así de guay fue y solo hace una década.


Turno después para el disparate de la pirámide y toda esa mierda en el Vicente Calderón. Nosotros que somos gente que gusta de hidratarse lo pasamos mal porque solo vendían cerveza sin alcohol. Eran años locos, pues es evidente que este líquido elemento es parte esencial de la aventura de un promotor de conciertos de estadio -de hecho, el precio fluctúa en función de la demanda que se espera-. También eran los años en los que los estadios se llenaban de más, de modo que aunque estuvo de puta madre, yo lo resumiría en que lo mejor estaba por venir cuando acabamos una decena de personas en El Refugio de Conde Duque -esto lo escribo solo para acordarme yo con el paso de los años, lo reitero siempre y ya ni sé por qué, pues me la suda-.


Hubo otro Palacio en Madrid casi igual de loco pero ya ligeramente menos. Aún así, el carácter generacional de Muse estaba claro pues solo nuestro grupo seríamos treinta -antes aún más-. A ver, no voy a hacer críticas años después, todo lo que quiero es enumerar y aprovechar para enlazar a las que ya hice entonces. Sí pretendo al menos compartir alguna sensación sobre cada show, algo que me venga a la cabeza: Vigorizante, apocalíptico, conspiranóico, intimidante, quirúrjico, gentil y termodinámico (ea).


En 2013 nos plantamos en el Olímpico de Barcelona para comprobar una vez más que la Ciudad Condal no sabe roquear. Que no, que paso de debates, que no sabe. Allí nos juntamos 35.000 sobre un aforo posible que se suele dar por sold out con 50.000 aunque caben hasta 55.000. La consecuencia es que pude correr la banda como dios y eso siempre lo valoro mucho en los conciertos, pues me gustan los espacios para los desmarques y, en absoluto, las aglomeraciones contra la valla principal. La crónica que publiqué para la Rolling Stone se titulaba: «La demencia faraónica de Muse desborda el Estadio Olímpico de Barcelona». Reconozco que siempre es más o menos lo mismo en mi cabeza, para escribir otra cosa tendría que ser otro -se me recortaron frases por el exceso de entrega pero, la verdad, es que nos acostamos ya casi de mañana y todo parecía ser tan tan tan tan así-.


En 2015 surgió la posibilidad de ir al Bilbao BBK Live y, bueno, aunque es verdad que los festivales no colman las expectativas de los die hard fans, siempre bien. ‘Drones’ es un disco que me gusta mucho porque recupera la pegada directa al gepeto. Te hostian y ya está, igual que no la viste venir la asimilas y sigues a lo tuyo. Eso es ‘Drones’, sobre todo con ese riff inapelable que da gusto escuchar: ‘Psycho’. Toda la caña de ese álbum me encaja de puta madre, aunque quizás sea ‘The globalist’ la que debe perdurar como continuación de ‘Knights of Cydonia’. No sé, algo así.


Ah sí, claro, el doblete. En 2016 hicimos doblete en el WiZink. No teníamos aún a Bruno y sencillamente compramos pista para ambos. Ahí se volvió a reunir lo más granado, separado en dos veladas y, permitidme la chulería, conmigo perpetuo esperando en La Pituka o Los Tercios de Flandes -si frecuentais ambos bares buscadnos por favor-. Hola sí, estoy aquí. Venid conmigo. Ahora nos ponemos aquí, gozadlo, muchos besos. Luego donde antes pero ya a copas. Ese es el puto plan. La movida esta vez es que tras la segunda noche nos íbamos a Lisboa a ver el debut de Axl Rose con AC/DC, algo que resultó ser mazo inspirador. Fue algo único, joder, de puta madre, y con Muse en la chabeta.


Desde entonces, es verdad, he perdido interés en Muse por esa movida de ir sacando temas sueltos. Como ya tengo una edad, a mí eso me enfría la movida. También es verdad que, como todos, hace tiempo que Muse perdieron por el camino sus años de gloria. Me fascina eso. Me fascina adivinar cuandos está ocurriendo eso. Con Muse lo hemos podido ver claro durante el camino -con Coldplay, a quienes también vi en La Riviera en sus inicios, hubo que llamar a la puta policía de lo correcto-. No sé, que mola. Mola subir y bajar con una banda. Tengo un amigo –Alfredo Musicazul, obvio– que les vio en Festimad con el pelo azul. Así que tampoco me pongo ninguna medalla.


Pero sí que puedo recordar que, una noche de 2003, afirmé que esta banda llenaría estadios. No sé, era una obviedad. Tanto por la música que ya por entonces perpetraban como por la entrega del público. Eso me demustra una tontería -que veo lo que vemos todos- y una movida -que los años caen como losas-. Y que los mejores años de Muse los hemos vivido durante y no después, lo cual es cojonudo. Hablando de una gran banda, seguramente la última, eso no deja de ser un privilegio.


Yo me lo he pasado muy bien siempre con Muse. Por su gracia he tenido alcohol, rock n roll y sexo. No necesariamente por ese orden y nunca drogas duras. Justo por eso, tras escribir esto ya tengo más ganas de dejar atrás el olor del Mediterráneo que huelo y admiro mientras escribo esto y volver a la urbe que está deseando darnos otra velada de gloria (y no necesariamente de ópera aunque quizás un poco). 


Yo, todo lo que tengo que decir ahora mismo es que me flipa ‘Algorithm’. Porque llegará un momento en el que quienes asistan a conciertos no serán personas sino algoritmos -eso piensa Ticketmaster que es lo correcto-. Antes de semejante teoría simulada, me reivindico como una persona real que aprecia la modernidad de Muse desde lo más profundo del Levante. No me jodáis que no tiene su punto cerrar así el círculo.


– 2003 en Madrid (La Riviera)
– 2004 en Madrid (Vistalegre)
– 2006 en Madrid (Palacio de los Deportes)
– 2009 en Madrid (Palacio de los Deportes)

2010 en Madrid (Vicente Calderón)
– 2012 en Madrid (Palacio de los Deportes)
– 2013 en Barcelona (Estadio Olímpico)
– 2015 en Bilbao BBK Live

2016 en Madrid (BarclayCard Center)

Comparte
Tagged