María de Medeiros: «Ya no hace falta la policía política para callar a la gente, basta con oprimirla económicamente»

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La artista portuguesa afirma que «los sueños no se pueden destruir, aunque recorten todos los subsidios y ayudas económicas»

María de Medeiros, actriz, directora de cine y cantante de origen portugués y afincada en Francia, publica su nuevo disco, ‘Pájaros Eternos’, en España el próximo 5 de noviembre. «Un pájaro es algo tan frágil como un sueño, y aunque nos corten todos los subsidios y las ayudas económicas los sueños no se pueden destruir, porque son eternos», reflexiona en torno a su título, para después sentenciar: «Ya no hace falta la policía política para callar a la gente, basta con oprimirla económicamente».

En una entrevista, María defiende que el arte en tiempos de crisis es muy importante, porque es lo que nos permite reflexionar, pensar en lo que está pasando y también establecer una postura moral». Por eso recalca que «destruir la posibilidad de expresión artística es destruir moralmente también un país, algo gravísimo, y es atentar directamente contra la libertad de expresión, que toca en algo fundamental de la democracia».

A este respecto añade que «acaba por haber una censura económica», de manera que «ya no hace falta la policía política para callar a la gente, basta con oprimirlos económicamente». «Pero espero que la democracia sea lo suficientemente fuerte para resistir. Y además, los sueños son al mismo tiempo efímeros, frágiles y eternos», plantea.

Después de dedicar su anterior trabajo en 2007 a la resistencia a la dictadura militar brasileña, de pasar por Cannes con su opera prima como directora y participar en infinidad de películas como actriz, presenta este álbum en autoedición, en el que han participado músicos renombrados como el pianista francés Pascal Salmon, el bajista Ricardo Feijao y el percusionista «hechicero» Edmundo Carneiro, ambos de Brasil.

También participan Raimundo Amador, Donald Edwards -excepcional baterista, originario de Nueva Orleans- y el bajista francés Dominique di Piazza, que tocó en varios temas la guitarra eléctrica, y por último el músico-poeta-bluesman portugués Paulo Furtado, The Legendary Tigerman. «Todas las colaboraciones surgen de la amistad y de trabajo comunes», asegura.

A pesar de ser su tercer trabajo discográfico, es el primero que cuenta con composiciones propias. «Me resultaba imposible pensar en escribir canciones pero surgió todo de manera muy natural. Mi padre es compositor de música clásica y eso de alguna forma me tenía muy intimidada. No me sentía legítima para componer, pero bueno, yo tampoco estoy escribiendo sinfonías, son sólo canciones», bromea.


María visitará España el próximo mes de noviembre para presentar sus nuevas canciones en Avilés (día 2), Alicante (7), Murcia (8), Madrid (10) y Barcelona (14). Según adelanta, será el espectáculo de ‘Pájaros Eternos’, más algunos textos que le gustan mucho de Alberto Moravia, Pasolini o Chico Buarque, «que son canciones realmente universales y pasan los años pero siguen manteniendo todo su encanto».

Este nuevo disco recoge todas las principales influencias de María, como el jazz, la música latina o el fado. El libreto viene acompañado, como «en una idea de otro tiempo», por ilustraciones de la propia artista, junto a otras de amigos como Javier Mariscal, Joann Sfar, Jorge Colombo, Víctor Ramos, Pascal Rabaté, Pierre-Marie Brisson o Marjane Setrapi.

«Estas ilustraciones hacen de este disco un objeto especial y muy distinto. Se ha perdido la idea del disco como objeto, algo que yo reivindico, igual que reivindico la idea de la correlación de las artes, porque creo que estamos todos en diálogo. La música está muy relacionada con la imagen», señala.

María, que trabaja también actualmente en un largometraje documental sobre la Comisión de Aministía y Reparación en Brasil, admite que no ve diferencias entre trabajar en música o cine, puesto que «todo va mal en este momento y ahí es donde se siente realmente la crisis, porque no se puede decir que haya un dominio menos afectado que otro».

«Se siente la dificultad por todas partes y hay un sentimiento de gran injusticia, porque se siente que quienes son menos responsables de la situación son los más penalizados, como la gente que se pelea para llegar a fin de mes, los enfermos en los hospitales, los niños en las escuelas, los estudiantes en la universidad, los profesores. ¿Qué culpa tenemos nosotros del desastre financiero? Pero somos los más penalizados», sentencia.

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