Manolo García: «Tiene algo muy grato la calidez de un concierto en las noches frías»

Entrevistas

Lleva todo este año Manolo García (Barcelona, 1955) recorriendo España con su primera gira acústica, que tiene aún por delante una recta final con cinco paradas en el Palacio de Congresos de Madrid ya estos días, otra en el Palacio Euskalduna de Bilbao y un total de siete durante diciembre en tres recintos emblemáticos de su ciudad natal: Teatre Tívoli, Liceu y Palau de la Música.


«He dejado un poco atrás esa parte veraniega de los conciertos grandes, prefiero el calor de los teatros», resume a Mercadeo Pop el músico, quien remarca que en estos «meses fríos, tocar en teatros es muy acogedor». «Tiene algo muy grato la calidez de un concierto en las noches frías. Además, valoramos mucho el sonido, en este caso en acústico, porque da otra posibilidad de emoción», reflexiona.


Así, tras afirmar que «la música existe gracias a los silencios, que revalorizan al sonido», plantea que actuar en un teatro es un reto mayor porque no puedes «fallar, estás más alerta y tienes que afinar y modular, mientras que en el estruendo de un concierto de rock al uso puedes soltar algún gallo». Y remata: «Es una emoción mucho más palpable y la voz humana llega más».


Se autodefine en este punto como «guerrero» y asegura que no le gusta ni aburrirse «ni aburrir a nadie con cosas que previsiblemente van a funcionar». «Las fórmulas repetidas no son demasiado dignas», defiende acto seguido, pasando a remarcar que «hay que jugársela con el riesgo de pegársela y tener que levantarse de nuevo».


Subraya entonces Manolo que él no está en la música para forrarse o ser «famoso», sino porque siempre ha sentido que «la música, la pintura y el arte en general» le daba «una complacencia y una calma». Encadenando ideas con una verborrea contagiosa, defiende que él «existe en la música y la pintura», que le generan unas sensaciones que no se tienen cuando algo se hace con «desgana».


«Yo quiero vivir, pintar, hacer canciones, cantar para la gente y ver a la gente contenta. Con el arte estás haciendo más grata tu existencia, tus días, tu vida. Esa sensación horrible de ‘lunes, venga, a trabajar, el tráfico, los embotellamientos’… Si la vida es solo esa losa… Yo necesito cada día un ratito de escape y respirar, caminar, irme a un museo o salir de la ciudad a buscar piedras para hacer una escultura», plantea.


– ¿Y quien no pueda tener ese ratito?


Joder, si todo consiste en pagar impuestos y en que no nos quejemos porque si nos quejamos nos pegan unos porrazos, qué decepción. No, la vida es estupenda y no nos vais a joder, no nos comáis tanto el coco y dejadnos en paz. Iros a cagar, si ya pago impuestos y entro al carril como todos, está todo en el redil.


– Como todos, ahí lo has dicho


Es que todo es consumo, consumo y consumo. Yo tengo una canción que se llama ‘Exprimir la vida’ y yo quiero exprimir la vida, no la Visa. El que la tenga, porque hay gente que no puede tenerla y lo pasa fatal en este mundo también de ostentación y consumo. Hay mucha gente sufriendo y pasándolo muy mal en este mundo de fiesta continua que es el mundo occidental.


– ¿Estamos tan mal de lo nuestro que somos irrecuperables?

Es que la vida es otra cosa. Dónde está la fraternidad, la compasión, el civismo, la educación, la cortesía, los valores, la moral o la ética. La religión ya da igual y todo es consumo compulsivo, comprar. Yo quiero exprimir la vida y para eso no hace falta mucho, es bastante sencillo: dar un paseíto a comprar el periódico un domingo o pasear al perrito o ver a una persona amiga ya es exprimir la vida. No hace falta comprarse un móvil de última generación de 1.500 euros, con uno de tapita del chino de 32 euros también puedes hacer cuatro llamadas, no hay que estar todo el día mandando mensajes, no son tan importantes los 8.000 whatsapp. ¿Pero queréis dejar de dar el coñazo? Mira, que no quiero tener whatsapp ni Twitter. Quiero estar conmigo mismo mirando los pajaritos, que ya tampoco quedan.


– Ah, por esto no te gustan los móviles en tus conciertos…


No prohíbo nada, eh. Yo prefiero vivir la vida antes que filmarla. Quiero estar aquí y no a través de una pantalla. Al público le dejo que filme pero les pido por favor que no lo pongan en las redes porque eso es solo beneficio para el señor Google y el señor YouTube a través de la gente, porque todos trabajamos para ellos y no piden permiso. De repente todo vale y no todo vale. hay gente que me hace caso y otros que no, pero yo tampoco impongo ni prohíbo nada. Yo respeto y dejo fluir.


– Bueno, pues a ver qué pasa en los conciertos que tienes por delante en Madrid, Bilbao y Barcelona.


Son escenarios que imponen mucho, con solera y con una sonoridad buena. En un Liceu suena impecable hasta el aleteo sutil de una mosca y ahí no puedes andarte con tonterías, desde luego.


– Igual te parece una pregunta de mierda, pero es que tienes ya 64 años y desde fuera te vemos tan vitalista como siempre. Yo voy a por los 41 y a veces me canso más de lo que quisiera…


Es la ilusión, la curiosidad está intacta. Yo sigo siendo una persona que miro con mirada de sorpresa. me sorprende todo, aunque también tengo parte escéptica. Me emociona la música. Cada mañana lo primero que hago al despertar es poner música. Tengo mis discos y esas canciones me siguen emocionando y tengo temporadas de REM, de Green Day, de Led Zeppelin, de Jimi Hendrix, de Janis Joplin, y otras de Triana, de Camarón, Asfalto, 091… Me gusta todo. Me gusta la samba brasileña, la bossa nova, las músicas del mundo… 


– De todo, vaya


Me gusta la música. Me gusta el pulso del baile que es la vida. La vida es un baile e incluso parados estamos en movimiento. Y ya que estamos en movimiento yo también quiero moverme. La vida no para aunque tú te pares, te sobrepasa. Y yo no quiero que me sobrepase, quiero ir al lado de ella. Por eso hago canciones. Para mí hacer una canción es una aventura, no un trabajo. No me interesa el dinero, me interesan las canciones, dando por hecho que todo el mundo tiene que ganarse la vida con unos mínimos. A partir de eso, hay prioridades. Unos prefieren irse de vacaciones al Caribe y a otros nos gusta ir a Burgos o a Lérida a ver cuadros. Al final buscas la esencia. La vida es algo sublime y magnífico y hay que mantener la curiosidad. Hasta el último aliento tienes cosas por aprender.


– ¿Y sabes ya lo que harás después de irte de museos y de los conciertos que te quedan hasta fin de año?


¡Claro! Ya estoy con el siguiente disco, grabando canciones nuevas entre semana. Estoy preparando un libro de poesía nuevo para abril y otra exposición después de la que tengo en Armilla ahora. Y también un disco en directo. No me gusta aburrirme, jaja.


– No sé muy bien cómo hilar esto pero, no sé, se me ocurre que como un tipo que lleva cuarenta años recorriendo España y cantando a gente de todo pelaje y condición, tú sabrás mucho mejor que yo qué coño nos está pasando. O sea, si estamos perdidos como país… 


Bueno, creo que somos un poco menos libres que en los años ochenta. En la etapa de la transición hubo una euforia en todos los sentidos, en lo económico y en lo cultural, y ahora eso los poderes lo han encauzado hacia una vertiente de consumo más que de libertad o reflexión. Se ha banalizado. El mundo es cada vez más neoliberal. Nunca tiempos pasados mejores, no, pero sí es cierto que el mundo de la cultura está también más frívolo. En este país durante años se pusieron palos a las ruedas a la cultura con un IVA brutal que es impedir que la cultura aflore.


– ¿Y tenemos solución?


La tarea por hacer es volver a un camino de justicia social. Si hay unos Estados y unos gobiernos democráticos, que dejen a la ciudadanía un espacio de libertad y de igualdad. Me me parece terrible ver en Madrid o Barcelona o ciudades grandes cada vez más gente pidiendo por las calles, cuando millones de personas trabajamos y pagamos impuestos, y hay amenazas de que no habrá dinero para las pensiones de los jubilados.


– O sea que no


Nosotros no provocamos las crisis, trabajamos y pagamos impuestos. La crisis las provocan ustedes con sus manejos, la bolsa, la banca, la macroeconomía. Ahora han decidido que viene otra crisis y nosotros no la provocamos. Es complicadísimo, claro, pero creo que la cosa ha ido un poquito para atrás y no es conveniente. Cada vez hay más porrazos… chalecos amarillos, el Brexit, Bolivia, Chile… Cada vez hay más imágenes de personas pegando a personas, con uniforme y sin uniforme. Cuando personas pegan a personas no es un vaticinio de nada bueno. Hay que tirar para atrás, no pegar y repartir lo que hay, pero esa es la macropolítica global. 


– Eso es que estamos enjaulados, evidentemente.


No me gusta que me consideren usuario o consumidor, quiero ser un ciudadano con una vida lo más calmada posible. Y que pueda decidir si puedo comprar mucho, poco o nada. O que si quiero tener dos cabras en una pequeña aldea y unas pocas hortalizas, que me dejen hacerlo. Cada vez hay más gente que quiere vivir en pueblos y te dicen que te van a poner wifi y es que no, que yo quiero tener un huerto y no necesito más. Necesito tranquilidad y, bueno, un tocadiscos e intentaremos hacer luz con un pequeño molino.


ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo – Mercadeo Pop EN EUROPA PRESS

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