Lenny Kravitz + Maná (2012) Rock in Rio Madrid

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Lugar: Ciudad del Rock. Arganda del Rey (Madrid)
Fecha: 30 junio 2012
Asistencia: 42.000 personas
Artistas Invitados: Lenny Kravitz, Maná, La Oreja de Van Gogh, Maldita Nerea, Macaco, El Pescao, Luciano, 2 Many Djs…
Precio: 69 euros (abono)

CRÓNICA TAMBIÉN PUBLICADA EN ROLLING STONE.

Los caminos de Rock in Rio son inescrutables. Ya de por sí cuesta llegar más de lo naturalmente aconsejable al confuso secarral, y una vez allí uno se encuentra con gente diversa inexplicablemente junta que baila incluso la sintonía del canal telvisivo Neox mientras compra comida en la franquicia de turno. Sea como sea, estamos ante un festival de sonido exquisito y buen trato al “cliente”, algo inusualmente digno en los días que corren, más allá de un cartel descompensado que generaba dudas desde el mismo momento de imaginarse.

Pero todo cobra cierto sentido cuando el (desubicado) Lenny Kravitz más clásico y rockero se superpone a eso y a lo que haga falta a base de guitarrazos e himnos épicos aunque tope con un personal básicamente desorientado y frío que aprovechaba su actuación para el avituallamiento, mientras que Maná jugaría después en casa con la clásica jugada de golpear al balón hacia delante y ganar terreno con cada canción hasta llegar al fin del aplauso absoluto.

Pero vamos al lío. Porque tú a Lenny Kravitz le preguntas cual es su compañía de ADSL y te responde que usa un módem de 56k que le va de maravilla. Le pides su número de móvil y te dice que le llames por la noche a un fijo y te avisa de que a lo mejor descuelgan sus padres. Le hablas de componer música con el Protools y empieza a mosquearse. Le propones meter pregrabados en sus conciertos y ya se quita la chaqueta con cara de pocos amigos. ¿Y si aderezas tus canciones con algo de música electrónica? Esa será la última pregunta que puedas plantearle antes de que te hayas llevado un merecido sopapo.

Puesto que él vive cómodamente en otra época y no piensa moverse. Absolutamente retro, esa es su principal seña de identidad. Guitarra, bajo, batería, teclados, piano, órgano hammond (y sección de vientos cuando toca, esto también le mola). Se le acusa de querer suplantar a Jimmy Hendrix pero es quedarse parco. Stevie Wonder, James Brown, Curtis Mayfield, Prince y, por qué no, Chuck Berry. Todos los héroes negros del rocanrol y sus más sexuales afluentes confluyen en este tipo que llega, toca y vence gracias a una fórmula tan vieja como efectiva. Rock, funky, soul, un poco de pop, emotividad contenida.

Y además es mono, chulo y bailón para gusto de ellas, guitarrero y colega para gusto de ellos. Después de hacerlo en primavera por otras ciudades, finalmente presentó en Madrid las canciones de su último disco, Black and white America, aderezadas por clásicos como Always on the run, American woman, Mr cab driver, Fields of joy, Relieve (menudo solo de guitarra del siempre efectivo Craig Ross), Stand, Rock star city life, Where are we runnin’, la coreadísima Fly Away, Are you gonna go my way o una version megafunki y extendida de Let love rule para finiquitar paseando entre la gente, al fin, pues nadie más tuvo tal obvia y socorrida ocurrencia.

A pesar de que el público de la radiofórmula patria estaba más preocupado en comer bocatas, Lenny se lo hizo, se lo guisó, se lo comió y finalmente se lo triunfó. Eso fue justo antes de unos Maná jugones, que ya tirando millas sin meter la quinta marcha se notaban fáciles gracias a clásicos del pop rock en castellano como Oye mi amor o Déjame entrar. Los mexicanos ofrecieron su mejor cara, el respetable lo bailó y lo aplaudió y lo coreó en Manda una señal, Lluvia al corazón o Bendita tu luz. Incluso Patricia, de Oviedo, se llevó su ración de aplausos al subir a cantar con un (falso) tequila Se me olvidó otra vez y Eres mi religión.

Clavado en un bar lo puso todo patas arriba con su rollito a lo Police, mientras que en Me vale el baterista de seis brazos Alex González mutó en una especie de Phil Collins mezclado con Lars Ulrich, cantando y tocando como el que pasaba por allí, con un facilidad insultante. Incontestable tramo final con En el muelle de San Blas, Rayando el sol, Oye mi amor, Corazón espinado, Labios compartidos y los fuegos artificiales en el cielo para estupor y ovación del entregado público a todos los clichés imaginables (y no necesariamente habituado a los festivales musicales).

Esto sucedió en torno a las dos de la madrugada, nueve horas después de que el pop fresco de El Pescao no tuviera más remedio que luchar contra el imbatible calor y la calima de fondo en el horizonte madrileño. David Otero hizo lo que pudo con tónadas como Cada día, Castillo de arena, Historia de terror, El pescao, Otro color o Buscando el sol. Poco personal entonces desafiando a la lógica, pero incondicionales tampoco faltaron alzando al aire guitarras hinchables y todo tipo de memorabilia comercial de grandes marcas siempre bien recibida.

Progresivamente se fue llenando la llamada Ciudad del Rock mientras Maldita Nerea desgranaba sus estribillos de rápido consumo y empatía, tales como En el mundo genial de las cosas que dices, No podíamos ser agua, Fácil, Tu mirada me hace grande o El Secreto de las tortugas, todos ellos coreados vehementemente por un público deseoso de cantar lo que fuera en castellano.

Y es que uno siempre imaginó que una hipotética Ciudad del Rock sería otra cosa. Otra cosa más salvaje, delincuente, viciosa y peligrosa. Como el Hollywood Boulevard de la ciudad de Los Angeles en aquellos años ochenta en los que Axl Rose y Slash eran una pareja que claramente marcaba tendencia y podía acuchillar a cualquiera sin motivo en la trastienda de cualquier antro. Ya imaginas sí, disturbios, sirenas de policía, ambulancias derrapando, aullidos, celos, peleas de guitarras y tirones de pelo. Ay sí, algo así al menos.

Pero en esta Ciudad del Rock del mundo real es La Oreja de Van Gogh la que toma el Escenario Mundo y, bueno, no es exactamente lo mismo aunque hay que reconocer que no suenan precisamente melifluos y moñas como cabría imaginar. Leire tiene un vozarrón y defienden canciones facilonas para las masas como Cuídate, París (con el teclista Xabi San Martín tocando un theremin en plan Sheldon Cooper dislocado), La Playa, Dos copos de nieve (que suena inopinadamente rockera), Dulce locura, La niña que llora en tus fiestas (que ya suena menos inopinadamente rockera) o Cometas por el cielo. “Hay que apoyar a la música española. Hay muchos garajes con grupos cantando en español”, reivindica Leire ante el alboroto general y la mueca particular.

Con Macaco (y su Tengo, Movin’ o Con la mano levantá) quedó aún más claro, si alguna duda quedaba, que Rock in Rio está poblado de gente variopinta e imposible de clasificar. Niños enloquecidos corretean entre cuarentones que no saben bailar y sesentonas que alzan al aire sus botellas de agua como signo de aprobación y miran de reojo a esas de la despedida de soltera, imaginando quien sabe qué, tal vez nada. A su lado, familias enteras conviven con chavalería desatada y fans de Lenny contrariados. Ah sí, y luego están la perturbadora tirolina y la clásica noria. Porque Rock in Rio confunde pero inevitablemente divierte.

Se aprovecha Rock in Rio precisamente del ánimo patrio, alentado a su manera por Lenny y Maná, quienes no dudaron en animar a España en su partido de la final de la Eurocopa contra Italia (aullidos de aprobación, claro). Y es que es sábado, verano y los españoles dicen que somos así, desprejuiciados y entregados si nos tocan las palmas. Eso se constató de nuevo en la relativamente desangelada zona electrónica, donde al menos 2 Many Djs sí que congregaron a una cantidad razonable de público entre los dos cabezas de cartel (¡vaya hora!). Y los que con El Pescao bailaban sonrientes a media tarde ahora se abrazan a los altavoces pidiendo la hora, imaginando un mundo ideal en el que no hubiera que dormir ni tumbarse en soledad para sencillamente dejar las horas pasar. En realidad esa es la idea, y aquí cuaja casi con cualquier cosa.

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3 thoughts on “Lenny Kravitz + Maná (2012) Rock in Rio Madrid

  1. Lenny estuvo que te cagas!! El sonido es la leche, se oía bien casi desde todos los lados!

    Enhorabuena has sacado casi chicha de la que hubo, aún así estuvo divertido, la gente se entregó y bailó y eso siempre es guay

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