Jorge Ilegal: «Cuanto más políticamente correctos seamos, más se van a restringir las libertades»

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La historia de los 35 años de frenética vida musical de Ilegales está relatada a través de sus canciones, como no puede ser de otra manera. Pero la poliédrica y ampulosa personalidad de su sempiterno líder, Jorge ‘Ilegal’ Martínez (Avilés, 1955), da para mucho más y por eso Juan Moya y Chema Veiga, como fans y cineastas, se pusieron manos a la obra para hacer justicia.

Así nació ‘Mi vida entre las hormigas’, el documental que repasa la trayectoria de la banda asturiana y que, tras su presentación en cines en junio, se puede disfrutar en formato físico digipack con DVD, acompañado por una banda sonora y un libro en el que el propio Jorge narra su vida, la de su grupo y sus canciones. El CD incorpora un tema inédito, así como la regrabación de una selección de once temas clásicos del grupo, actualizados con el sonido de la formación actual de Ilegales.

«Me he reconocido en la fotografía que hacen de mi los autores reales de esta historia, Juan Moya y Chema Veiga», admite Jorge a Mercadeo Pop sobre esta película documental que cuenta con testimonios de Miguel Ríos, Tomás Fernando Flórez, Jesús Ordovás, Diego Manrique o Jaime Urrutia, entre otros. «Si me hubiera metido a intentar conducir el documental de alguna manera, lo habría estropeado totalmente», apostilla con sorna.

En esta línea, apunta que «los años» le han hecho lo «bastante prudente» para no meterse en «esa faena y dejársela a los profesionales». Eso sí, subraya que «toda la verdad del rock n roll no debe contarse», a pesar de cual decidieron «no censurar nada, más allá del buen gusto o lo que puede ser interesante o no».

«Lo que más me gusta del documental es que empieza ya poniéndome a parir», bromea entre carcajadas, para luego ponerse solemne y apuntar que «acaba con unas reflexiones realmente duras pero que es necesario hacerse». «El documental acaba mal, como la misma vida. La vida no acaba con final feliz», sentencia.

Por su parte, Juan Moya explica que no querían hacer una «biografía amable o babosa del personaje porque eso sería traicionar a Jorge y al espíritu de la banda». Y asiente Jorge antes de inevitablemente terciar para recalcar: «He visto otros documentales de compañeros míos y me temía que pudiera parecerse a esos, que son vomitivos. Pero no tiene nada que ver».

Retoma la palabra Juan Moya para explicar que «el documental tiene una estructura dramática, casi cinematográfica, con auge, éxito arrollador, destrucción de los componentes de la agrupación inicial, la época aciaga de los noventa y el resurgimiento». «El ritmo además es trepidante gracias a la música de Ilegales. No es una película solo para fans, es una historia vital real que puede interesar a cualquiera», añade.

Y aún se pregunta y se responde a sí mismo sobre la vigencia de la obra del grupo: «¿Por qué las canciones de Ilegales no envejecen? Jorge es un tipo con una cultura musical increíble y tuvo una formación de orquestas en la que aprendió todas las bases musicales. Eso generó un abanico de sonoridad amplísimo, acompañado por unos textos impactantes».

El documental hace justicia con la historia de Ilegales, pues el grupo disfrutó de gran éxito popular durante sus primeros años, algo que de alguna manera no se recuerda exactamente así. «Y eso ocurrió en una época en la que era todavía más difícil estar de moda. Antes de Ilegales no había rock, había gente travestida de rock», recalca Jorge.

«Ahora estamos en un momento en el que la gente que dice que es rock son travestis del rock. No existen, ni llevan una vida rock ni se atreverían a llevarla. No sobrevivirían a una noche rock, y lo mismo ocurría en 1982. Cuando nos vieron aparecer en el horizonte quedaron aterrorizados», plantea Jorge.

En cualquier caso, el músico confiesa que no le gustaría volver a estar de moda: «La peor etapa de mi vida, con total certeza, fue cuando fuimos tan populares. No fui feliz en absoluto en aquellos años. No quiero llegar a un punto en el que la popularidad nos convierta en aguas estancadas, prefiero las aguas bravas, las que crean desequilibrios y desembocan en el mar a toda velocidad».

«Ilegales somos así en este momento», asegura, al tiempo que reconoce que padecieron un «momento de curso lento y casi pútrido», que coincidió con su «época de mayor éxito». «Es necesario un cierto grado de dificultades y movimiento», apostilla.

Prosiguiendo con este discurso, afirma Jorge que perdió «la confianza en el rock a principios de los ochenta». «Llegué a pesar que éramos solo cubitos de hielo en una coctelera y nos estábamos deshaciendo. Pero luego me di cuenta de que en ese proceso modificábamos el ambiente y lo hacíamos mucho más placentero», explica.

Esto le lleva a recalcar que «cambiar el ambiente es muy importante porque propicia que las sociedades evolucionen», al tiempo que afirma que «tenemos la obligación de aumentar las cotas de libertad» porque «cuanto más transgredamos más ampliamos el margen de libertades individuales y colectivas».

«Y cuanto más políticamente correctos seamos, cuanto más intentemos adaptarnos a lo permitido, más se van a restringir las libertades. Eso es lo que ya está pasando. Los grupos ahora no son rock, son políticamente correctos y son travestis de rock. De rock llevan solo guitarras», plantea con su perpetua fiera socarronería.

Hilando asuntos, habla Jorge sobre el libro incluido en el pack, que en realidad son fragmentos de algo mucho más amplio y no publicado en su totalidad, aunque igualmente titulado Mi vida entre las hormigas. En él, según explica, reflexiona «sobre la importancia de mantener la parte infantil que todos tenemos y proteger al niño a pesar de las patadas que recibe desde el primer día para normalizarle y encauzarle».

«Hay que aceptar ese tipo de molde, pero sabiendo desbordar y dejar fluir la parte más creativa de la infancia», defiende, para acto seguido sentenciar que «Ilegales no se montó para generar bronca ni oposición al sistema, sino que es un grupo que nació para poder conseguir un púlpito que permita ese discurso tan difícil de conseguir por otros medios».

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