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Emir Kusturica & Muchachito (2022) Noches del Botánico. Madrid

Crónicas

Fiesta rumbera y balcánica. Ya ni recordábamos cuándo fue la última vez que llovió en Madrid, y como preludio a la fiesta rumbera y balcánica que nos esperaba un aguacero refrescó el recinto poco antes de que la música empezara a sonar. El inicio de Muchachito Bombo Infierno en un tarde así no podía ser otro que con ‘Azul’ “que el cielo se ponga azul, y llegue el día con su luz y me alegre yo de verte”, además del obligatorio lienzo virgen que, a lo largo del concierto, pintará Santos de Veracruz, pintor que siempre acompaña a la banda.

‘Demasiada agua y no hay piscina’ volvía a tener un título con el que jugar y saltar sobre los charcos, antes de afrontar consecutivamente dos de sus mayores hits: ‘La quiero a morir’ y ‘Caraguapa’ para la algarabía general. Poco después el líder presentó a “la bombo infierno”, una reencarnación de la que se espera un nuevo disco en breve y que consta de 4 músicos en la sección rítmica (incluida la tuba), 5 vientos y la voz y guitarra del propio Jairo Perera. Una brass band en toda regla, el Nueva Orleans de la rumba.

Fotos de Víctor Moreno – Noches del Botánico

Su single más reciente es ‘El bailarín nocturno’ con un delicioso ritmo swing y un estribillo chispeante y pegajoso marca de la casa. Entre tema y tema Jairo no para de dar charla, ya sea sobre sus problemas con el micrófono, la jocosa amenaza de que la siguiente canción sería la última o «Santos, estas haciendo un playback buenísimo».

Recorremos el ritmo cadencioso al paso de la tuba de ‘La mejor’, la muy bailada ‘Si tú si yo, si no’ firmada conjuntamente con Kiko Veneno o la imbatible ‘Siempre que quiera’, gritada en cada rincón del recinto. Los diez músicos sobre las tablas no dejan de moverse e interactuar entre ellos con coreografía y montaje, en una colorida estampa que ayuda a que el concierto se pase en un suspiro, una actuación que toca a su fin cuando el pintor da por finalizado el cuadro, esa pequeña gran genialidad sin la que no es posible entender a esta formación. «Sed felices, sed buenos, ya se va la bombo infierno».

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El director de cine Emir Kusturica tiene en su haber varias de las películas más prestigiosas del cine europeo en el periodo entre finales de los 90 y los primeros 2000. En todas ellas la banda sonora es algo fundamental y el serbio se ha involucrado en ellas hasta añadir su propio nombre a la agrupación que las grababa: hablamos de la ‘No Smoking Orchestra’.

Como uno de los principales abanderados de la música balcánica el ritmo apresurado no iba a faltar, y el comienzo con ‘Tarentella’ fue, efectivamente, sin concesiones. Seguidamente escuchamos el tema de la pantera rosa, leitmotiv que repetirían casi en cada pausa, con algunos guiños adicionales a la música clásica mediante el bolero de Ravel, o incluso a Pink Floyd. La formación actual de los no fumadores consta de teclados, violín, acordeón, trompeta, saxofón, batería, bajo y el líder asumiendo guitarras y la parte vocal, siendo la procedencia de los músicos mixta entre los balcanes y, curiosamente, México, país muy estudiado por Emir, que se lo pasó muy bien anunciando: “My name is Francisco Pancho Villa”.

Fotos de Víctor Moreno – Noches del Botánico

Aunque están presentes en las bandas sonoras de muchas películas, Kusturica considera que sólo tienen dos discos, Unza Unza Time (2000) y Corps Diplomatique (2018). Entre tema y tema comenta sus canciones con toques de humor negro “escribí sobre la mafia, pero ya no sólo está en Italia, sino en todo el mundo”, nombra las películas en las que empleó la música -La vida es un milagro, Gato negro, gato blanco- y, sobre todo, repite mucho su nombre y el de su orquesta “La mala noticia es que es la última gira de esta banda».

Durante la actuación hubo tiempo para insultar a la MTV “Do you agree? fuck you MTV”, hacer bromas sobre salud bucodental en ‘Scared of Dental Drills’, alabar hasta el paroxismo el zumo de cebada en ‘Cerveza’ -cantada por el violinista, el integrante con el que Kusturica parecía tener mayor sintonía-, dedicar ‘Comandante’ a todos los comandantes de Cuba y a emular el mítico final de la película Underground con buena parte de los músicos tocando ‘Sheva’ entre el público.

Tras 85 minutos de concierto se despidieron sin hacer ningún bis, conducta afeada por una sonora pitada. Agria despedida para una formación que durante los últimos 24 años acercó el sonido y los ritmos del sudeste de Europa al resto del mundo. “I wanna hear Unza Unza music”.

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