El problema no es la reventa: Hablemos de especulación en origen y los ‘precios socialistas del rock n roll’

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¿Terminará siendo imposible comprar entradas y nos importará una mierda?

Hola, buenas, qué pasa. Pues nada, aquí, en casa. Estuve en un garito anoche y me pitan los oídos. Era un concierto de los Primos de Riesgo en el Fun House de la calle Palafox en Chamberí. Diez pavos pagado en la puerta con un billete y un sello en la parte interior de la muñeca. Bastante guay porque la música en directo es bastante guay.

Ahora voy a hilar esta frase con lo que tengo en mente y os quiero contar. La música en directo es bastante guay cuando están involucrados los sentimientos correctos. Que no digo que en pagar 100 euros por un gran concierto nos estemos equivocando, porque lo hacemos por algo superior a todos nosotros, ya sea para ver a U2, a Bruno Mars, a Depeche Mode o a Metallica (vaya bolazos se han marcado en España esta semana, chiquillo).

Pero todo está como mogollón de pervertido y va a ir a peor. ¿Que en qué me baso? Me encanta que me hagáis esta pregunta porque justo para eso he venido. Porque igual llevo gastado algún millón de euros en entradas para conciertos en 39 años de vida, pero ahora quieren que me gaste ese jodido millón cada año. Porque aquí ya hemos hablado de la movida de las entradas para los grandes conciertos y hemos reflexionado sobre la reventa, pero sabéis, ese no es ni de lejos el meollo de la cuestión.

La reventa, al final, existirá porque siempre existió. Es más acojonante lo que ya está perpetrando Ticketmaster. Y vaya por delante un dato: Las entradas Platinum (que deberían ser de pista pero son de gradas extensibles para exprimir un poquito más la pasta) para ver a U2 el 20 de septiembre de 2018 en el WiZink Center costaban 1.500 euros hace dos semanas y ahora cuestan 800. ¿Qué mierdas está pasando aquí? Pues que mientras se nos llena la boca con la reventa por aquí y la reventa por allá, mientras los grandes medios hablan de la movida coyunturalmente, la gran empresa ticketera es la que está especulando en nuestra puta cara. Y va a seguir haciéndolo porque, además, ya lo ha dicho.




Me quedé pillado ayer al leer un interesantísimo a la par que terriblemente sincero artículo de Billboard (AQUÍ) en el que el vicepresidente ejecutivo mundial de Ticketmaster, David Marcus –con quien yo hablé en Madrid hace tres semanas, como ya comentamos-, dice cosas tan locas como: «Nos gustaría vender el último boleto a su concierto cuando ella -Taylor Swift en este caso- sube al escenario cada noche. No estamos tratando de vender todas sus entradas en un minuto, estamos tratando de descubrir cómo vender boletos de una manera más moderna».

Esa manera moderna es, básicamente, especulando. O sea, para qué van a vender todas las entradas a un precio, si pueden ir sacando paquetes de entradas por x dinero y luego ir bajándolo o subiéndolo en función de la demanda. Es como el rollo de los billetes de avión o los hoteles, que yo personalmente nunca sé lo que me va a costar. Es el mercado, amigo. Es todo beneficio para una parte. Ahora si eres fan de un artista masivo, prepárate, porque va a estallar el obús. Entiéndase obús por tu billetera.

Como bien apunta Billboard, bienvenidos a la ‘tarificación lenta’. O sea, ahora Ticketmaster pretende que seamos fans verificados, lo cual para ellos significa que queremos pagar más que el resto para asistir a tal o cual recital. A partir de esa premisa, ya está todo claro y nadie engaña a nadie. Pero la movida es que Ticketmaster está remodelando su modelo de negocio para parecerse todo lo posible al mercado secundario. ¿Cómo detener la reventa? Pues joder, sacando las entradas justas a la venta y especulando tú mismo, ya que tu manejas la movida.

Así, además, es el consumidor el que decide donde está su límite, cuánto se quiere gastar. No pierde dinero la promotora, tampoco el artista, como ahora, que siempre queda la duda de si una entrada puede costar un euro más y seguiríamos entrando al juego.

Vamos a un ejemplo. Y le ha tocado a U2 porque para algo es la mayor banda del mundo (recordemos que tiene contrato de doce años con Live Nation, que es quien decide sus movimientos, con lo cual, tenemos el conglomerado ya bien montado). Para dos conciertos diferentes en el Madison Square Garden, una misma entrada, de un mismo sector, con la misma butaca, cuestan bien diferente: una 331 dólares y otra 117 dólares. Casualmente, la más cara es para el primer concierto del grupo allí y la otra para el tercero.





No se, dejadme que piense mientras escribo. Literalmente no sé lo que voy a decir, imaginad que estamos tomando una cerveza. A mi me parece mal que ir a un concierto sea un juego de precios to loco. Porque al final, los grandes nombres son los que nos mueven a todos los que tenemos esta pasión. Y vale, cuando vas en un avión igual tu has pagado 100 pavos y el de al lado 150, eso nunca se sabe. ¿Pero también ahora esto en los grandes conciertos?

Se supone, como bien dijo Fito en su día, que en un concierto masivo nos juntamos gente diversa para compartir ese rato. Pero si el lujo que ya es pagar 100 euros por una entrada se convierte en el doble, será algo no ya inalcanzable, sino estúpido. Pero esperad, que me pierdo. Quiero compartir con vosotros otro tuit en el que se explica la estrategia de Live Nation (la promotora definitiva, dueña de Ticketmaster, a su vez dueña de SeatWave, a su vez dueña de U2).

«Es la nueva estrategia de Live Nation. Los conciertos ya no se agotan al instante. Es más rentable vender un 70% a precios inflados que 100% a precios razonables. Y más cerca de llegar a la fecha comienzan a caer -los precios- para vender la mayoría de todos modos». ¿Os suena de algo? Volvemos a las entradas Platinum para U2 en Madrid, no ya a las que ahora cuestan la mitad, sino para recordar que las de la segunda fecha ya costaban directamente la mitad que las del primer día.




En el artículo de Billboard que os digo, un alto ejecutivo de WME Entertainment, Marc Geiger, hace gala de una honestidad brutal: «El cambio no es fácil. La idea de que un consumidor va a sentarse en primera clase con un boleto económico es un remanente de lo que yo solía llamar ‘precios socialistas del rock and roll'». Ahora sí que hemos llegado a la frase que me ha traído hasta aquí, la que une socialismo con rock and roll y diferencia entre clases.

¿No os da una pereza de la hostia todo esto? Yo, por suerte, ya voy a cumplir 40 y he visto a casi todos mis grupos muchas veces. Me faltará alguno, seguro, pero bueno, va, vi hasta a Van Halen en el 95. La movida es que mis sobrinos, por ejemplo, querían ir a Bruno Mars. Y estuvieron a la hora indicada preparados para comprar, pero cuando vieron que la pista pasaba de 100 euros se tuvieron que echar a un lado porque para ellos es inasumible. Eso a los ‘ejecutas’ se la suda, pero al mismo tiempo hablan de dar experiencias cojonudas a los fans. Puag. Expulsamos a los jóvenes de la música en vivo al máximo nivel pero y qué.

Otra vez Marc Geiger al aparato para recordarnos que, total, si no tenemos pasta, no es su jodido problema: «Espero que nos estemos moviendo ‘despacito’ a una economía de mercado. Y si a la gente no le parece bien el precio de una entrada, pueden comprar una más barata o no ir al show». No, claro, estamos todos de acuerdo en que es más importante comer y tener una cama, a poder ser con techo. Lo que me jode es que ir a un concierto guapo de alguien que te mola es una sensación superior y, como estos pollos lo saben de sobra, han decidido que tiene que costar mucha más pasta.

Así que no perdamos el tiempo hablando de reventa. Cada vez que alguien culpe a la reventa, calladle la boca, porque ese no es el problema. La cuestión es que los grandes conciertos están todos en las mismas manos y esas manos ya se han ‘cansado’ de que otros ganen dinero a su costa. Por eso ya son ellos los que directamente van a especular en nuestra maldita cara con la ilusión de ver a tal o cual grupo.

No sé, amigas y amigos, no sé. Esto es que se habla mejor tomando un algo. Yo soy consciente de que ir a conciertos que cuestan cien euros no es algo básico para el ser humano. Pero llevo 25 años disfrutando de esto, desde que vi a U2 en el Vicente Calderón en 1993. Igual ya he pasado los 500 concis, me dedico profesionalmente a hablar de ello y me toca los huevos. Esto al final va a ser como Los Juegos del Hambre, pero va a ganar quien más pasta pueda gastar.

Y, efectivamente, los grupos tendrían que decir algo, pero tampoco podemos pedir a esa gente ‘casi irreal’ que haga la revolución. Pearl Jam en los noventa se enfrentó con Ticketmaster, pero eso no es más que un recuerdo lejano, pues ahora también trabajan con ELLOS. Todos trabajan con ELLOS. ¿Y ELLOS quienes son? No sé, pues ELLOS, los hijos de puta.


Y sí, siempre podremos ir a otros conciertos más pequeños, apoyar a grupos locales, todo eso. Pero eso lo haremos gente como nosotros. El gran público que llena pabellones y estadios nunca lo hará. Y si, encima, ya no pueden ir a esos grandes ‘eventos’ (puta mierda de palabra), jamás irán a otros recitales más canijos. Es todo así de pernicioso. Ganan los que saben que van a ganar y pierden absolutamente todos los demás. Estuvo guay lo de anoche. Lo de los Primos de Riesgo, digo. Música en vivo, queridas y queridos.

ANEXO: Por mi trabajo en Europa Press he escrito bastante ya sobre este asunto y creo que, si has llegado hasta aquí, te pueden interesar estos enlaces.

Ticketmaster: «Es enfermizo pensar que desviamos entradas para revender»

– Quejas, reventas y denuncias: ¿Qué pasa con la venta de entradas para grandes conciertos?

Entradas nominativas para conciertos: ¿Solución o engorro para los fans?

El día de la marmota para los fans de U2: Otra odisea para comprar entradas

¿Terminará siendo imposible comprar entradas y nos importará una mierda?

Aquí tenemos el debate abierto en el post de Facebook en Mercadeo Pop:


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7 thoughts on “El problema no es la reventa: Hablemos de especulación en origen y los ‘precios socialistas del rock n roll’

  1. Gracias. Es una reflexión que podría haber escrito yo, si supiera escribir como tú. Creo que es exactamente así.

    Como tú, puedo haber estado estado en 500 o 1000 conciertos en mi vida, toco en una banda hace casi 20 años, y ya te digo que dificilmente, al menos en España, esto va a derivar en apoyo a las bandas locales. Ese es otro tema, y otro tipo de explotación, que daría para otra interesante reflexión.

    P.S. Tb estuve en Van Halen, en el Palacio, en el 95. Conciertazo.

  2. Yo iba a comprar entradas para los Maiden en el Wanda, cuando vi el precio cerré la pagina directamente, me sale más barato ir a Lisboa a verlos… Si no los hubiera visto nunca me jodería mucho, pero paso de gastar esas cantidades en un concierto de un par de horas.

  3. Lo más curioso es que luego te vas a europa y este tema no es tan exagerado, no digo que puedas ver un conciertazo gratis, pero los precios son más acordes con los niveles de vida de los paises. O esa es la impresión que tengo yo.

  4. Respeto tu análisis de todo el asunto y es ciertamente un abuso, pero como también has comentado, no es una necesidad real o una experiencia incuestionable sin la que puedas vivir.
    Más de 60€ por una entrada de un concierto no pago bajo ningún concepto y me importa un pepino quien sea. Si no puede ser, no puede ser.
    Es realmente el único poder real que le queda a un consumidor: no adquirir un determinado producto.
    Si ven que hay pataleta, entienden que hay queja pero que va a colar igualmente y desde luego van a insistir con la estrategia (tanta pasta merece la pena).
    Lo que tienen los oligopolios

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