Corizonas (2012) Teatro Circo Price. Madrid

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La corizona tenía un precio

Lugar: Teatros Circo Price. Madrid
Fecha: 15 noviembre 2012
Asistencia: 800 personas
Artistas Invitados:
Precio:
Músicos: Rubén Marrón, David Krahe, Fernando Pardo, Javier Vielba, Javi Vacas, Yehven Riechkalov y Loza.

Intentas abrir el ojo derecho pero no puedes. Tienes los párpados pegados. Del izquierdo ni hablamos, pues está enterrado en un par de centímetros de tierra. Te retumba en la cabeza toda la noche de ayer y por más órdenes cerebrales que lanzas, en realidad no hay parte de tu cuerpo que responda. Vaya, otra vez esa sensación tan familiar de estar observándote desde fuera. Hostias, no, para cuando logras un centímetro de visibilidad reducida, constatas que es un tétrico halcón el que te mira mientras imagina las incontables perrerías que va a hacer con tu interte cuerpo. Y piensas: «¿No es un buitre carroñero lo que debería estar acechándome?». Ay amigo, cosas inexplicables que pasan a 50 grados celsius en la frontera entre Utah y Arizona.

Para cuando has vencido la angustia y eres capaz de arrodillarte y comenzar a quitarte las toneladas de polvo que acarreas, escuchas a lo lejos un inquietante cabalgar apocalíptico que, a estas alturas, no te suena amigable. Ante tu inminente huída, el halcón insomne está a punto de abalanzarse sobre ti, aunque eso de que todavía fluya sangre por tus venas no termna de gustarle del todo. Los cascos de los caballos cada vez golpean más cerca pero sencillamente eres incapaz de pensar con cierta lógica, de manera que te quedas en tu sitio bien plantado, como si fueras capaz de afrontar la más mínima inclemencia.

Retumba en tu cabeza de manera inmisericorde una músca creciente, perfecta para perder la cordura en mitad del desierto. Pura psicodelia rock pedregosa, con una lluvia torrencial de imágenes que no están, pero tu las tienes. Los forajidos ya están casi encima tuya cuando comienza a sonar a toda pastilla un aturdidor theremin (el único instrumento que no se toca) que te atormenta sobremanera. Ya has entregado tu destino a los pistoleros cuando abres los ojos e intuyes ante ti a un grupo de seguratas del Teatro Circo Price. Escuchas alguna indescifrable voz amiga de ultratumba y notas una incesante retahíla de suaves bofetadas en tus ambas dos mejillas. Plas, plas, plas. Plas, plas, plas. «Venga, vale, que estoy bien, apártense. ¿Acaso no escucharon las news today?» Nada que no se pueda superar con una buena dosis intravenosa de sabroso y provechoso rock fronterizo.

Te plantas como si nada hubiera pasado frente al escenario como si tal cosa ante la estupefacción generalizada. A ti personalmente lo que te sorprende no es desmayarte súbitamente y al minuto estar como una rosa, no, qué va, sino tener frente a ti a los cuatreros que cabalgaban amenazantes hacia ti en pleno far west y que nadie sienta pavor por ello. Pero el caso es que aún sin duda amenazantes, ahora parecen mucho más amigables y decididos a provocar que el personal pase un buen rato digno de recordar, comandados por el irrefrenable carisma de Javier Vielba (uno de los mejores frontman del país y punto, predicador, vendedor ambulante, cantante) y el aura de ‘guitar hero’ de Fernando Pardo. Pedazo de talentosa pareja, arropada por un grupo consistente y fiable como pocos.

Las canciones se suceden pulcras, potentes, alocadas y trotonas como una persecución ideada por Sam Peckimpah pero dirigidas por el bajo de Javi Vacas, como una pelea con taburetes volando y chicas gritando en el saloon de la calle principal de Mexican Hat. A las canciones de su único disco hasta la fecha, ‘The News Today’, como ‘The falcon sleeps tonight’ y ‘Run to the woods’, se suman versiones incendiarias como ‘Everybody knows this is nowhere’ de Neil Young o la habitual en su repertorio ‘Supernaut’ de Black Sabbath.

La banda es básicamente un tiroteo andante, cruda y perfectamente engrasada, empujada por la bravucona batería de Loza y la trompeta apocalíptica del fin del mundo de Yehven. Y es que Corizonas no son sólo una de las bandas revelación del presente año, sino que son una formación absolutamente necesaria para mantener el nivel del panorama nacional con gente que cree ciegamente en lo que hace y que exactamente eso transmite durante sus recitales. Sin concesiones.


Saltando constantemente del rock regenerado al country o el folk mas vital e innovador, hay hueco también para nuevas composiciones que esperamos ver plasmadas en un futuro disco, y que van surgiendo, según revela Vielba, «haciendo el orco en pruebas de sonido y ratos libres». La banda está contenta y lo disfrutan, especialmente Vielba, líder espiritual que baila y se descojona sin parar, y que, cada vez más confiado, se arranca con pequeños delirantes monólogos que provocan la algarabía y el alboroto generalizado. En estos menesteres recibe el apoyo de Fernando Pardo, creando entre ambos un clima de camaradería que anima al respetable a meterse en la historia con más vehemencia.

Tras la evocadora ‘El Rancho’, turno para la versión del ‘Wish you were here’ de Pink Floyd (con charleta de Pardo comparando de alguna manera a Syd Barrett con su baterísta Loza, «el líder en la sombra y con más amigos en Facebook»). Ciertamente da gusto ver a una banda que se lo pasa tan bien sobre las tablas, justo premio para la evidente pasión y fe ciega que ponen en todo lo que hacen. ‘Run to the river’ suena enorme, creando una sensación de compadreo durante la cual hasta tu archienemigo de los conciertos, ese que siempre te cruzas y con el que mantienes una indisimulada e infantil rivalidad perenne, se acerca a firmar la paz, palangana para escupir y sellar el trato mediante. Continúa la fiesta cada vez más desatada con ‘Piange con me’ y sus felices coros liberadores.

Mención especial para los vídeos que durante toda la velada acompañaron a las canciones, siempre acertados y mezclando crítica social con imágenes clásicas de pelis de vaqueros. Y en esas estamos cuando ya los bises se nos escapan de las manos en plan bailón güatequero con ‘Hiedra venenosa’ (versión patria del clásico ‘Poison Ivy’ de los Coasters) y ‘I Wanna believe’. El punto de no retorno se cruzó hace tiempo y esto parece una pista de baile setentera, con Vielba cantando entre el público alzando un mini de cerveza que acaba desparramado sobre las cabezas de los asistentes, y la banda perdiendo la cabeza adentrándose en el ‘Danger Danger’ de Electric Six.

Afrontamos sonrientes el final con ese canto a la pasión del día a día que es ‘I’m Alive’. Risas en el escenario, saltos entre el respetable en una noche que reconfirmó a Corizonas como una de las bandas españolas del momento, ajena a modas y a Mondos Sonoros. Una banda que además de parecer guay, resulta que es guay. Una noche que podría haber congregado a más público aún si no hubiera coincidido con decenas de conciertos repartidos por toda la ciudad, Patti Smith en La Riviera mediante. Una velada de 130 minutos que acaba con otro tratado de psicodelia pura y el Rey Lagarto con aspecto de John Lennon pendenciero aporreando tambores al grito de «¡Estáis vivos! ¡Estáis vivos! ¡Estáis vivos! ¡Estáis vivos!». Oh sí, estamos vivos. ¿Y sabes qué? Dios nos libre de no sentirnos así en todo momento y en todo lugar, corizonísima de mis entretelas.

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