Camilo Sesto: Mira mi muerte

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Camilo Sesto en 2010 en Madrid. FOTO: Pablo Nicenboim

Como periodista ultravocacional, me molestan muchísimas cosas. Y esta semana ha habido varias, todas ellas funestas. De repente, todo quisqui es mega fan de Daniel Johnston, pero nadie le hacía ni puto caso más allá de que Kurt Cobain se pusiera aquella camiseta hace casi treinta años ya. Y bueno, pocos días antes se murió Camilo Blanes. Porque en mi casa siempre será Camilo Blanes.

Yo no comprendía que en los vinilos que acariciaba, leía y olía pusiera en grande Camilo Sesto y luego en la galleta chiquitina Camilo Blanes. No podía ser la misma persona básicamente porque se llamaba diferente. Pero lo era. En esas diatribas andaba yo mientras me ponía temazos encadenados, principalmente debido a que mi hermana mayor era fan no, lo siguiente. Con todo lo que esta frase hecha puede llegar a significar.

Me molesta mucho también la prisa. Cada vez más. Lo cual no deja de ser gracioso al ser yo un periodista de agencia. Pero es que con los años me va pareciendo cada vez más ridículo. O sea, que se muere Camilo y todos corriendo a soltar chorradas y a escribir textos inocuos. Hay que correr porque nunca sabes cuánto va a durar el interés del lector. Pues bien, me detengo aquí y me planto contra eso. No me da la gana.

Si tanto os gustaba Camilo Blanes, doy por hecho que una semana después aún os interesará. Y si no, empuja un poco más la puerta circular y sales como entraste. Está bien, nada es obligatorio. El periodismo de mierda que nos intentan imponer no es exactamente el que me trajo hasta este lugar en el tiempo y el espacio. No lo es en absoluto. Es una puta mierda, de hecho, y detesto aún más la impostura de las redes sociales. Mira, que no, que paso.

O sea que Camilo. Joder. Fue hace una semana, domingo por la mañana. Como de costumbre, encendí la tele de mi habitación para poner el 24 horas y reencontrarme con Beatriz Pérez-Aranda. La del pepino y la del trabuco. Y en esas, aún boca abajo contra la almohada, retumba la muerte de Camilo Sesto a los 72 años. Siento una lástima instantánea, pues siempre ha sido una figura permanente en casa. Y al final, después de todo, se fue.

Fueron muchas fiestas navideñas con mi hermano cantando Camilo a pleno pulmon y el champán derramándose doquiera entre la humareda. Y en la tele, ese telón de papel de plata de fondo y una y otra vez las mismas actuaciones. Y los niños probando la sidra porque esa es bebida de niños. Y el otro cantando ‘Algo de mí’ y alguien tirando por ahí un vinilo de ‘Amor libre’. Un disparate.




Como es natural en ese ambiente, el personaje Camilo me fascina desde que tengo uso de razón. Asquerosamente guapo el tío. Y esa voz, esa barbaridad. Capaz de cambiar de registro melódico al hard rock en un tris trás. Subiendo y bajando octavas con los ojos inflamados. Venga coño, hubo un tiempo en el que no es que fuera Dios, pero desde luego era su hijo en la tierra que todos pisamos. Con dos cojones, él fue ‘Jesucristo Superstar’ porque así lo quiso.

«Jamáaas, jamáaas, he dejado de ser tuuuyo, lo digo con con orgullo. Tuyo y nada más». He comprobado que esta era la letra, pues la escribí de memoria pero, evidentemente, es. Clavadas en nuestra memoria colectiva están esta y tantas otras. Ahora, de repente, como decía antes, todos fans, pero los últimos veinte años todos jiji jaja y tal. Vale que ‘Mola mazo’ es un disparate, pero también afirmo: Es un disparate mágico.

Como telúrico es, de hecho, Camilo. ¿No os parece como alguien irreal? Inenarrable también. Pero justo por eso, al mismo tiempo, inalcanzable. Recuerdo una vez que los colegas de Rock The Best Music me pidieron que eligiera diez canciones de hard rock. Pues bien, la décima era ‘Getsemani’, básicamente porque creo que no he visto nada tan jevata en mi vida. Da igual la interpretación que escojas en YouTube, todas son sobrecogedoras. Se dejó varios años de vida ahí Camilo por amor al arte.





En octubre de 2010, al fin, tras lustros de retiro, se manifestó Camilo y pudimos ir al Palacio de Congresos del IFEMA. Puede que aquella fuera una de las noches más divertidas de mi vida. Ver todas aquellas flores volando hacia el escenario lanzadas por cincuentonas y sexagenarias mientras aplaudía erguido en mi butaca fue una epifanía: «Yo necesito saber si quieres ser mi amante». Ese estribillo lo cambió todo aquella noche, indudablemente, otro día lo hablamos.

Mi hermana es que acosaba a Camilo. Tendría que llamarla ahora para concretar pero era por el barrio de Salamanca, creo recordar. Se plantaba en la puerta a esperar. Y aquella noche en IFEMA pues la llevé hasta la fila 10 o así. Y claro, pues lo flipó y lo flipamos y fue toda una fantasía. No cantaba gran cosa ya él, calcamonía de lo que fue, pero por qué coño se lo perdonamos a Jon Bon Jovi y no a él. De hecho, yo creo que el de New Jersey debiera dejarlo de una vez antes de que vaya a peor. Tan muñeco es él como aquel y que todos lleguemos a esa edad para brindar.

‘Perdóname’, joder. Cuando la peña afirma alegremente que las mejores baladas las hacen los jevis me tengo que poner necesariamente de mala hostia. No tenéis ni puta idea, cojones ya. Anda que no hay baladistas que se mean en Scorpions sin meterse la mano en el bolsillo derecho. Blanes es uno de ellos. Y eso por no hablar del reinado en los karaokes, claro.

Todos hemos visto a miles de personas haciendo el ridículo en un karaoke, atrevidos ellos, pensando que salir a cantar ‘Vivir así es morir de amor’ está a su alcance. Esa es, de nuevo, la magia de Camilo. Rey de los karaokes. Hacer fácil lo imposible. Vale que en los karaokes uno va envalontando a tope y todo le suena de puta madre, pero es que hay cada hostiazo milenario. Camilo ha roto muchos egos y destrozado muchas vanidades alcohólicas.

Hicimos de Camilo frivolidad cuando lo suyo siempre fue algo muy serio. Solo de esa manera, con esa determinación, se puede reinar durante dos décadas y luego retirarse para vivir con tu hijo. Qué envidia, poder pasar de todo y que digan lo que digan, como decía aquel. ‘Melina’, menuda copla Mediterránea con aroma a yogur griego, esa mandolina, ese chorro de voz. Menuda estrella del rock.

Me dice Clara que nadie se va a leer todo esto. Bien. Me detengo. ‘Amor… amar’, ‘Todo por nada’, ‘Si tú te vas’, ‘El amor de mi vida’, ‘Fresa salvaje’, ese ‘Paloma blanca, Paloma mía’ que parecen los KISS. No sé, tantas canciones. Camilo es mi infancia por obligación y la vida adulta por decisión. Camilo es amor. Camilo es el tiempo que se va. Camilo es morir todos poco a poco. Te vas, pero te quedas porque formas parte de mí.




El pasado diciembre hicimos Paloma y yo una excepción y apañamos el tema críos para ir al Florida Park del Retiro a despedir a Camilo. Su última aparición pública después de un montón de años, casi desde los dos conciertos de 2010 en IFEMA. Volvimos tristes a casa, lo sé, aunque no nos lo dijimos. A mí me fascina gente así, como este y Axl Rose, que desaparecen años de la vida pública y por eso justo molan más, porque no les tenemos en la maldita sopa.

También estuve en primavera charlando con Ted Neeley, otro sueño hecho realidad. El Jesucristo Superstar original. Y no, no tengo un final majestuoso pensado. Camilo ya murió, como Ted, centenares de veces cada noche. Y cada noche se entrenaron para cuando fuera la última. 

La muerte es suficientemente grandilocuente en este caso cuando has gritado al viento de esa manera tan descomunal, clamando a Dios: ‘¡Mira mi muerte!» En ese punto obviamente te da igual que haya una generación o dos que por puro desconocimiento ande tan desnortada. Es la puta vida y la sufre hasta el hijo de Cristo. El de Alcoy. El de la voz inalcanzable en los karaokes donde hay tantos ‘supermanes’.

Lo que sí me toca los cojones es todo este amor repentino cuando la peña llevaba años riéndose del personaje. Hace falta ser idiota para reírse de un personaje evidentemente creado para que le dejaran en paz. Todos somos ese personaje. El pavo hizo lo que le dio la gana siempre y fue tan grande que se permitió largarse sin dar explicaciones. Eso, a mí, personalmente, me mola mazo.


PD: Ya hablé con mi hermana. Que dice que va al entierro en Alcoy. 

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1 thought on “Camilo Sesto: Mira mi muerte

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