Aquel verano de 2003 en el que AC/DC fueron teloneros de los Rolling Stones

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Nada me enerva más que AC/DC. Tengo historias muy locas de las que literalmente no estaría hoy aquí sobre las veces que les he visto. Y creo que todo se debe, en definitiva, a que tuve consciencia de ellos, igual que de Ted Nugent y Rosendo, antes que de mí mismo. La influencia de los mayores en mi casa era esa y ahí estaba yo en las reuniones familiares aullando, arrojando guitarras contra el suelo y correteando impulsado por riffs de guitarra no ya eléctricos, sino de los de fundido en negro cuando ponías el horno y se iba la luz de todo el edificio.


Nací a muy finales de 1978 así que entre biberón y pota -profética combinación- ahí estaban los mejores años del guitarrista facha más terrible de los USA -el jodido Ted, para los no ilustrados-, los discazos de Leño y ‘Highway to Hell’ y ‘Back in Black’. Sobre todo el primero porque, eh, las cosas como son: Aunque vendiera menos, es más comercial y accesible y mola más en general.


Toda esta chapa es para lamentar con la boca pequeñita que ahora que soy yo el papá hay un habitante en casa obsesionado con el concierto de AC/DC en el estadio del River Plate de 2009. Y ya imita todos los movimientos de Angus en ‘Highway to Hell’, incluyendo el paso del pato, los morritos, el alzamiento de guitarra al viento y, por supuesto, los jodidos cuernos. También va clavando el ritmo de Phil Rudd y el cierre final que espera con las baquetas en alto.


Es magnífico pero, por eso del paso del tiempo, pues uno a veces quiere escapar de sí mismo y de su creación y ver pues, no sé, lo que sea en la tele sin que le griten en la oreja por quitar a AC/DC. Somos así de pringaos, pues por Angus y los suyos he hecho miles de kilómetros y me he quitado algunos pocos días de vida que echaré en falta cuando llegue el precipicio. Pero compensa.


Debido a la necesidad de encontrar nuevos caminos para no ver constantemente el mismo jodido vídeo que ya me sé de memoria, acabé tiempo atrás dando con un concierto especial. Otra puta cosa. Una noche del 30 de julio de 2003 en la que AC/DC tocaron después de Rush y delante de los Rolling Stones. Fue en Toronto (Canadá) y según los cronicas, allí había más de 450.000 personas.


¿Os imagináis semejante infierno? Si cuando Metallica tocó en Valdebebas fuimos 68.000 y ya hubo como 60.000 que no vieron una jodida mierda, ¿cómo es posible esa asistencia? Tiene todo el sentido, porque juntar a esos nombres es lo que propicia pero, ¿qué cojones? Concedo que todos los que allí se reunieron ese día disfrutaron como perr@s porque la ocasión lo merecía, pero casi que prefiero verlo en YouTube porque, aparte de que me abre nuevas vías en casa para no volverme loco, me gusta mucho lo que veo.


Me gusta y, de hecho, me flipa, porque AC/DC son claramente los teloneros y hablamos de 2003. O sea, una vez finiquitada la gira de ‘Stiff Upper Lip’ (2000-2001), con la que tocaron por todo el planeta reventando pabellones y estadios, ese 2003 hicieron cuatro bolos por su cuenta y otros cuatro teloneando a los Stones.


Y mola muchísimo el vídeo de Toronto el 30 de julio porque se les ve encantados de estar en el típico cachito de escenario que se les cede a los teloneros. Apenas se mueven del centro y, lo mejor de todo: Ahí están Phil Rudd, Cliff Williams, Brian Johnson, Angus Young y, por encima de todos nosotros, Malcolm Young. Lejos de la responsabilidad de las grandes giras, diríase que tocan por puro gozo y con eso es suficiente. Es incluso de día durante toda su actuación de poco más de una hora y da igual.

Da absolutamente igual y la gente corre a meter los dedos en los enchufes igualmente. Porque AC/DC te concede ese deseo innato que todos tenemos desde críos y responde a la pregunta universal de ‘¿qué demonios pasará si meto los dedos en este enchufe que me mira con esos ojitos?’ Eso lo hemos pensado todos más temprano o más tarde y siempre hubo quien nos alejó de la tentación. Pues bien: AC/DC contradice a toda esa gente y en plan mamporrero nos ayuda a perpetrar el cortocircuito.


Eso y no otra cosa es AC/DC y por eso funcionan donde sea. Es ese diablillo que te dice «mete los dedos en el enchufe, vas a flipar y todo saldrá bien». Llevan 45 años convenciendo a la gente de eso y no necesitan fuegos artificiales, ni luces de colorines ni toda esa parafernalia. Eso ya lo sabemos pero queda claro en este vídeo en el que además se ve un atardecer precioso perdiéndose en el horizonte mientras el sol canadiense se rinde ante una multitud que podría seguir allí hasta el final de los días.


Como en los viejos tiempos, en definitiva. Así vivió AC/DC aquel 2003 ajeno a las grandes giras haciendo unos poquitos shows porque sí. Y teloneando en cuatro de ellos a los Stones porque sí. Y en Toronto haciendo ‘Hell ain’t a bad place to be’, ‘Back in black’, ‘Dirty deeds done dirt cheap’ -con grito rotísimo de Brian al final-, ‘Thunderstruck’ o mi preferidísima de la infancia de siempre: ‘If you want blood (you’ve got it)’.


Me place especialmente, además, la crudeza del sonido de la grabación, que aflora más que nunca en ‘Hells Bells’. Ya con la banda, por cierto, haciéndose por incercia con todo el escenario mientras entre el público se ve a gente ascender y caer entre caras de felicidad extrema. Este directo es loquísimo y lo más cercano al espíritu de AC/DC que podemos ver desde los alocados años de Bon Scott. Cómo me satisface contemplar a Phil Rudd ahí detrás, por cierto. Él y no otro es el ritmo de este grupo y así será, de la misma manera que Cliff siempre será el pulso.


Da cosilla ver a Malcolm en sus aún buenos años, pero está bien tener presente que por muy la polla que seas, tus días están contados. Yo con este pequeño cabrón lo tengo presente al verle. Porque en ‘The Jack’ es el mejor de largo. Por seguir comentando lo de Toronto, ‘TNT’ siempre me pareció flojeras e innecesaria en el repertorio inamovible de AC/DC, así que pasamos.


Se viene despelote. No hay ni que explicarlo: ‘You shook me all night long’, ‘Whole lotta Rosie’, ‘Let there be rock’ y ‘Highway to Hell’. Madre mía del amor hermoso, vaya póker para rematar la faena antes de que el sol se pire definitivamente. Veo claramente la locura cuando se enfoca al público y solo puedo pensar: ‘Hostia, pero es que después vienen los Rolling Stones’. Y hasta aquí. Ahora os lo metéis entre pecho y espalda y me recordáis con cariño por la presentación del plato.


PD: Estuve en la inauguración de la calle AC/DC en Leganés en 2000.


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