Festival Gigante (2019) Guadalajara

Crónicas

Festival Gigante: Sonará en todas partes

Una chica te mira y te sonríe. Guay. Lo tenemos. Muy mal se tiene que dar si se sostiene la movida en el tiempo. Esa es una escena típica de festival o donde demonios sea y ya estáis pensando que hay lío porque así sois. Pero, ojito, también ocurre que una chica te mira y te sonríe una vez porque sostienes sobre tus hombros a tu hija de seis años y luego te sonríe empezando a flipar porque llevas a tu otro hijo de también seis y luego te termina observando con indisimulada curiosidad cuando reapareces con otro de casi dos años. Casi puedes ver cómo hace cálculos con los dedos y desea que haya un cuarto ser. No es el caso, me planto. Sigues despertando curiosidad, pero convengamos que no es exactamente lo mismo. Y mola así.

Porque acostumbrado como uno está a abrir y chapar cualquier festival independientemente del tamaño, no es lo mismo. De hecho, diría que es mejor. Sobrepasados los cuarenta y dedicándome a esta farándula extraña, hay que admitir que uno termina aburriéndose de flipar. A ver, encadenas el Download y luego el Mad Cool con Bon Jovi en medio y por supuesto que lo gozas, pero constantemente sientes que te falta algo, estás cojo. Con todo lidias cuando además ya te has acostumbrado al vacío de los dos que no habitan contigo de cotidio porque así es la vida. Pero somos la familia que nos sale de los huevos ser y no hay demás, somos solo nosotros. Son un porrón de piezas que igual encajan en la salida 56 de la A2 a la altura de Guadalajara.

Al Festival Gigante hay que ir, en definitiva, con los menudos. Vaya juego de palabras más cutre, trá trá, copón. Pero qué más dá, se entiende. Es muy propicio y así da gusto, en serio. Mola mucho ir a los festivales más tochos a ver a las bandas más tochas, pero te reencuentras con un porrón de cosas cuando regresas a la tierra de los mortales con los tuyos en otro plan. Todo más comedido, más acogedor, más… pues familiar, que es que al final es lo que es. Y mola un huevo eso porque además el Gigante siempre es garantía de que musicalmente hay chicharra.

Así que allí nos plantamos los cinco el sábado tardando exactamente 44 minutos desde la puerta de casa en Carabanchel. No puede ser más directo, más chupao y te están esperando Los Vinagres ahí con su rollito garajero canario molón. Te montan la verbena con dos acordes, o sea, uno menos que los Ramones, lo cual ya de por sí mola un huevo.


Pudimos también pasar un rato bien majo con Depedro, que se lo monta más que bien. Me gusta también más que bien que desde hace ya un tiempo tira de guitarra eléctrica y aparca la española. Se crea un ambiente muy bonito -no hay otra palabra- con lo bien que suenan ‘Solo contigo’, ‘Hombre bueno’, ‘Te sigo soñando’, ‘Fiesta’ de Serrat, ‘Equivocado’, ‘¿Hay algo ahí?’ o ‘Llorona’. Joder, qué divertido, qué guay los críos corriendo descalzos a tu alrededor -ojo con pisar a alguno o que te los pisen, mal rollito fugaz supongo-. Hay mucha honestidad y bondad en estas composiciones, indudablemente. Me gustó mucho y me gustó mirar a los ojos a mis pequeños mientras escudriñaban la movida.

Solo que nosotros fuimos inexcusablemente por Second. Yo soy muy fan desde hace eones. La primera entrevista que publiqué exclusivamente en Mercadeo Pop fue a Second, que también fueron los primeros que me acreditaron a un concierto suyo como web -yo soy el de la música en Europa Press desde hace ya una década o así, no me hagáis calcular que eso jode-. A Second se les quiere porque sí, porque lo contrario es fascismo -ahora que todo es fascismo, pues me marco la macarrada-.

El pequeño hace dos años en unos días y grita cuando le quitas a Second. O cuando no es la canción que necesita. Así es la vida en casa. A mí ya me supera hace tiempo, o sea, uno puede llegar a coger manía a cualquiera. Pero no ocurre porque en el fondo ruge un ciclón y somos diferentes a ellos. Eso, como hijo puta, hay que gritarlo al viento más. Te liberas, te despojas, te rejuveneces. Lo mandas todo a la mierda durante esa hora y media escasa. Un concierto es para eso y quizás se me había olvidado, pero me lo recordaron.

Porque me pasé todo el concierto de Second subiendo y bajando niños a mis hombros. Todos míos, asi que bien. ‘En otra dimensión’, ‘Rodamos’, ‘2502’, ‘Quién pensaba en eso’… «Papá, ¿para qué apuntas las canciones?» «Pues joder, porque os he contado mil veces que yo le cuento a la gente lo que pasa en los conciertos». Y se descojonan los idiotas porque lo saben más que de sobra aunque nunca habían estado así tan tan en la movida. Mientras bajo a uno y subo a otra, la chica que me miraba al principio sigue ahí mirando y cuchichea con su colega. ¡Que os estoy viendo!

Está bien, no puede importarnos menos y tampoco molestarnos. Hay cierto terremoto intragrupal cuando empiezan con ‘Nivel inexperto’ porque esa sí que es constante en casa. Te levantas y está. Desayunas y está. Aperitivas y está. Comes y está. Siesteas y está. Meriendas y está. Cenas y está. Cenas otra vez y está. Te acuestas y está. Bien raro es que no la gritemos a coro cada cual desde su habitación… vale, esto lo voy a probar próximamente y ya os contaré. No tengo duda de que si empiezo el estribillo me seguirán.

Es gracioso porque se vienen abajo cuando te preguntan «y esta cuál es» o «esta es de antes de que naciéramos». Tan fantástico es el paso del tiempo que sienten que Second estuvo ahí desde quien sabe cuando. ‘Contra viento y pronóstico’ gusta porque lo cierto es que el último disco de los murcianos gusta mucho. Y gusta porque es muy bueno, qué coño. Nunca me he alejado demasiado de ellos, pero esto es que se ha acordado de cañas sin críos con gente adulta: «Menudo disco se han marcado los Second». Eso se ha dicho y yo me he retirado siempre contento no a casa, de qué coño vais, no, al siguiente pub a celebrar.

‘Invierno dulce’ está bien pero nos gusta más ‘Más suerte’ porque la verdad es que es más bonita. A ver, que en casa gustan básicamente todas pero a diferentes niveles. ‘Sonará en todas partes’ es mi estado de Whatsapp porque más allá de que la canción sea bonita, su título me representa –y de hecho tuve una conversación cantando su primera estrofa a mi crío más canijo en la cocina, aquí donde estoy, después de ver a Second en el Price-. ‘Rincón exquisito’ es extremadamente privado porque siempre dolió un huevo pero ya nunca más, ya no, ya la cantamos y dejó de significar unas cosas para ser otras. No lo vais a ver en Instagram, ni en ningún sitio, salvo que os lo enseñe yo en la barra de cualquier bar. Así os imagino y así os quiero.

Ya la noche antes les mostré a los dos mayores setlist.fm. «Esta web le salva el culo a papá», les digo y abren los ojos alucinando porque pone lo que van a tocar los grupos. Les explico que es al revés, que pone lo que ya han tocado, aunque suele ser bastante repetitivo, y eso les jode porque no lo comprenden. Me alineo aquí en este momento, aunque les remarco que no todos los artistas son tan sobrados como Bruce o Eddie -también bien conocidos en casa, a ver, que no todo va a ser Murcia… aunque un poco sí, porque Tarque es otro clásico-. Pero a ver, acabemos esto ya.


Sí, es verdad, se me pira. Un día en 2007 creé esta web para no pagar psicólogos y a fe que eso ha ocurrido. ‘Mira la gente’ es un desparrame que ni los Clash -eso me falta por enseñarlo en casa, hay que adentrarse ya en el punk-. Pero ‘Mira a la gente’ es como ‘Where the streets have no name’ para ellos y yo ante eso no puedo hacer otra cosa que entregar las armas. Esta tarde, de hecho, he intentado inocular un poco de U2 pero han pasado de mí, se han ido corriendo los tres. Es una escena muy bonita que me gusta tanto como para no avergonzarme de escribirlo aquí.

Claro que, como siempre digo, hice Mercadeo Pop no para ir a conciertos gratis -que no-, ni para conocer gente -que sí, y qué guay-, sino para confesar lo que me diera la gana y que algún día alguien lo leyera. Sin saber entonces que serían mis hijos. Cuando todo esto empezó ellos no estaban, pero ya hace tiempo que me dí cuenta de que solo escribo para cuando ellos quieran leerme. Esté yo o no.

PD: Y justo por esto último, y como están todo el rato queriendo saber lo que escribo y les expulso de la cocina, solo puedo decir una cosa: Irse a dormir ya, cojones. Y que no se nos olvide: Papá escribe para vosotros tres. Y desde aquí y ahora le doy las gracias a los chicos de Second por generarme estos recuerdos. Y al Festival Gigante por ponerlo todo tan fácil. Muchos abrazos para quien cojones haya llegado hasta aquí. Muchos abrazos, de verdad.

Lunes, 2 de septiembre de 2019.

«Algún día muy cercano no habrá reputación, ni fama, ni dinero. No habrá nada para comprarnos»

Comparte
Tagged

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *