Bon Jovi (2019) Wanda Metropolitano. Madrid

Crónicas
BON JOVI EN MADRID. TODAS LAS FOTOS SON DE RICARDO RUBIO

Bon Jovi pasa la ITV por las canas en Madrid

Jon Bon Jovi está cascao. ¿Pero qué dices? ¿Cómo cojones va a estar Jon Bon Jovi mayor? ¿Eres un puto loco? Pero vamos a ver, que solo tiene 57 palos. Pues está malamente el colega. Aunque, bien pensado, Jon Bon Jovi somos todos. O sea, quiero decir: Vamos por la vida pensando que tenemos veinte años, haciendo nuestros trucos de siempre, comportándonos como si fuéramos ajenos al paso del tiempo, incluso pensando que para el resto permanecemos en nuestra mejor versión. Pues mira, no. Ya tenemos cuarenta -yo al menos- y hoy es lunes y me cuesta enfocar y me duele la cabeza de la noche de ayer. Ni el mejor de los trileros puede falsear esto que padezco, amig@s.

Pero y entonces, si Jon Bon Jovi está mayor, ¿qué futuro de mierda nos espera al resto? No puede ser, pero es. Pareciera que todos los congregados en el Wanda Metropolitano están decididos a obviar la realidad precisamente porque no apetece pensar en ella. No al menos esta noche. Y por eso, aunque Jon no cante na de na, más de 50.000 personas la lían parda y se entregan a unas canciones que son banda sonora de su vida. Es el mejor truco de trilero que vais a ver jamás: Un cantante que no canta y ni falta que hace porque hay algo telúrico por encima. Es básicamente magia, es pura energía colectiva de celebración y festejo. Tras el contundente comienzo con ‘This house is not for sale’, ‘Raise your hands’ resume perfectamente todo esto. Rock de estadio en su máxima expresión.

Todo lo que quiero intentar decir es que el rock de estadio está mayor, pero aún quiere fiesta. Porque el rock de estadio somos todos exigiendo a las grandes bandas que nos mantengan jóvenes para siempre. Nadie puede ganar la batalla contra el paso del maldito tiempo, pero justo para eso se paga una entrada para un macroconcierto de Bon Jovi. Ese es el trato, ese es el truco. No dejamos que el cantante esté mayor a nuestros ojos, le ponemos un filtro a través de las canciones y así se conserva como antaño, como la primera vez. Durante dos horas y media vivimos la ensoñación de la juventud y la realidad la imaginamos nosotros, cada cual a su manera con sus propios recursos. Qué canas ni qué canas, que no, hombre, que no. Sobre el escenario no se tiene edad. Nos quejamos de las giras con hologramas de difuntos, pero un poco ya es eso lo que pasa cuando viven. Un poquito al menos.

Y bueno que, en cualquier caso, la velada fue conducida con solvencia por el carismático Jon, quien a sus 57 años se muestra definitivamente falto de voz. Se esfuerza -loable-, pero no llega. Se agarra al micrófono para soñar unas notas altas que sencillamente no están a su alcance. Una dificultad resuelta con oficio vocal y con esas estudiadas poses de estrella y esas blanquísimas e irresistibles sonrisas que regala con la confianza de quien se sabe poseedor de un atractivo deslumbrante. Incluso algunas pistas de voz pregrabadas para apoyar también sonaron por ahí, convenientemente camufladas entre los coros de sus escuderos y los siempre necesarios aullidos del público disfrutón que prefiere cantar a escudriñar -los trucos de trilero del directo siempre están ahí para que con la excitación no se noten las carencias y así está bien-.

El público no es tonto, el público lo sabe todo, pero como también va cumpliendo años, perdona a Jon lo que seguramente no perdonaría a otros. Claro que es que Bon Jovi cuenta con himnos del tamaño de ‘You give love a bad name’ o ‘Born to be my baby’, que caen como ayuda humanitaria desde el cielo de una magnífica noche de verano en la ciudad. Las canciones viejas son las que levantan exponencialmente un recital de repertorio equilibrado, en el que suenan también composiciones recientes tan prescindibles como ‘Roller Coaster’ o la incomprensible ‘Amen’. Un peaje asumible, en cualquier caso, igual que ‘Lost highway’, a la que sigue la siempre reivindicable y muy coreada ‘Runaway‘ -la canción que lo empezó todo allá por 1984-. Dos singles del nuevo milenio como ‘We weren’t born to follow’ y ‘Have a nice day’ resultan disfrutones y disfrutables pero ya.




Luego en ‘Bed of roses’ da cosica porque no veas si sufre Jon, ahí aferrado con las dos manos al micrófono. Aprieta y se nota, pero la leche, que no. Salva la situación con otro truco, en esta ocasión cantando en español parte de la letra, en un gesto siempre taaaan bien recibido por la colectividad. Lo cierto es que la máquina carbura. Una vez aceptadas las condiciones, firmas y te pasas al lado del hedonismo. Dejas de escudriñar y pasas a disfrutar. En ese aspecto, nada que reprochar a una banda que sabe lo que se hace, que suena compacta y que carbura con solvencia. El sonido del Wanda ya es otra película, que depende siempre de la ubicación en la que uno caiga. En la pista, desde luego, estuvo bien.

Me llama la atención que aunque Jon siempre ha sido lógicamente el protagonista, pareciera que cada vez lo es aún más -más aún desde la marcha de Richie Sambora, el único que le seguía en carisma-. Junto al presi de la corporación, los otros dos integrantes originales, que aún algo de atención reciben: El baterista Tico Torres -buena pegada- y el teclista David Bryan -arreglista preciosista-. Junto a ellos, el guitarrista Phil X -preciso, talentoso y enérgico aunque incapaz de hacer olvidar al añorado Richie seis años después de su marcha-, el efectivo pero invisible bajista Hugh McDonald, el guitarrista de apoyo John Shanks -también coproductor de los reguleros tres últimos discos del grupo- y el percusionista Everett Bradley.

Hostias estoy viendo Corazón Corazón -una de mis debilidades a esta hora, lo admito, cada cual tiene sus mierdas- e incluso Anne Igartiburu acaba de decir que Jon tenía la voz quebrada. Imaginad cómo es la movida cuando hay tan salvaje consenso. Pero al mismo tiempo, ella ha dicho que Bon Jovi son inigualables. Esa es la dualidad que me tiene loco, la verdad. Pero es que en el Wanda encadenaron ‘In these arms’, ‘It’s my life’, ‘Wanted dead or alive’, ‘Lay your hands on me’, ‘I’ll sleep when I’m dead’ y ‘Bad Medicine’ -por ahí, entre medias, God bless this mess, de las mejores recientes que tienen-. Muy mal se te tiene que dar para que con semejante repertorio no triunfes. Muy mal tienes que estar y no está Jon taaan mal como para fracasar en esta batalla.




Para entonces, una cosa os digo, ya nos habíamos cansado de cerveza así que alguien pidió un mini de ron y se nos fue la pelota del todo. Estas cosas las escribo para que no se me olviden. Porque una de las cosas que más miedo me de morirme es que se me olviden noches como esta. Menuda puta mierda sería eso, joder. Porque el bis arrancó con ‘I’ll be there for you’ y eso estuvo bastante guay, con toda la peñita guapa coreando y empujando en una única dirección. Eso es fantástico. Parafraseando a Albert Riverita, yo miro alrededor y no veo ni rojos ni azules, solo veo fans de Bon Jovi felices cantando a la vez. Con un mismo pulso. Eso es fenomenal. Son momentos así lo que valen el precio de la entrada, claro que sí. Como el remate con ‘Livin’ on a prayer’, con ese grito de guerra inigualable para dejar al personal con un buen sabor de boca -a mí ahora mismo me sigue viniendo el ron recurrentemente y ya no mola tanto como ayer, pero bueno, cosas que pasan-.

El otro día tuve que pasar la ITV del coche y buff, nunca mola. Siempre puede pasar algo. Algo así es lo que pasa Jon Bon Jovi cada vez que sale al escenario ahora, indudablemente consciente de la realidad. Yo creo que cuando baja del escenario alguien le pone una pegatina en la frente y le dice ‘venga, aprobado para un concierto más’. Así que nada, eso, que aún con algunas dudas, ITV pasada para Bon Jovi en Madrid -otros titanes mayores como Mick Jagger o Bruce Springsteen no dejan tantas incertidumbres-. El magnetismo de Jon puede con todo apoyado en unas canciones que la gente siente profundamente suyas. Y así está bien, no pasa nada. Mientras todos sepamos a lo que vamos, está bien.

Por cierto, que este domingo el rock comenzó a sonar, hay que mencionarlo necesariamente, con la fuerza desbocada de Marea como teloneros de lujo. Los navarros, después de triunfar hace dos semanas en La Caja Mágica ante 30.000 acólitos, se presentaron rotundos este domingo de nuevo en la capital ante un público ajeno en su mayoría, pues poco o nada -¡nada de nada!- tiene que ver Jon Bon Jovi con Kutxi Romero. Pero eh, esa es la gracia de las parejas de baile inesperadas. Y tanta gracia le hacía al cantante español que se pasó medio concierto diciendo que si Jon esto que si Jon aquello. Bueno, era el día de hacer esas bromas y Marea se lo llevaron de calle mientras la gente iba acomodándose para idear su propio sueño de una noche de verano… La pesadilla para regresar a casa sea por el medio que sea ya la comentaremos otro día, no apetece ahora. Ahora que ya ha acabado Corazón Corazón, lo que voy a hacer es ponerme otra vez ‘Raise your hands’.

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