The Dirt de Motley Crue: Mejor el libro y mejor sin Netflix

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No la he visto una, sino dos veces. La segunda ahora mismo, después de que varios colegas de dijeran que les había molado. Vale, coincido en que mola, pero me reafirmo entonces en mi réplica inicial, ergo, que esto es lo que hay. Es una peli entretenida pero creo que no es una peli en realidad. Son las cosas de Netflix, que te venden chopped como si fuera jamón de york (del caro si acaso lo hubiera).


La movida es que está bien, pues claro, es un producto divertido. Pero lo que quiero decir es que me parece que así se baja el nivel hasta un lugar intermedio entre el puto cine y el jodido telefilme alemám que se vende al peso. Hablamos de un proyecto que viene de hace más de una década y que tras esperar en varias productoras acabó en Netflix. Este era su destino, por tanto, y hay quien dirá que casa a la perfección con el hair rock en general y Motley Crue en particular. Más allá de ciertas consideraciones, así es.


Y pero bueno, es que aunque suene pedante, si te lees el libro esto te parece un si es no es. Del lado de la intención cinematográfica, reconozcamos que los conciertos y videoclips están recreados con mucha intención. Igual que el legendario episodio de Ozzy Osbourne esnifando hormingas y chupando su pis. Eso resume el tono de una peli disfrutona, pero que claro que sí, reitero, de la que me encanta la aparición estelar de David Lee Roth y el episodio de 24 horas en la vida de Tommy Lee.


Es una peli hilarante para el profano que, por otro lado, se mearía encima si leyera el libro en el que está inspirada. Este es otro debate, o sea, es imposible condensar tanta locura en hora y media, evidentemente, pero desde luego cumple. Y el director de casting tiene un punto positivo porque por ejemplo estoy viendo ahora mismo a la Heather Locklear de turno y me da la risa floja porque, eh, está guay, parece ella. Yo personalmente vería esta peli pero es que veo todo lo que tenga que ver con la música y me trago cada estaca que flipas.


Es un producto solvente, en definitiva, pero no querría yo que se leyera aquí cierta condescendencia porque no la hay. Esto está a años luz de Bohemian Rhapsody, sin ser Bohemian Rhapsody la gran repanocha. Estoy deseando ver el Rocketman de Elton John porque eso sí viene de un gran estudio y, sabéis qué, al final eso se paga en el cine y me parece bien. Yo creo que Netflix es un poco Napster y esta mañana me he clavado Some kind of Monster de Metallica con una preciosa resaca, que es el estado en el que se ven las cosas sin filtros de Instagram.


Y yo, por algún motivo, soy de John Corabi. No me pareció mal disco aquel y, aparte, leí en la bio del grupo una frase que hice mía cuando la necesité. Era algo así como que su hijo estaba con su madre -coindimos ahí- y una vez le dijo que bueno, después de tantas movidas, ‘gracias por venir a ver la tele conmigo’. Lucho por eso en mis semanas y, además, se lo dije a Corabi en la Sala Caracol hace dos o tres temporadas cuando vino con los Dead Daisies. Estuvo guay, hubo reciprocidad fugaz que no pegaba una mierda en un camerino, pero es lo que le quería decir y sé que lo pilló de buen grado.






En definitiva, he visto The Dirt ya tres veces desde que empecé a escribir esto. Es la historia de cuatro degenerados del rock y eso siempre triunfa. Y hay canciones guapas. Me gusta pero necesita mejorar, como yo en matemáticas en el cole. No perdéis el tiempo si la veis pero lo mejor que podeis hacer es escuchar los discos de Motley Crue y, a poder ser, leer el maldito libro. Esta última es una afirmación que nunca terminas de hacer tuya hasta que te tocan lo más noble de tu anatomia, ergo, el puto rocanrol. A poder ser con peluca.

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