¿Terminará siendo imposible comprar entradas para grandes conciertos y nos importará una mierda?

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Enésima semana chunga en lo que a ventas de entradas para algún gran concierto se refiere, en este caso con U2 como reclamo. Son ya muchos años con este tipo de movidas, pero parece que, ahora sí, estamos alcanzando cotas inasumibles de delirio. Comprar una entrada para un concierto de esos que en realidad ya son eventos sociales se está convirtiendo en un maldito coñazo. Y la paciencia del personal tiene un límite.

Para empezar, podemos hablar de los precios, paulatinamente más y más altos, estirando la dichosa línea que dibuja la oferta y la demanda. Cada vez más y más tensa, aunque eso en este caso concreto tampoco es realmente la cuestión, pues una pista de 84 euros para ver a U2 en el WiZink Center sigue estando por debajo de los 89,50 que costó Depeche Mode la última vez o los 105 que cuesta Metallica la semana próxima.



Todos van subiendo, en realidad, y las entradas siguen volando, de manera que hay cierta lógica en esa cuestión. Lo preocupante llega en este caso porque para cuando las entradas de U2 salieron a la venta al público en general, ya estaban «casi todas» agotadas (me consta, tengo mis fuentes) tras varios días de preventas del club de fans oficial del grupo irlandés, lo cual implica estar registrado previo pago de 50 bonitos dólares. 

O sea que esas dos entradas de pista de 84 euros que tengo en mi poder en realidad no me han costado eso, pues hay que sumar esa suscripción anterior y así ya pasamos de los cien. Vamos, que si quieres de verdad ver a un grupo que te mola, U2 en este caso, tienes que aflojar la pasta. Y que yo recuerde, también somos (mi chica y yo) fans de pago de Guns n’ Roses y Aerosmith.

Las de Metallica también las conseguidos como socios porque teníamos un código por haber comprado una camiseta en su web oficial o algo así. Si os digo la verdad, es ella, que es peor que y en ocasiones, la que se encarga de este tipo de gestiones (yo me encargo de otras llegado el momento relacionadas con mi profesión cuando tengo que cubrir alguno de los conciertos, pero esa es otra historia que no viene al caso ahora).

En resumen, que somos fans de pago de varias bandas sencillamente porque es a lo que el sistema te obliga si quieres obtener esas entradas que ya casi parecen el puto oro del lejano oeste del siglo XIX en pleno siglo XXI. Esto es una mierda porque los que no se lo puedan permitir, ya directamente quedan fuera, salvo sorpresa mayúscula si pueden hacerse con algún ticket a precio razonable cuando se ponen a la venta.

Porque luego está el asunto de la reventa, claro. Las entradas se ponen a la venta y se evaporan, pero al mismo tiempo están disponibles apenas a un par de clicks en webs de reventa que piden mucho más por ellas. Webs, además, en las que mucha gente compra sin saber que en realidad están acudiendo a la reventa, pues dichos sitios pagan por posicionarse adecuadamente en google y aparecer antes en el buscador. ¿Y alguien hace algo? Ya sabemos que no

Días atrás tuve la oportunidad de entrevistar para Europa Press al vicepresidente ejecutivo mundial de Ticketmaster, David Marcus, de visita en Madrid. Fue interesante, incluso conectamos. Al tipo le encantó mi historia como fan de U2.com ya con entradas compradas con toda la facilidad y me dijo que eso es lo que ellos quieren. El resumen es claro: si estás dispuesto a pagar y te da igual pagar unos cuantos euros de más, ¿para tanto es, amigo?



Le pregunté por Ticketmaster desviando entradas a Seatwave, otra web de su propiedad y que se dedica casualmente a la reventa. Contestó que es «enfermizo» pensar que desvían entradas a la reventa -puedes leer la entrevista completa AQUÍ-. Le pregunté si pasaba algo por que ambas empresas formen parte del conglomerado de Live Nation, promotora de los conciertos de todas las ilustres bandas de las que ya hemos hablado. Y el tipo no ve problema, plantea que ahora mismo el mercado estás así, que esas webs cumplen una función y que dentro de unos años el panorama evolucionará.

Vamos, que por ahora no les preocupa porque básicamente saben donde está el dinero y lo tienen controlado. No le pregunté, porque no caí en ese momento, por las entradas Platinum que Ticketmaster, como punto de venta oficial, está ahora mismo ofreciendo para el concierto de U2 el 20 de septiembre en Madrid por 1.500 euros. Da igual lo vip que sean, esas entradas no valen eso y son pura especulación en un punto de venta oficial. 



Claro que entonces resulta enfermizo pensar que desvían entradas a la reventa, porque total, ya hay especulación descarada en el punto de venta oficial. ¿Para qué se van a molestar en revender? Vamos, que quien diga que no va a ver a U2 es porque no quiere, puesto que entradas ahora mismo puede comprar por más de dos veces el salario mínimo español.

A lo de hacerte fan de pago de la banda y la lacra de la reventa especulativa, se suma la idea del ‘fan verificado’, que David Marcus defiende con un ímpetu realmente convincente. La idea es sencilla: te registras en Ticketmaster porque quieres asistir a un concierto determinado (como pasó meses atrás con la venta para Harry Styles en Madrid y Barcelona por ejemplo) y entonces el sistema determina quienes son los más fans.

¿Cómo lo hace? Pues rastreando lo que escuchas en streaming, los discos que compras, la música que descargas en tiendas digitales, los vídeos que ves y tus posts en redes sociales. Ticketmaster te controla y te ‘invita’ a la venta para el concierto al que has ‘solicitado’ asistir solo si eres realmente fan, por encima del resto. Supuestamente, así pueden diferenciar a quienes realmente quieren ir al show de los boots que compran para revender.

Quizás la idea pueda tener sus cosas buenas, pero una de mis sobrinas se quedó fuera de la venta de Harry Styles porque se ve que no era suficientemente fan. «Todo el mundo piensa que es el mayor fan de su artista favorito», me dijo el alto ejecutivo de Ticketmaster. Él no miente en eso, como tampoco lo hace al plantear que siempre hay más demanda que butacas en un recinto para grandes conciertos. Pero hay gente que era fan de Harry Styles de verdad y que ni pudo intentar comprar una entrada.

O sea que aunque Ticketmaster hable de ‘invitar’ a los fans, no habla de todos los que se quedan fuera de esta idea que, por suerte, todavía no se usa de manera generalizada y que aún está en pañales. Pero esta «fantasía», como ellos la llaman, se une a lo de los fan club de pago para preventas, la reventa especulativa y el incremento de los precios de las entradas por encima del ‘coste de la vida’.

No conozco a nadie que comprara entradas para U2 cuando se abrió la venta general y eso que conozco a decenas de fans del grupo irlandés. Y a los cuatro minutos se anunció la segunda fecha. Y ya estaban las páginas de reventa ofreciendo tickets a cascoporro mientras el personal se dedicaba a expresar su frustración en las redes sociales como si eso sirviera para algo. Entradas agotadas = exitazo para el promotor, para el grupo y para todos los implicados. 

El pabellón estará lleno cuando llegue el momento porque los caminos de la música en vivo son inescrutables, pero el caso de U2 pone en evidencia la perniciosa tendencia en la que estamos. Con un montón de gente desencantada al ver que el ocio se convierte inexorablemente en un lujo. Y algunos rabian pero otros muchos ya pasan. Les da igual, se piran.

¿Era bonito ir a hacer cola a la tienda de turno durante unas horas para conseguir tus entradas? Bueno, era un coñazo, pero tenía su gracia si las conseguías. Yo llegué a irme a una tienda Tipo de Toledo con mi amigo George a las seis de la mañana para comprar entradas para ver a U2 en 2005. Aún antes de eso, todos recordamos ir a la tienda de turno y comprar tranquilamente. Molaba mucho ver cómo cortaban tu entrada del taco y te la daban, bien bonita y colorida ella.

¿Era todo aquello mejor que ahora que comprar una entrada para ver a algún gran artista se ha convertido en una jodida yincana? Era otra década, era otro siglo. Ticketmaster sabe que la gente les odia, que la gente desconfía, pero les da igual. Tienen la sartén por el mango, forman parte del monopolio líder y van a hacer lo que les dé la gana…. 

Hasta que sea imposible comprar entradas para grandes conciertos y nos importe una mierda. Y sí, siempre habrá muchas opciones para disfrutar de la música en vivo en salas de todas nuestras ciudades, eso sigue ahí pero ojo, porque mientras la burbuja de los eventos enloquece, el público se olvida también mucho de apoyar a los artistas que empiezan. Y de alguna manera todo está relacionado, es inversamente proporcional porque el público se aleja de la música en vivo, con unos claros pocos vencedores y demasiados perdedores.

ANEXO. Durante el último año he escrito en Europa Press algunos artículos hablando con responsables de Ticketmaster, Live Nation, Doctor Music, Facua, Ticketea… Creo que resulta interesante recuperarlos ahora y leerlos para ponernos todos en contexto y que cada cual se forme su propia opinión.

Ticketmaster: «Es enfermizo pensar que desviamos entradas para la reventa»

Quejas, reventas y denuncias: ¿Qué pasa con la venta de entradas para grandes conciertos en España?

Entradas nominativas para conciertos: ¿Solución contra la reventa o engorro para los fans?


ANEXO 2. Tenemos el debate abierto en Facebook. Además, Incluyo a continuación algunas de vuestras reflexiones en respuesta a este asunto en Twitter.



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3 thoughts on “¿Terminará siendo imposible comprar entradas para grandes conciertos y nos importará una mierda?

  1. Aplausos por crítica de la simulación de venga y redirección a la reventa de las entradas. Aunque me incomodó algunas de las, en mi opinión, inapropiadas palabras que rebajan la calidad del escritor (ej: mierda, coño, etc) y se pone la altura de los organizadores.
    Hay que seguir criticando y exigiendo a las autoridades que pongan fin a esa especulación

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