Fito y Fitipaldis (2010) Pabellón Ferial. Ciudad Real

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Lugar: Pabellón Ferial. Ciudad Real
Fecha: 20 febrero 2010
Asistencia: 6.000 personas
Artistas Invitados: La Cabra Mecánica
Precio: 25,50 euros
Músicos: Adolfo Cabrales (voz y guitarras), Carlos Raya (guitarras), Joserra Senperena (piano y acordeón), Javi Alzola (saxofonista), Alejandro ‘Boli’ Climent (bajista), Daniel Griffin (baterista)


Setlist: Antes de que cuente diez, Un buen castigo, Por la boca vive el pez, Viene y va, Me equivocaría otra vez, Como pollo sin cabeza, Me acordé de ti, Todo a cien, Catorce vidas son dos gatos, La cuisine de Bernard, Quiero beber hasta perder el control, Barra Americana, Que me arrastre el viento, Whisky barato, Deltoya, Tarde o temprano, La casa por el tejado, Soldadito marinero
Bis: Al cantar, Abrazado a la tristeza, Corazón oxidado, Qué necesario es el rocanrol, Acabo de Llegar

Te levantas por la mañana y Fito te lleva el desayuno a la cama. Te vas a lavar los dientes y te pone la pasta en el cepillo. Te pica el billete en el autobús. Te paga el pincho de tortilla de media mañana. Te vas a comer y te hace el avioncito para meterte la comida en la boca. Te duelen las cervicales en el curro y te da un masaje. Vas a hacer la compra y te mete las bolsas en el coche. Vas a echar gasolina y ya lo hace él por ti. Te pica la espalda y te rasca. Te pone las pantuflas tras una larga jornada laboral. Te hace la cena, elige la película que debes ver por la noche, te lleva en brazos a la cama, te arropa y te canta una nana. Fito te lo hace todo porque Fito está en todas partes a todas horas.

Te vas de fin de semana a Ciudad Real y te le encuentras por la calle y te lleva de las orejas hasta el pabellón ferial para que asistas a su concierto de esa noche. Entonces constatas que Fito le gusta las madres, a los padres, a los hijos, a los nietos, a los abuelos, a los bebes, a las madrastras, a los consejeros delegados, a los aparejadores, a los enterradores, a los camareros, a los presidentes de algo, a los directores generales, a los panaderos y a los churreros, a las drag queens, a las bailarinas, a los redactores jefe, a los recepcionistas, a los gallegos y a los andaluces, a los curas y a los adúlteros. Fito le gusta a todo dios porque Fito está en todas partes a todas horas.

Porque Fito ha dado con la fórmula de la coca cola y haga lo que haga siempre es recibido con vítores por sus acérrimos. Aunque se repita, aunque no invente nada nuevo, aunque ya haya quien está fatigado de verle y escucharle en todas partes a todas horas, aunque poco a poco vaya ganándose tantos detractores como seguidores. Estamos sobre expuestos a Fito y eso hace que ya casi resulte tedioso enfrentarse a su música. Pero una vez superada esta barrera sólo queda reconocer que el directo que ofrece es inapelable y difícilmente superable. ¿Por qué hay alguna banda española que sea tan fiable y eficaz como los Fitipaldis, alguna que suene tan terriblemente bien?

Suenan a Chuck Berry, a Little Richard, a Buddy Holly, suenan a Dire Stratis y Mark Knopfler, suenan a la E Street Band. ¿A quien con dos dedos de frente no le puede gustar un concierto en el que todas esas referencias quedan empaquetadas bajo notables melodías pop rockeras? Suenan musculosos, rocosos, incluso un poquito rudos y sucios, algo que no pasaba en anteriores giras, y defienden un repertorio fácil de corear, de tararear y de bailar. Suenan simplemente a rock. Esta gira podría llamarse ‘Tratado del buen rocanrol para todos los públicos’. Y entre tanto ahí está como cemento armado Carlos Raya aporreando con maestría su Fender Telecaster y cohesionándolo todo.


Claro que todos los focos están puestos en el brasas de Fito, que es quien se lleva todas las miradas al frente de una escenografía también más ambiciosa que en anteriores giras, con más lucecitas y pantallitas, más cuidada y con más dinerito invertido. También hay una pasarela de lado a lado del escenario por la que el vocalista corretea y se pasea según necesite el momento, e incluso ofrece el micro al personal convertido en ese nada tímido frontman que nunca fue pero que ahora es. Es la confianza del éxito y de quien se sabe ganador después de meter miles y miles de personas en cada concierto noche sí y noche también, sea donde sea. No se imaginaba el amigo un futuro así hace un par de décadas. Ni de lejos lo soñaba.

Esta es una fiesta de rock autorizado para todos los públicos en el que no hay una palabra más alta que otra, en un espectáculo que gusta sin más. Si te acercas sin tontos prejuicios y con ganas de pasarlo bien funciona a todo trapo. A algunos les gustará más y a otros les gustará menos, pero gusta por necesidad porque es políticamente correcto a la par que inofensivo, está calculado al milímetro y conjuga todos los clichés y truquitos de la música en vivo (un juego de guitarras por aquí, una carrerita por allá, algunas poses vistas mil veces…)

El rock en directo tendría que arañar como arañaban los Platero, pero en las manos de Fito y compañía acaricia y hace cosquillitas, pues transita por una senda perfectamente equilibrada. Acomodado y autocomplaciente con su éxito, el vasco se limita en concierto a disfrutar y hacer disfrutar. ¿Os parece poco? Eso sí, tirón de orejas por cantar esa tontería de «qué necesario es el rocanrol, qué prescindible el cuero». Por ahí sí que no paso. ¡Nunca hay suficiente cuero, demonios!

Encima en esta gira lleva como artista invitado a Lichis y su Cabra Mecánica, que se despiden ahora de los escenarios, dicen. Una banda sometida por el éxito de dos o tres de sus canciones, las que permiten a su líder vivir de la música, pero que no le hacen justicia, pues es mucho más de lo que la mayoría conoce y recordará pasados los años. Grata sorpresa en la animosa noche ciudadrealeña. Porque canta Lichis que es la falta de amor la que llena los bares, y una cosa os digo: ¡en Ciudad Real la gente no se quiere nada! Y ahora afirmo una última cosa: espero no volver a escuchar un disco de Fito en mi vida. Mejor dejarle sólo para el directo, donde es un valor seguro y no resulta para nada un coñazo.