Raphael (2009) Plaza de toros de Las Ventas. Madrid

Crónicas

Lugar: Plaza de toros de Las Ventas. Madrid
Fecha: 26 junio 2009
Asistencia: 9.500 personas

Artistas Invitados: Miguel Bosé, Ana Torroja, David Bisbal, Ana Belén, Víctor Manuel, Alaska, Dani Martín, Manuel Martos
Precio:


Desubicado, desconcertado, fuera de lugar, dubitativo, asfixiado por el aroma de la laca y el olor a misa del gallo resulta difícil encontrar una salida. Pero entonces aparece la infanta Margarita, la hermana esa ciega del Rey, y es un soplo de aire fresco. El 2 de abril me la crucé en el concierto de AC/DC en el Palacio de los Deportes y ahora me la encuentro en Las Ventas para ver a Raphael. Si ella puede estar en ambos lugares, yo también. Entonces abro los ojos un poco más y constato que detrás de los jerseys sobre los hombros, las americanas de sport, los vestidos de fiesta y los bastones también hay camisetas de los Stones (pocas), poperos indies de nuevo cuño (pocos) y grupos de gente de diversas edades con la determinación de pasárselo bien (muchos), como en cualquier otro concierto.

Pero entonces sale él. Ovación enloquecida. Se arranca a capela y sí, su voz sería capaz de tumbar todas las secuoyas del parque nacional de Yosemite. Es como si a Bon Scott le hubieran transplantado el hígado -en esas se vió el cantante hace seis años- del Macaulay Culkin de la primera parte de Solo en casa (la buena). Acaba el primer tema, ‘Cantares’, y otra ovación con el público en pie, algo que es una constante toda la noche. Alguien comenta que la concurrida zona habilitada para los de las sillas de ruedas casi se viene abajo cuando varios Lázaros se pusieron en pie, brazos en alto. ¡Milagro! Rafael impresiona en vivo. Joder, que tiene 66 años y se marcó un concierto de 45 canciones y algo más de 200 minutos. Tres horas y veinte minutos incombustibles que buena parte del público, el más entrado en años, no pudo aguantar en su totalidad.

A ratos no queda más remedio que sonreir. O que reirse abiertamente, qué coño. Parece que es Millán de Martes y 13 el que está ahí abajo haciendo cucamonas. Al menos una quincena de canciones acabaron de la misma manera: alarido huracanado del cantante, pisotón, brazo al alto y venga, que se pira mosqueado por el lado izquierdo del escenario, con cara rabiosa y enfurecida, desairado. Un golpe de efecto no por repetido menos potente y respondido con brutalidad por su público. Después el ídolo reaparece por el mismo sitio por el que había desaparecido, pero ya caminando pausado, abriendo los brazos, agradecido, y con esa sonrisa en plan «molo que te cagas, lo sé, sí, estais en lo cierto». Ensayada, sin duda, pero mola que te cagas. En estas llega ‘Mi gran noche’, temazo que no puede faltar en ninguna fiesta que se precie:

Cierto es también que el de Linares abusa de esa forma de cantar tan suya, tan barítona y en la que tan cómodo se siente, puesto que le permite mostrarse torrencial, turbador y avasallador. Histrión desatado, mantiene todos sus tics en perfecta forma, terminó cantando incluso mejor que como había empezado a pesar de haber pasado ampliamente la frontera de la medianoche. ¡Cómo puede ser! Cantó incluso el Infinito de Bunbury… casi tan descarnado como el zaragozano.

Invitó a unos cuantos amigos a cantar con él y a todos sin excepción les dejó en evidencia, si bien algunos pudieron defenderse mejor que otros. A Miguel Bosé le ridiculizó (involuntariamente, sin duda, pero quien tiene voz tiene voz), pero con David Bisbal la cosa estuvo más igualada. En ese momento, atacando esa cosa rara que es ‘Escándalo’, se desató la locura y la gente de ruedo abandonó sus asientos para agolparse contra la valla del escenario. Dani Martín sufrió lo que no está escrito por hacer un papel digno (pseee, tampoco) pero Rafael terminó por robarle todo el Peter Pan, último single de éxito de El Canto del Loco.

El Hijo de la luna de Mecano que se marcó junto a Ana Torroja quedó pintón, aunque a ella le costó seguirle. Con Alaska se marcó un Can’t take my eyes off you que pudo alcanzar proporciones míticas y surrealistas gracias a ese dominio del inglés tan marca de la casa, y con Ana Belén y Víctor Manuel la cosa quedó bien (Quiero abrazarte tanto, cantaron). También invitó a su hijo a cantar con él una canción que pasó sin pena ni gloria. A todos ellos se los merendó bajo la premisa de ‘el gato es mío y me lo follo cuando quiero’, con cambios en los tonos, en las letras (¿por qué me acuerdo de Bob Dylan? bueno, no es para tanto) y demostraciones de poderío vocal imposibles para el resto. Curiosamente, las dos que más dignamente pudieron hacerle frente dignamente sólo pudieron defenderse gracias a la tecnología: Rocío Jurado (Como yo te amo) y Rocío Durcal (Cómo han pasado los años).

Y qué demonios, toca reconocerlo: el cabrón emociona. Cierto que cuando se sale de los tonos que le resultan más cómodos se aprecia en su voz cierta afonía seguramente ya inevitable, pero sigue conservando esa potencia capaz de provocar diarreas intestinales y otros tipos de desajustes fisiológicos. Cantó ‘Frente al espejo’ justamente frente a un espejo de cuerpo entero que acabó hecho añicos de una patada certera en el clímax final. Si entonces hubiera incendiado una guitarra y la hubiera tocado con los dientes todo dios lo habría visto como justo y necesario. De hecho, ¿no lo hizo? No sé, ya dudo.

Canción tras canción, la parafernalia es la misma. Ovación y puesta en pie del respetable. Sonrisas y gestos de agradecimiento desde arriba. Sobre el escenario, el reloj de Las Ventas no para de moverse y la gente lo mira con incredulidad. Lo mejor de todo es que no tiene pinta de que esto pueda tener fin. En esas se arranca con una canción, desconozco su título, que comienza con un «Yo no me voy…» y ya me meo. Pensaba que sólo Springsteen, que cumple sesenta este próximo septiembre, hacía conciertos de tres horas, pero ay amigo, el ‘rey del pop’ español también es capaz. Porque si Miguel Ríos es reconocido como precursor del rock patrio, Raphael tiene que ser por fuerza reconocido como su homólogo en el mundillo del pop.

Ataca, para terminar, un ‘Yo soy aquel’ que provoca la demencia senil generalizada. Nadie permanece sentado. Gentes variopintas de entre 20 y 80 años (¿subo el listón a 90?) que nunca coincidirían en ningún otro sitio aquí forman parten de un todo colectivo poliédrico y lleno de aristas y matices, igual que el propio maestro de ceremonias, esdrújulo y politodo por naturaleza. Ojalá dentro de treinta años pueda pasármelo yo igual de bien que muchos de ellos.



Se me pone la piel de gallina por enésima vez y ya me parece incluso normal, ¡qué cojones! Con las casi 10.000 personas del público aplaudiendo puestas en pie finaliza un espectáculo curioso con muchos momentos álgidos, otros divertidos, otros sentidos, otros tal vez sonrojantes. No termino de creerme que sea el final, pero reconozco que respiro aliviado cuando encienden las luces de la plaza. Como dice algún titular de prensa de hoy, ‘raphaelismo en estado puro’. Ahora os dejo, que voy a revisionar las pelis de los sesenta de Raphael, seguramente mejores que las de Elvis…

Por cierto, quede constancia de que hoy se ponen a la venta las entradas para su tanda de conciertos en el Teatro Compac Gran Vía. Once noches en el mes de diciembre.

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17 thoughts on “Raphael (2009) Plaza de toros de Las Ventas. Madrid

  1. que suerte … a mi me hubiera gustado verlo. siempre me ha gustado y no entiendo por qué lo que van morrison hace son genialidades y lo que hace este tipo no… cada uno tienes sus divinidades varias… pero que canta bien, lo hace.

  2. MARAVILLOSO RAPHAEL,MARAVILLOSO!!!

    Es un jigante de la escena y su voz está intacta 50 años despues.Anoche en las ventas se disfrutó de lo que es un gran ARTISTA.

    No hay nadie, en el mundo de la música, que lleve 50 años sin bajarse del escenario y siga provocando lo que Raphael en sus conciertos.
    MARICARMEN.

  3. Joder man, esto ha sido demasiado. Me ha costado leerlo, imaginate que hubiese estado allí. En cualquier caso tu crónica cojonuda, como siempre.
    Saludos desde la cueva.

  4. Un conciertazo como pocos se pueden ver en el mundo y aquí mismo, en Las Ventas.

    Me apunto a esos once en la Gran Vía.

    ¡¡¡BRAVO RAPHAEL!!!

    Eres el mejor. A mucha distancia del resto.

  5. RAPHAEL ES UNICO . Su concierto de anoche no fue de este mundo ,todos empalidecen ante él. Que privilego que exista un Raphael . No pude creer lo que vi . Yo tambien me anoto para diciembre,aún estoy temblando al recordar lo que fue anoche.

  6. RAPHAEL, siempre RAPHAEL a siglos de distancia del resto…unico e irrepetible, gran Señor de la cancion.
    Un cariñoso saludo desde Chile, que mucho le quiere…
    Siempre…

    JOSEMI

  7. Impresionante, en dos palabras o en una. Este tio es genial. Como una persona a sus años puede dar un concierto así y con esa voz tan increible. Era un viernes por la noche sin plan y de repente me ofrecieron unas invitaciones para verle en un palco de Las Ventas, no me lo pensé y por supuesto no me arrepenti. Grande, grande. El "Como yo te amo" con la Jurado de cuerpo presente fue un desparrame.

    Viva Raphael.

  8. Un artista único que ha sobrevivido, que siempre ha estado, que siempre tendrá un lugar. Por mucho que digan que ha pasado su tiempo, su tiempo será hasta que el diga.

    Un saludo!

  9. Estoy en casi todo deacuerdo excepto en lo de Miguel Bosé, otro gran artista que ha conseguido reinventarse a sí mismo…..es el único que le puede hacer frente a Raphael, tanto en carisma como en carrera como tablas sobre el escenario.

  10. Un concierto de Raphael es como el Ulises de Joyce o Das Boot de Wolfgang Petersen, palabras mayores: sabes que es arte y que te va a gratificar de alguna manera, pero hay que tener pelotas para enfrentarse a ellos. Qué narices, me gustaría verlo una vez en la vida, pero creo que voy a esperar a que tenga ochenta años y sus conciertos duren sólo dos horas… Al fin y al cabo, si te gusta Bunbury tienes que encontrarle la gracia a Raphael.

    Hoy es el día, ¿no? Estaremos atentos a la crónica.

  11. Fantástica crónica, te felicito. Raphael no es mi plato, pero conozco a fans irredentos, y es un placer oírles hablar de su ídolo. Madre mía ¡45 canciones!

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