– Siniestro Total (2008) Sala Gruta 77. Madrid

Lugar: Sala Gruta 77. Madrid
Fecha: 27 septiembre 2008
Asistencia: 300 personas (todo vendido)
Artistas Invitados: El Sobrino del Diablo
Precio: 13 euros
Músicos: Julián Hernández (voz y guitarra), Javier Soto (guitarra y coros), Óscar G. Avendaño (bajo y coros), Ángel González (batería), Jorge Beltrán (saxofón y coros)

Setlist: Dolores, Cuenca Minera, Yo dije Yeah, Soy un Artista, A Casa, Vamos muy bien, Camino de la cama, Volanteiro Cabrón, Alégrame el día, Fuimos un grupo…, Sobre ti, Matar hippies en las Cies, Emilio Cao, Bailaré sobre tu tumba, Miña terra galega, Cuanta Puta, Diga que le debo, Hey hey Vigo, ¿Quienes Somos?, Ayatolah


Sábado por la tarde. La ciudad no para. Carabanchel en ebullición. Está anocheciendo y la gente corre para llegar puntual a sus citas. Esperas a tus amigos en la estación de Metro. Todos llegan tarde. Te largas al bar con tu chica. Caldeais el ambiente, poco a poco. Casi con miedo pedís las primeras cañas. Llega uno que pasaba por allí. Tras él llegan dos que deberían estar allí hace un rato. Luego aparece otro que se suponía a cien kilómetros pero que pide un botellín a tu lado. Se abre la puerta y ves a uno más. Ya no os da miedo pedir más cervezas. Uno se va porque no venía. Llaman unos que no saben llegar. Inevitablemente, se pierden. Pero lo logran. Dos cervecitas, claro. Que sean otras cinco, siete en total. ¿Qué hora es? ¿Y estos? Perdidos calle arriba, perdidos calle abajo. Nada, no hay manera. Desencaminados es poco. Milagrosamente arriban y reclaman unos whiskies. Riesgo de apalanque. La cuenta. Una división absurda. Vamos, no vayan a empezar puntuales esta noche en el Gruta. Los cajeros automáticos echan humo. Dinero para desperdiciarlo con amigos sorbiendo bebidas espirituosas.

El portero os pone cara indescifrable al preguntarle si la jarana ha comenzado. No ha empezado. Nada. Cero. Uno va al aseo y ve cosas raras de unos que echan el pestillo en un diminuto cubículo. Vuelve con una cerveza que es recibida con alegría y alboroto pero sin perrito piloto. El dinero reluciente cambia de manos y va a parar al otro lado de la barra, donde dos luchan contra la muchedumbre sedienta de quien sabe qué. Las conversaciones fluyen a la velocidad de la luz. También se cantan los himnos de Siniestro. Hooligan attitude. Se apagan las luces y aparece este. No tiene cuernitos rojos aunque presume de tener un parentesco diabólico.

Al principio, como es menester, poca gente le hace caso. Se escuchan demasiado los ruidos de vasos y las absurdas conversaciones. Pero tiene gracia. Se mete mucho con Sarah Palin. Debe ser un progre de esos que hacen chistes. Sólo que este tiene gracia, toca la guitarra, canturrea y no parece cortado por el patrón del Prisoe. Es divertido. Se mete con todo dios y a través suya os enterais de que Paul Newman la ha cagado. Junta en una misma frase algo de vómitos, a Bunbury a Calamaro. Tiene mala leche. Le atiendes e intentas quedarte con alguna de sus ocurrencias. Una sorpresa agradable. Esperabais a un grupo de pseudo punkarras y aparece el sucesor de El Chivi pero sin sexo obsesión. «Encended los mecheros para que esto parezca una puta secta». Se larga después de una actuación que dura lo justo y se lleva un porrón de aplausos. Casi todos sinceros.

En un paseo al baño te cruzas con los miembros de Siniestro Total, que se encaminan al lujoso camerino del Gruta. Al muy poco comienzan a tocar. El cantante está viejo, dicen. Tiene unos años, claro. Pero patea culos con clase. Él mismo no es capaz de escuchar lo que intuye que está tocando con su guitarra, pero todo el mundo frente a él sí le oye. Un recadito amenazante para el del sonido. Qué pequeño es el escenario. No pegan aquí estos tocando. La gente lo pasa bien. El sábado se va tornando en domingo poco a poco. No, a toda hostia. Trescientas personas consumiendo la noche sin compasión. Cantando, bailando, riendo, bebiendo, escuchando, jaleando, abrazándose, aplaudiendo, tambaleándose. Por trece euritos.

Suenan bien. Todos suenan bien aquí. Tocan lo de siempre. Saben lo que tienen entre manos. Cuenca minera mola. El Made in Japan mola, de hecho. Alégrame el día. Miña terra galega. Volanteiro cabrón. Ayatolah. A Casa. Apropiadísimo el Vamos muy bien borrachos como cubas y qué aún nos mantenemos en pie y no pararemos hasta no poder ver. Una caldera. Una bombonera. Una olla a presión. Eso y mucho más era el Gruta. Un desfile de caras, cada una a su rollo. Muy pálidas algunas. Desencajadas otras. Simplemente sonrientes otras tantas. Pero todo lo que empieza tiene un final. Apenas noventa minutos después la realidad atrapó a los presentes. El tiempo pasa siempre demasiado rápido y al pitido final no siempre le sigue una explosión de alegría.

Deambular de hormiguitas por la madrugada buscando una respuesta. Vosotros también buscais una respuesta. No la encontrais y os dispersais. Venga a la cama, arreando. No lo creo. Luego pasa lo que pasa. Te sientes cansado y un poco degenerado. Pero sabes que no estás solo. Los domingos se hicieron para sufrir los excesos reiterados y para temer la presencia del lunes en el horizonte. Ya sabes, el tiempo pasa rápido. Compruebas horrorizado que recuerdas más bien pocos chistes de El Sobrino del Diablo. Esperas que aparezcan por sorpresa el lunes. La música la tienes más clara. Tu ropa huele asquerosamente a humo. Los vaqueros están tirados por el suelo. Las palabras brotan. Despacito, pero salen. Te queda algo de dinero en la cartera. Definitivamente fue una bonita noche.


Enlaces:
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