– Bruce Springsteen & The E Street Band (1999) Estadio La Peineta. Madrid

Crónicas

Lugar: Estadio La Peineta. Madrid
Fecha: 7 junio 1999
Asistencia: 20.000 personas
Artistas Invitados:
Precio: 6.000 pesetas
Músicos: Bruce Springsteen (voz y guitarras), Roy Bittan (teclados), Clarence Clemons (saxo y percusión), Nils Lofgren (guitarras y coros), Patti Scialfa (guitarras y coros), Garry Tallent (bajista), Stevie Van Zandt (guitarras y coros), Max Weinberg (baterista)

Setlist: My Love Will Not Let You Down, Prove It All Night, Two Hearts, Darkness on the Edge of Town, Darlington County, Factory, The River, Youngstown, Murder Inc, Badlands, Out in the Street, 10th Avenue Freezeout, Loose Ends, Lion’s Den, Working on the Highway, The Ghost of Tom Joad, Jungleland, Light of Day
Bises: My Hometown, Hungry Heart, Born to Run, Cadillac Ranch, Thunder Road, If I Should Fall Behind, Land of Hope and Dreams
(fuente: http://perso.wanadoo.es/laguaridadepablo/Bruce/inicio.html)

[Puedes descargar el audio de este concierto desde estos enlaces: Parte 1 / Parte 2]


¿Por qué demonios no conocí a Bruce antes? ¿Por qué esperé hasta 1.999 para prestarle la atención necesaria? Por suerte, ese mismo año se reunió de nuevo con esa apisionadora de rock n roll que es la E Street Band y pasó por España, por Madrid, y puso las cosas en su sitio. Desde aquella noche de junio, me ganó para siempre. Yo, soy de Bruce.

Recuerdo que no esperé este concierto con especial emoción. Sabía de la existencia de Bruce desde mediados de los ochenta, cuando apenas sería yo un mocoso de unos siete u ocho años, debido a la fiebre del Born in the USA (1984). Incluso grabé de televisión ese video suyo del Born to Run en directo con imágenes de esa gira y ya entonces me ponía los pelos de punta. Después yo sabía que andaba por ahí, haciendo sus cositas, pero no era lo mío todavía.

Fue cuando cayó en mi poder la caja de caras b Tracks (1998, cuatro discos de descartes que ya quisieran haber compuesto muchas otras luminarias del rock), cuando por fin me di cuenta de la magnitud de lo que me estaba perdiendo. Así las cosas, ese 7 de junio de 1999 me planté en el estadio, tras hacer un importante esfuerzo económico dada mi situación, sin saber muy bien qué iba a ver… Quizás por eso la satisfacción y la impresión fue todavía mayor de lo imaginable.

Sólo el ambiente previo ya denotaba que era una de esas citas especiales. Recuerdo muchos pañuelos en la cabeza, camisetas descoloridas de los ochenta, botas de vaquero a pesar del calor. Recuerdo la adoración de los presentes a Bruce cuando éste por fin salió a escena y nos noqueó a todos con ese My Love Will Not Let You Down (¿cómo puede nadie permitirse descartar esta canción para sus discos oficiales?). Gracias a que La Peineta es un recinto muy ancho, pude acercarme hasta las primeras filas con facilidad, en la parte lateral eso sí, y sentir el magnetismo del colega. Porque algo tiene Bruce, algo que hace que sólo con estar en el escenario con su inevitable guitarra, este maestro de ceremonias de excepción te haga sentir que nació para dedicarse a esto. Su profunda y potente voz me impresionó.

El concierto, de más de dos horas y media, se hizo corto. 10th Avenue Freeout, alargada para el directo, me marcó, ya que creo que nunca había visto una interacción tan fuerte entre público y músicos. Me gustó mucho que dedicara My Hometown a Madrid (canción que yo conocía de algunos años antes gracias a una versión en directo que U2 hicieron en Dublin en 1985, lo reconozco). Los bises, con la excelsa Thunder Road (probablemente mi canción favorita de Springsteen) y los trallazos Born to Run y Cadillac Ranch, fueron sobresalientes. De la vuelta a casa mejor no digo nada, puesto que fue un auténtico infierno debido a las aglomeraciones para subir al autobús o entrar al Metro… pero bueno, eso era lo de menos. Para entonces, yo, ya era de Bruce.

Todas las crónicas coincidieron aquel día en hablar de ‘conducta’ y ‘lección’. Esta es la de ABC

El periódico El Mundo publicó todo esto:





La web IndyRock publicó esta crónica, que coindice en lo glorioso de la noche.

EL SUEÑO DE BRUCE
por Javier Sánchez (Indyrock)
¿Por qué es “El Jefe”? ¿Por qué a cada movimiento suyo un gran músico hace sonar la más bella melodía? ¿Por qué con cada gesto te hace vibrar, saltar, reír o llorar de emoción? ¿Por qué su banda se agrupa entorno a él con cariño, respeto y humildad?
Y ¿por qué con su voz desgarrada, desgarra los corazones de los que pueden verle?… Porque es “El Jefe”. Bruce Springsteen, el mejor Bruce Springsteen de la década de los 90 vino a Madrid el pasado siete de junio. La pantalla sonora de la “E Street Band” volvió a levantarse alrededor de la figura del más grande, en una actuación memorable y admirable a la vez.


Volcado con su público como siempre, hablando un perfecto español y bajando a las primeras filas de espectadores junto a toda su Banda, implicó a los ansiosos fieles que presenciaron como el compacto y genial sonido de la “E Street Band” fabricaba canciones una tras otra, sin tregua, durante tres horas, las tres horas más cortas de la Historia. Un repertorio basado en antiguas canciones como Darkness on the edge of town, The River, Born to run, una genial Jungleland, Factory, Hungry Heart o 10th Avenue is freeze-out en la que presentó a la Banda y piropeó a la bella Patty con la cuál celebraba su décimo aniversario, haciendo lo que mejor saben hacer, música. Otras canciones de su etapa intermedia como Darlington County o Working on the highway y otras más recientes como The Ghost of Tom Joap.

Aproximadamente una treintena de temas que tuvieron sus momentos más especiales en la fuerza de Murder Incorporated y un Badlands cantado a medias con el público, la genial interpretación de Thunder Road a petición del respetable, y en el estreno de una nueva canción con la que terminó el concierto, presentada por Bruce en perfecto Castellano y llamada algo así como “La Tierra de la esperanza y los sueños”. Nos hizo sentir todo tipo de sensaciones, y una por encima de las demás, a pesar de todo, el que más disfrutaba de los allí reunidos era el propio Bruce. La frescura de los grupos noveles se reflejaba en cada paso y en cada movimiento del “Boss” sus acercamientos al público parecían más una muestra de agradecimiento que una concesión. Hizo desfilar a toda su banda por las primeras filas.

¡Cuánto tiempo esperando a ver al “Big Man”, y a ese descarado “Little Steven” que se atrevía a retar en duelos de guitarra al propio Bruce Springsteen, a Nils Lofgren ,que más respetuoso, engrandecía el festival con “solos” interpretados sin púa con una impresionante técnica, y haciendo alardes al más puro estilo de Hendrix. El piano de cola de Roy Bittan que hacía retumbar con cada acorde el Estadio, y que decir del impresionante ritmo de Max Weimberg, ¿cómo podía esa batería aguantar las acometidas del genial músico?

Todo ello sobre el fondo musical que proporcionaban Garry Tallent, Danny Federici y Patty Scialfa, fondo que hace diferente al la “E Street Band” del resto de bandas del mundo. Es la vuelta de un mito que en los últimos años cambió a un estilo más tranquilo, pero que ahora tanto en su físico como en su música muestra la fuerza que le ha hecho ser el más grande de los representantes del Rock. Sólo nos queda estar agradecidos por lo sentido en el Estadio de la Peineta. Un sueño hecho realidad para un enamorado del verdadero Rock que llevaba media vida esperando ese momento… “Ladies and Gentleman, Bruce Springsteen and The E Street Band”… “And the Band played”.

Por su parte, Esteban Pérez, de Todas las Novedades, también supo alabar a Bruce en su justa medida… o más.

Hoy en día, un hombre como Springsteen no está de moda. No está de moda porque es capaz de poner a bailar a veinte mil personas con la sola arma de sus canciones. No lo está porque suda en el escenario hasta perder cinco kilos. No está de moda porque a los cincuenta años sigue manteniendo un vigor digno de un colegial y no está de moda porque su vestimenta sigue siendo la de un camionero de New Jersey.

Cada uno de estos motivos puede ser esgrimido por los seguidores de los grupos minoritarios que, en directo, se anclan los pies al palo del micrófono, aburren a los muertos y no consiguen sacar de su discografía repertorio para más de media hora interesante. Para ellos, obviamente, Springsteen es un dinosaurio que solamente hace rock’n’roll y que debería haberse retirado hace mucho. Lo más gracioso del tema es que, cuando este hombre se sube a un escenario, da una barrida general a todos quienes ya le habían enterrado y siguen buscando «estrellas» donde apenas hay bombillas.

La gira de este año del norteamericano traía como novedad la recuperación de la E Street Band, el grupo con el que Springsteen ha cuajado sus mejores obras y sus mejores tours. El recurso, que firmaría en su fuero interno cualquier músico, aun cuando su posturita tenga que ser la de decir que eso no le interesa, es válido de por sí. No se busca novedad, no se trata de entrar en corrientes contemporáneas ni de ir con una tendencia innovadora por la vida; se trata solamente de reunir a una panda de amigos que tocan como los ángeles alrededor de un repertorio con un gancho increíble.

El tiempo pasa, eso es evidente, y la pared de sonido que era la E Street Band en su último paso por España poco tiene que ver con la elegancia y la solvencia que expone ahora la formación. Clarence Clemons ya no es esa máquina capaz de sudar tanto como el propio Springsteen, pero sigue teniendo un punch capaz de poner a un estadio boca abajo. Ni Lofgren ni Van Zandt son adolescentes con guitarras ardientes en sus manos, pero son quienes mejor interpretan las melodías de Two hearts, Badlands o Working on the highway.

Sí, el tiempo pasa. Y pasa para todos menos para Springsteen. Yo no sé qué comerá este hombre, pero sigue siendo impresionante ver cómo, mientras a su alrededor caen los años, él sigue mostrando una energía y un magnetismo que le permite dominar a una masa de público enorme mientras el panorama musical actual se llena de artistas que apenas son capaces de transmitir más allá de la quinta fila. El escenario plantado en La Peineta era, evidentemente, uno de esos propios para la ocasión. Grande y cubierto, no tenía, sin embargo, más efectos escénicos que un par de pantallas de vídeo a los lados y tres escaleras de acceso para que los miembros de la banda descendieran a un segundo nivel que les permitía estar más cerca de las primeras filas. Ni siquiera las luces eran propias de un macroshow como el que utilizan otras bandas de estadio. Springsteen parece no necesitarlo. Le bastó salir, saludar y arrancar My love will not let you down para llevárselo muerto.

Un océano de manos se elevó sobre las cabezas que llenaban el césped y los altavoces empezaron a destilar la música que debe salir cuando se utilizan cuatro guitarras, bajo, batería, dos teclados y un saxo. Se anunciaba un show plagado de grandes éxitos y, aunque en un repertorio como el de Springsteen siempre se puede quedar algo fuera, es que el asunto se movió más o menos en la línea. Prove it all night long, Two hearts y Darkness on the edge of town fueron la primera andanada y resultaron suficientes para que el público se entregara sin atender al paso de los años que comentaba antes o a las comparaciones que pudieran surgir ante el anterior paso de la E Street Band por Madrid. Cualquiera de quienes pagó la entrada se puso a rentabilizarla con creces mientras que más de diez de entre la prensa comenzaron a buscar defectos empeñados en defender que la música actual no necesita «Springsteens», sino chavales jóvenes que hagan lo mismo que él pero en plan aburrido y, a ser posible, con máquinas de última generación. Sólo ellos sufrieron las tres horas siguientes; el resto del estadio se lo pasó pipa y no paró de bailar en toda la noche.

En mi opinión, el norteamericano se pasó cuando quiso que la gente participara. Nunca me han gustado los típicos diálogos entre músicos y público consistentes en «Ye, ye» alargados hasta la eternidad, pero es innegable que a la peña le agrada formar parte de una canción aunque sea una canción sin forma. Ese tipo de cosas, además, me parecen tan previsibles como aburridas. Sabes que tarde o temprano todo va a coger un crescendo en el que el público desenfrenado acompaña a un torrente musical que, por fin, cierra la pieza para dar paso a uno de los temas potentes. Me encantaron las interpretaciones de Badlands y Out in the streets, dos de las piezas que mejor quedaron en el repertorio de veinticinco canciones que se marcó la banda, y disfruté también con los bises en los que el grupo enganchó Hungry heart, Born to run y Cadillac ranch.

Por el contrario, me pareció muy floja y desasistida la versión de The river o los temas acústicos como Ghost of Tom Joad, que cortaban el ritmo del show de una manera radical. En conjunto, es ineludible el hecho de que encima del escenario había un hombre que, con su solo repertorio, era capaz de hacer divertida y disfrutable una noche de lunes después de llenar un estadio, algo que contrasta con la desgana de muchas bandas cuando se ven obligadas, por fechas, a tocar en el primer día de la semana. A Springsteen eso parece importarle poco: él hace el calendario, el horario, pone a la gente en el cielo o la encierra en un tema íntimo en el que las parejas se abrazan. Sí es cierto, y evidente, que esta gira no está saldándose con un resultado artístico tan positivo como otras que este personaje se ha marcado por España, pero también es obvio que un show de Springsteen está, todavía, a años luz de lo que ofrecen los grupos surgidos en los noventa.

El de New Jersey identifica, aún en plenitud, a ese tipo de artistas que ofrecen la integridad y la profesionalidad como bandera: trabaja hasta quedar exhausto, se lo pasa de muerte en el escenario, tiene el detalle de hablar castellano aunque tenga que leerlo con una nota pegada en el suelo… Trata de agradar y agrada. Su asunto no tiene más complicación y no aborda más pretensiones. Llegó, incluso, a dedicar un tema al público español señalando que éste ocupa un lugar importante en el corazón de todos los miembros del grupo. La pieza, que cerró el concierto, fue The land of hopes and dreams, tema tras el cual la E Street Band dio su definitivo adiós con un saldo más que satisfactorio. Yo me fui contento. Y mi chica mucho más que yo.

En esta web hay otra crónica más, aparte de todo tipo de información sobre Springsteen: http://personal3.iddeo.es/lpaniagua/intro.html

El mejor foro de Bruce en español: http://www.springsteencorner.com/
Su página oficial: http://www.brucespringsteen.net/
En castellano: http://www.springsteen.es/
Un montón de noticias actualizadas en http://www.pointblankmag.com/
También mola http://www.backstreets.com/

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4 thoughts on “– Bruce Springsteen & The E Street Band (1999) Estadio La Peineta. Madrid

  1. Hola Galko! Soy itsraining, del foro de Bruce. Gran suerte tuviste al ir a un concierto. Por aquel entonces tenía yo 7 añitos. Ojalá vuelva pronto a España, ahora que soy capaz de prestarle la atención necesaria, como tu has dicho.
    Saludos.

  2. Compro 4 entradas concierto Bruce Springsteen Madrid 25 noviembre 2007, contacta conmigo BruceMadrid2007[at]gmail.com , no he podido conseguir, ideal si eres de Barcelona, acepto cualquier parte de España.

  3. Yo soy de Bruce, y aquel que lo vea en directo será de Bruce siempre. Creo que soy de Bruce desde que tengo pañales. Me estrené con él en directo el 5 de mayo de 1993 (15 añitos tenía). Pero esta vez era otra dimensión. Si, otra dimensión. Bruce Springsteen y la E Street Band, esa banda de rock de las que no hay. Tuve suerte de estar cerquita y casi sentir el sudor del Jefe. Concierto potente, intenso y emocionante, cualidades juntas que sólo se dan en conciertos como este. Grande.

    salU2

    DiegO

  4. Estuve allí en La Peineta fue el primer concierto que pude ver, también pude meterme delante del todo, a escasos 5 metros de Bruce. Y también lo pasé mal (ralmente mal) para acceder al metro una vez terminado el concierto.
    Conocí la música de Springsten en el año 84 yo tenía 11 años. Después he tenido la suerte de estar en el concierto de 2002 en el Palau Sant Jordi publicado en DVD LIVE IN BARCELONA. Me hice unas fotos con Clerens Clemons en la puerta del hotel el día antes. Repetí en el Olimpico de Monjuit en el 2003. Y en 2009 en el Olimpico de la Cartuja de Sevilla y por fín después de 25 años persiguiendo a Bruce pude conocerlo personalmente en el hotel el día después del concierto , hacerme fotos con él, darme un par de autógrafos, charlar tranquilamente por más de media hora…UNA PASADA!!! También me hice fotos con Nils Logrn, Steave Van Zant, Garri Tallet incluso con su productor Jon Landau pero no pude ni con Patty (que no fue) ni con Max, ni Roy Bittan.
    Ya caerán.
    Momentos tristes: no poder verlo en la gira del 88 ni en la del 07 y sobre todo la del 08 pues estando a tan solo media hora de Barcelona no pude ir.

    Un saludo!

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