– Dover (1997) Palacio Deportes del Real Madrid

Crónicas

Lugar: Palacio de Deportes del Real Madrid (Madrid)
Fecha: 22 noviembre 1997
Asistencia: 6.000 personas
Precio: 1.300 pesetas
Músicos: Amparo Llanos (guitarras), Cristina Llanos (guitarras y voces), Jesús Antúnez (baterista) y Álvaro Díez (bajista)

Set list: Pangea, Anacrusa, Winter Song, Three Cowboys, La Monja Mellada, Devil Came To Me, Herbed Star, Stamber, Grey, Rain of the Times, She Will, Jane Below, Angelus, Spectrum, Perro Loco, Serenade, Come With Me, Push, Nightmare, Don’t Drag Me Down (versión de Social Distortion), Glicerine (versión de Bush), Judas, In Hole, Loli Jackson.

Puedes descargar este concierto de Dover pinchando en este enlace.

De la nada a la cresta de la ola a la velocidad de un tsunami. Ese es el resumen de lo que hizo que Dover consiguieran abarrotar el mítico -en cuanto a conciertos realizados en los años ochenta- Palacio de los Deportes del Real Madrid dos noches seguidas de noviembre de 1997. A la postre, estos serían los dos últimos conciertos que tendrían lugar en este recinto, remodelado poco después y demolido todavía un poco más después.

Esta fue una de esas noches de sudor, dentro de un pabellón que era una verdadera olla a presión, y con una banda que aunque acababa de acceder al público masivo, ya lo tenía todo ganado de antemano. Estaban en su momento de explosión y defendían su disco más certero, Devil Came To Me (1997), con temazos de power pop, casi punk, como el que le daba título y Loli Jackson. También dieron bastante espacio a las canciones de su poco exitoso y fabulosamente underground disco debut, Sister (1995) a pesar de que eran muy pocos los asistentes que habían tenido la prudencia y la previsión de escucharlo al menos un par de veces.

Como era de esperar, la actuación fue una incesante secuencia de temas de poco más de tres minutos, guitarrazos de ultratumba, melodías pegadizas y gritos desenfrenados de Cristina, la vocalista. Vamos, lo que siempre fue este grupo hasta su mutación de 2006. La gente se lo pasó bien, cantó a todo pulmón y se pegó empujones como mandan los cánones del género, casi siempre con una sonrisa después de cada agresión como muestra de camaradería. Ofrecieron lo que mejor sabían hacer y dejaron a toda la chiquillería -base fundamental de su público- contenta y con ganas de seguir la noche del sábado a toda pastilla.

Esteban Pérez, de la revista musical gratuita Todas Las Novedades, escribió el siguiente artículo que ahora rescato:

Era la prueba de fuego. Dover habían conquistado las listas de ventas, habían tocado en un montón de festivales pero su paso por Madrid en este año se había limitado a salas pequeñas y a conciertos benéficos si exceptuamos su aparición en el último Festimad. Claro que, cuando el cuarteto aparecía por El Sol todavía no se había sufrido la explosión de Devil came to me que les ha colocado en el punto de mira de todo el mundo. En principio, el grupo había programado tres fechas en La Riviera pero, dado que la sala no consiguió el permiso necesario para cubrir el recinto, los conciertos se pasaron al Pabellón del Madrid convirtiéndose en dos fechas solamente. La apuesta era más fuerte si cabe ya que ponerse delante de seis mil personas es algo que, hoy por hoy, no puede hacer mucha gente.

¿Serían Dover uno de esos? El grupo se había mostrado como una bomba en locales pequeños pero todos hemos visto a muchos «superstars» incapaces de tocar ante una audiencia mínimamente amplia. Ahí están, por ejemplo, tantas cantautoras y tantos melódicos que, más allá de la tercera fila de fans, son incapaces de transmitir nada. La respuesta a dicha pregunta vino en dos momentos. Mientras sonaba Rain of the times un enorme telón blanco que cubría el escenario caía dejando ver al grupo en toda su solvencia: nueva escenografía para un escenario grande, un equipo que sonaba como un cañón y la gente bailando desde la primera fila hasta cerca del marcador. Sólo era el principio pero lo que se nos mostraba era más propio de un grupo de calibre internacional que de una banda de circuito.

Anacrusa, Pangea, Three cowboys o La monja mellada fueron las siguientes canciones que venían a confirmar la apariencia. El público respondía con una pasión que ya no se ve por estas tierras y la entrega de la banda encima del escenario estaba a años luz de lo que por aquí se puede ver en grupos encumbrados. Cristina está en un momento enorme, haciéndose la jefa del tinglado, controlando a la gente con una mirada y paseándose por el escenario como si fuera su local de ensayo. Amparo mejora día a día. Sigue mostrándose estática pero, cada vez que la veo, su guitarra se vuelve más salvaje y presente. Lo de Alvaro en el bajo se mostró, otra vez, como una elección perfecta. Es un torrente que no pierde ripia y que lleva su parte con un poder enorme. Jesús, en la batería, sigue exhibiéndose como uno de los mejores que se pueden encontrar ahora y cada vez que lo escucho sigo pensando que, sin esa base, Dover no tendrían la contundencia que atesoran. Lo mejor de todo es que funcionan como una máquina engrasada y puesta a punto, con un nivelazo que hace que cada una de las personas que va a verlos se quede colgada de su asunto.

Con Devil came to me pusieron el Pabellón boca abajo pero mantuvieron la intensidad con Spectrum, Serenade, El perro loco o Winter song. En cada canción volvían a arrancar un terremoto del público y volvían a evidenciarse como la mejor banda que tiene ahora el panorama nacional (¿sólo el nacional?). Unos bises en los que Cristina apareció en solitario con una canción acústica y que continuaron con un Judas inmenso, una versión de Flop y una espectacular Loli Jackson, pusieron fin a uno de los mejores conciertos que se dieron en el 97 y a la consolidación de que Dover es un grupo nacido para mayorías que saben apreciar las buenas canciones. Hasta veinticinco temas tocaron en un par de horas intensísimas que terminaron con Cristina y Jesús flotando encima de los brazos del público. Un sabor a fanatismo entregado, con gente pidiendo las púas de Amparo o de Alvaro, las baquetas de Jesús o el listado de canciones que permanecía pegado al suelo del escenario se extendió a las aceras del Paseo de la Castellana en peregrinación a la Plaza de Castilla. La duda había quedado disipada. Con un poco de suerte, tenemos grupo para largo y, sin duda, con un nivel que no tiene por que bajar. Lo que tantas veces habíamos deseado dentro de nuestra música ha llegado con Dover y ha alcanzado una repercusión extraordinaria. Que dure.

Su web es: http://www.dover.es/.
Una buena página de fans es esta otra.

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3 thoughts on “– Dover (1997) Palacio Deportes del Real Madrid

  1. Estuvo de puta madre, la música muy buena y además había mogollón de pibitas buenorras por doquier. Me acuerdo que éramos personas como sardinas en lata, mucho calor, y tocabas tetas y culos por todas partes sin quererlo, porque estábamos unos pegados a otros. Hubo mogollón de avalanchas y era casi imposible mantenerse sin caerse en alguna de éstas. Sólo tengo buenos recuerdos de este concert.

  2. El concierto fue cojonudo, de esos en que un grupo nuevo te sorprende por lo bestial de sus guitarras. Además, tuve suerte de que SERGIO no me tocara el culo (…juasjuas…). Meses después volví a disfrutar del directo de Dover al aire libre en El Escorial.

  3. Qué grandes!!

    Estuve en ese concierto que cambiaron de fecha en el último momento y casi no me llego a enterar. Qué grandes, además salgo en este vídeo mezclado entre el público 🙂

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